No en mi edificio
Una comunidad de vecinos de Madrid boicotea la apertura de una cl¨ªnica que cuenta con todos los permisos legales
Mohamed Rafik Dehni Jasser lleva cuatro a?os intentando abrir una cl¨ªnica ginecol¨®gica en el n¨²mero 45 de la calle de Lope de Rueda, en Madrid, donde, adem¨¢s de otras operaciones, se realizar¨¢n abortos de bajo riesgo. ?se es un plato que la comunidad de propietarios del edificio no quiere tragarse.
Rafik, de 58 a?os y origen sirio, tiene 15 a?os de experiencia como propietario de otra cl¨ªnica similar y muchos m¨¢s como cirujano y ginec¨®logo. Posee, adem¨¢s, todas las licencias del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid para abrir su nueva cl¨ªnica, construida en 2004. Pero los vecinos son contumaces y por nada del mundo quieren o¨ªr hablar de abortos en los bajos de sus casas. "No s¨¦ si sabe que aqu¨ª antes hab¨ªa un colegio de ni?os, y, claro, a mucha gente no le parece el sitio m¨¢s adecuado para montar una cl¨ªnica de abortos", explica el conserje del edificio.
Durante todo este tiempo, la comunidad de propietarios ha tratado de conseguir por todos los medios que Rafik se vaya con su cl¨ªnica a otra parte. Han recogido firmas contra el centro, han enviado cartas a la Consejer¨ªa de Sanidad de Madrid, han intentado cambiar los estatutos de la comunidad para prohibir cl¨ªnicas, cualesquiera que sean, en el edificio, y hasta se han opuesto a la instalaci¨®n de los aparatos de aire acondicionado. Los jueces han ido tirando por tierra cada una de las reclamaciones. La ¨²ltima sentencia, contra la que no cabe recurso, obligaba a los vecinos a permitir la instalaci¨®n de los aparatos. Pero ni por ¨¦sas.
El pasado mi¨¦rcoles, Rafik contrat¨® una gr¨²a para introducir las m¨¢quinas en la cl¨ªnica por segunda vez. "Ya lo hab¨ªa intentado a?os antes, pero los vecinos no me dejaron entrar", explica Rafik, harto de luchar contra los vecinos y molesto por todo el dinero perdido durante estos a?os. La gr¨²a lleg¨® poco antes de las doce de la noche y volvi¨® a encontrarse con la presidenta de la comunidad y un grupo de propietarios. "Ese hombre no va a hacer nada de eso en esta casa, mientras nosotros estemos aqu¨ª", declar¨® uno de ellos. Hubo cierta tensi¨®n con el abogado de Rafik mientras ¨¦ste intentaba explicarles que se estaban oponiendo a la ejecuci¨®n de una sentencia firme, pero los dos agentes de la Polic¨ªa Municipal presentes consiguieron calmar los ¨¢nimos.
Y en esas anda Rafik ahora, a la espera de que un juez obligue a los vecinos, de una vez por todas, a facilitar el acceso de las m¨¢quinas en su local para poder empezar a trabajar. De los 120 vecinos que habitan en el edificio, s¨®lo unos cuantos parecen estar detr¨¢s de esta firme oposici¨®n a la cl¨ªnica. Este peri¨®dico ha intentado hablar con el resto, pero el conserje del edificio no lo permiti¨®. "Esto es lo ¨²nico que tenemos que decir, seg¨²n me ha dicho la presidenta". Y qu¨¦ hay de las pintadas que aparecieron hace unas semanas ("M¨¦dico abortista", "m¨¦dico asesino"). "De eso nosotros no sabemos nada", dice el conserje.
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