Educaci¨®n, comida y futuro
En los ¨²ltimos a?os se han deteriorado notablemente las pautas alimentarias del pa¨ªs. Si en los a?os ochenta o noventa del pasado siglo la prevalencia de problemas de salud vinculados al sobrepeso y a la obesidad no pasaba del 5%, actualmente se habla de m¨¢s del 10% de personas afectadas. En Europa s¨®lo nos supera el Reino Unido, mientras que pa¨ªses como Suecia, Francia e Italia est¨¢n muy lejos de esos porcentajes. Como sabemos, estas situaciones acaban generando impactos significativos en un variado tipo de enfermedades y disfunciones. En el caso de la infancia y la adolescencia, la situaci¨®n es m¨¢s preocupante. Se se?ala que Espa?a se encuentra a la cabeza de los pa¨ªses europeos en cuanto a obesidad infantil, con cerca de la mitad de los alumnos de cada clase con sobrepeso. Se afirma que muchos escolares no han probado o no reconocen el gusto de productos b¨¢sicos, como espinacas, naranjas, berenjenas, tomates o cebollas. Hace unos a?os se inici¨® una intensa campa?a en el Reino Unido, liderada por un conocido cocinero como es Jamie Oliver, que logr¨® miles de firmes de apoyo. Se trataba de modificar las pautas alimentarias de los comedores escolares brit¨¢nicos incorporando verduras, frutas y productos frescos, enriqueciendo y diversificando gustos y texturas. El Gobierno del entonces primer ministro, Tony Blair, dedic¨® significativos fondos a ese objetivo. Se afirma ahora que esa campa?a, si bien consigui¨® impactos significativos en sus primeros meses y globalmente puede considerarse muy positiva, no ha logrado cambiar las tendencias de fondo de muchos escolares que siguen prefiriendo boller¨ªa y comidas preparadas, productos a los que est¨¢n m¨¢s acostumbrados, resultan m¨¢s f¨¢ciles de comer y tiene un efecto de saciedad m¨¢s intenso. Francia inicia ahora una campa?a parecida, y es otro cocinero estrella, Thierry Marx, el que tratar¨¢ de renovar los men¨²s escolares ante la preocupaci¨®n por el aumento del sobrepeso infantil en el pa¨ªs vecino.
Hay que conectar nutrici¨®n escolar, soberan¨ªa alimentaria, sostenibilidad de productores y circuitos de distribuci¨®n
En Catalu?a, por el momento, no se ha ca¨ªdo en la tentaci¨®n de contratar a alguno de nuestros muchos cocineros estrella para que lidere una campa?a parecida a las ya descritas. No obstante, la Generalitat inici¨® una estrategia que trataba de orientar las din¨¢micas de unos comedores escolares cada vez m¨¢s frecuentados, sobre todo en las etapas de educaci¨®n primaria y en la ESO. Se editaron gu¨ªas y se han venido celebrando jornadas al respecto. Convendr¨ªa dar algunos pasos m¨¢s. Necesitamos f¨®rmulas que conecten mejor los diversos protagonistas de la alimentaci¨®n escolar: los propios alumnos; las asociaciones de madres y padres, que acostumbran a controlar y sufragar los comedores escolares; los maestros; los monitores de los comedores; las entidades o empresas proveedoras de las comidas, y tambi¨¦n los productores de esos alimentos; sobre todo si entendemos que lo que est¨¢ en juego no es s¨®lo un problema de salud, que no es poco, sino tambi¨¦n de estilos de vida, de futuro del pa¨ªs. No deja de ser contradictorio que los contenidos educativos de las escuelas se hayan llenado de referencias a la sostenibilidad, el cambio clim¨¢tico y a la defensa del patrimonio y la cultura del pa¨ªs, y todo ello est¨¦ ausente en un aspecto tan esencial en la formaci¨®n vital como la alimentaci¨®n. Si somos conscientes de que los problemas de sobrepeso y de obesidad no han surgido de manera espont¨¢nea, sino que tienen que ver con cambios muy de fondo en las din¨¢micas laborales, formas de entender la vida muy ligada al consumismo y a la publicidad, y los impactos que todo ello tiene en las estructuras familiares y en los h¨¢bitos cotidianos, no ser¨¢ suficiente con modificar los men¨²s escolares para evitar mayores riesgos, sino que convendr¨ªa articular mejor valores, educaci¨®n y comedor. Estamos en momentos clave para reforzar los aspectos de nuestra actividad econ¨®mica que mejor expresan din¨¢micas de arraigo territorial y que suponen opciones de futuro desde el punto de vista del crecimiento end¨®geno y desde el punto de vista de la sostenibilidad ambiental y social. Y qu¨¦ mejor que el ¨¢mbito educativo para que ello se exprese de manera inequ¨ªvoca. Escuelas, institutos y universidades disponen de una evidente capacidad de compra y, por tanto, de presi¨®n sobre sus proveedores. No podemos caer en el error de confundir eficacia y eficiencia s¨®lo con cuenta de resultados, y menos en momentos como los actuales.
Los pr¨®ximos 7 y 8 de noviembre se celebran unas jornadas en el CEIP Tur¨® del Cargol, tituladas Aprender a comer, aprender a vivir. Comedores escolares ecol¨®gicos y organizadas por Entrepobles (www.pangea.org/epueblos), que tratan de conectar la alimentaci¨®n escolar con temas como la soberan¨ªa alimentaria, la sostenibilidad de los campesinos y productores que han optado por estrategias de desarrollo local y ecol¨®gico, y los circuitos de distribuci¨®n. En las jornadas participan una gran cantidad de actores, como la Fundaci¨®n Futur y las redes de consumo solidario, que llevan ya mucho tiempo en la cuesti¨®n. En otras partes de Espa?a se est¨¢n llevando a cabo iniciativas parecidas, por ejemplo en Andaluc¨ªa con el programa Alimentos ecol¨®gicos para escolares, auspiciado por la Junta. La duda inmediata tiene que ver con los costes que ese tipo de iniciativas suponen. Es probable que en una primera etapa los costes que implica la progresiva incorporaci¨®n de productos ecol¨®gicos en la alimentaci¨®n de los estudiantes sean m¨¢s altos que las opciones ofrecidas por las cadenas y los productores de alimentaci¨®n convencionales, pero en el balance deber¨ªamos incorporar tanto los ahorros que implicar¨¢ una alimentaci¨®n m¨¢s sana en el sistema sanitario como el reforzamiento que ello supondr¨¢ de los productores locales, comprometidos en esa estrategia, con din¨¢micas econ¨®micas menos vulnerables y m¨¢s sostenibles. Seguramente es ¨¦se un esfuerzo que deber¨ªa asumirse de manera conjunta por sus beneficiarios directos, los estudiantes y sus familias, y por la propia Generalitat. Se trata de una valiente apuesta de futuro.
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