El maquinista de un buque italiano se atrincher¨® 7 horas tras matar a su capit¨¢n
El homicida intent¨® suicidarse y tuvo que ser reducido por 18 agentes especiales
Reinaba buen ambiente a bordo del Paxi-C, un carguero portacontenedores de bandera italiana con 17 hombres a bordo que emprend¨ªa, en la noche del martes, la recta final de una tranquila traves¨ªa, desde la ciudad egipcia de Alejandr¨ªa hasta su puerto de destino, Gij¨®n. La tripulaci¨®n, de cinco nacionalidades distintas, estuvo disfrutando viendo por televisi¨®n, "tan amigos", un partido de f¨²tbol de la Liga de Campeones, antes de echarse a dormir o iniciar el turno de guardia nocturna. Pero sobre las seis de la madrugada, mientras el barco atravesaba el corredor internacional de Fisterra, a unas 20 millas de la Costa da Morte, ocurri¨® la tragedia.
El contramaestre se despert¨® sobresaltado por los gritos de auxilio, a la puerta de su camarote, del capit¨¢n, el italiano Mario Castaldi. Herido de una pu?alada en el pecho, sangraba abundantemente. Se desmoron¨® en la litera de su colega y falleci¨® all¨ª mismo, despu¨¦s de haber subido, casi agonizante, dos cubiertas del buque. Apenas tuvo tiempo para contar que hab¨ªa sido apu?alado, en su propio camarote, por el segundo oficial de m¨¢quinas, su compatriota, Andrea Della Rosa.
Andrea della Rosa, el agresor, est¨¢ ingresado en el hospital de Cee
V¨ªctima y asesino hab¨ªan visto juntos en la tele un partido de la Champions
La tripulaci¨®n se moviliz¨® entonces para encontrar, dos pisos m¨¢s abajo ante la puerta de los aposentos del capit¨¢n, al agresor. ?ste se rebel¨® contra sus compa?eros, gritaba que quer¨ªa volver a Egipto y que se iba a suicidar. Se autolesion¨®, de hecho, cort¨¢ndose en el cuello y las mu?ecas con el mismo cuchillo con el que hab¨ªa asesinado a su capit¨¢n. Della Rosa, de 37 a?os, se escabull¨® de sus compa?eros y logr¨® encerrarse en el camarote de su v¨ªctima.
El primer oficial, de nacionalidad lituana, dio la alerta a la Torre de Control Mar¨ªtimo y llev¨® el barco hasta el punto del litoral m¨¢s cercano, junto a Fisterra, frente a cuyo faro, a unas dos millas de tierra, fonde¨®. Tres guardias civiles de Corcubi¨®n y un m¨¦dico se trasladaron hasta el barco. El capit¨¢n, de 53 a?os, ya era cad¨¢ver y s¨®lo se pudo certificar su muerte. Y mientras se pon¨ªa en marcha la maquinaria burocr¨¢tica internacional para obtener una orden de un juez italiano, imprescindible para evacuar al fallecido y detener a su presunto asesino, los agentes no lograron reducir al agresor, tambi¨¦n herido. Las autoridades espa?olas pidieron entonces la intervenci¨®n de un grupo de operaciones especiales de la Guardia Civil.
Sobre las 13 horas, llegaron desde Pontevedra dos patrullas, 18 hombres equipados y con la cara cubierta con pasamonta?as. Cuando se subieron a bordo del Paxi-C ya se encontraron a Della Rosa, tumbado, sin fuerzas. Hab¨ªa perdido mucha sangre y necesitaba ser evacuado urgentemente, operaci¨®n que se llev¨® a cabo mediante una gr¨²a y una barca de Salvamento Mar¨ªtimo.
