El sufrimiento es opcional
Lo primero que hizo fue acordarse de la explicaci¨®n que un futbolista ingl¨¦s le hab¨ªa dado a la prensa al final de un partido del que se tuvo que retirar gravemente lesionado: "Sent¨ª un crujido en mi pierna izquierda, pero algo me dijo que era la derecha". Parece una estupidez y sin embargo no lo es, porque tambi¨¦n tiene su parte de verdad: todos sabemos que uno a veces confunde los lados; que muchos se equivocan con frecuencia de mitad y de pronto se ven agarrados a unas rejas plateadas sin saber si est¨¢n dentro o fuera de la c¨¢rcel; y que otros, a la hora de escoger sus deseos, se empe?an en querer endulzar su vida convirtiendo un lim¨®n amargo en su media naranja. Eso es de lo m¨¢s normal y se arregla abriendo los ojos y echando a correr. El problema es cuando los que se confunden son otros, porque entonces te ocurre como al paciente que ingres¨® el otro d¨ªa en un hospital de Parla para que le operasen de una hernia en la ingle derecha, y resulta que le operaron la izquierda. La cirujana que llev¨® a cabo la intervenci¨®n ha afirmado que su actuaci¨®n "fue correcta de principio a fin", aunque probablemente dir¨ªa lo mismo si el enfermo hubiera ido a que le sacasen una muela y ella le hubiese implantado el h¨ªgado de una orca. Y tambi¨¦n dice que la culpa es del herniado, "por no haberle se?alado en ning¨²n momento el sitio en que le dol¨ªa", lo cual es de lo m¨¢s l¨®gico: en un plano m¨¢s general, ?ustedes saben d¨®nde les duele? ?Son siempre capaces de distinguir lo que les hace da?o de lo que les hace felices? Pi¨¦nsenlo bien antes de contestar.
En la sanidad p¨²blica madrile?a, el dolor no se evita, sino que s¨®lo se cambia de lugar
En cualquier caso, hay que matizar esa sentencia que dice que el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional, para a?adirle: excepto en la sanidad p¨²blica madrile?a, donde el dolor no se evita, sino que s¨®lo se cambia de lugar. Juan Urbano, que acababa de librarse de una angustia que lo acechaba como quien suelta un tesoro para no hundirse con ¨¦l en el fondo del mar, sab¨ªa muy bien de qu¨¦ estamos hablando y cu¨¢l es la diferencia entre la limpieza del dolor y la suciedad del sufrimiento: el primero puede