Al peque?o puerto de Fisterra, ante una gran expectaci¨®n de vecinos y periodistas, el agresor fue desembarcado consciente, aunque aturdido, con la cara manchada de sangre seca. Fue atendido all¨ª mismo en una ambulancia medicalizada, que luego lo traslad¨® hasta el hospital Virxe da Xunqueira, en la localidad de Cee. No se teme en principio por su vida aunque ha perdido mucha sangre, seg¨²n informaron fuentes sanitarias. Hab¨ªan pasado nueve horas desde que ocurri¨® el crimen en alta mar hasta que recibi¨®, ya en tierra, atenci¨®n m¨¦dica, aunque a bordo se le hab¨ªan tapado las heridas en el cuello y ambas mu?ecas.
"Nadie se explica el porqu¨¦", coment¨® al llegar a tierra el inspector de Seguridad Mar¨ªtima, Jos¨¦ Pais. "Hab¨ªan estado viendo el partido tan amigos y nadie entiende por qu¨¦, a las seis de la ma?ana, Della Rosa, tras terminar su turno de guardia, se fue hasta el camarote del capit¨¢n, donde ¨¦ste descansaba, y le clav¨® un cuchillo en el pecho". Seg¨²n el relato del jefe de m¨¢quinas del buque, el agresor, un romano atormentado por problemas familiares y sumido en pleno proceso de divorcio, llevaba tan s¨®lo 15 d¨ªas a bordo del carguero.
El cad¨¢ver de Mario Castaldi, natural de Piano di Sorrento, una localidad pr¨®xima a N¨¢poles, fue trasladado hasta una funeraria local a la espera de ser repatriado. Durante horas, hasta casi el anochecer, los guardias civiles del puesto de Corcubi¨®n estuvieron tomando declaraci¨®n a la tripulaci¨®n, compuesta por un tercer italiano, un lituano, seis indonesios, cuatro filipinos y tres ucranianos. Todos ellos coincidieron al declarar en que desconoc¨ªan los motivos que llevaron al segundo oficial de m¨¢quinas a matar al capit¨¢n del buque. No se produjo mot¨ªn, ni hubo reyerta, declararon. Y nadie sabe de la discusi¨®n que pudieron tener los dos compatriotas previa a la agresi¨®n mortal.
El Paxi-C, con una carga de contenedores que esperan en el puerto de El Musel, en Gij¨®n, permanecer¨¢ fondeado en la r¨ªa de Fisterra, hasta la llegada, prevista para hoy a las 14.30 horas, de un capit¨¢n de nacionalidad italiana. La legislaci¨®n del pa¨ªs transalpino proh¨ªbe que tome el mando de uno de sus barcos un extranjero, como lo es el primer oficial del carguero, originario de Lituania. Si las autoridades judiciales lo permiten, una vez analizadas las declaraciones de los testigos, el barco podr¨¢ reemprender su ruta.
Revuelo en el muelle
Luc¨ªa el sol ayer en Fisterra y la mar estaba en calma, sin pizca de viento. Un d¨ªa ideal para acercarse al final del peque?o muelle pesquero y pasar el d¨ªa, como lo hicieron muchos vecinos, viendo el espect¨¢culo que formaban el gran despliegue de periodistas y de agentes que moviliz¨® esta nueva tragedia en el Atl¨¢ntico. "Pero esta vez no fue el temporal ni el mar. Fue un crimen normal, hubiera podido ocurrir en cualquier taberna", cotilleaban varias se?oras que acudieron nada m¨¢s enterarse por la radio.
Incluso en la Costa da Morte, tan habituada a las tragedias mar¨ªtimas, el despliegue de ayer fue inusitado. La imagen de los guardias civiles del Grupo de Intervenci¨®n R¨¢pida, con el rostro oculto por pasamonta?as y equipados de mazas y palancas, sorprendi¨® por el contraste en una localidad acostumbrada a la tranquilidad.
"Vimos a la tripulaci¨®n fumando en cubierta, relajados, mientras sacaban con una gr¨²a la camilla con el asesino", relataban antes dos chavales que se apresuraron, al conocer la noticia, a coger su lancha para acercarse al carguero. Otros vecinos ofrec¨ªan a los periodistas de televisi¨®n llevarlos hasta al buque por 200 euros. "Desde el Prestige no ven¨ªan tanto periodista y hay que aprovecharlo", se justificaba un marinero.
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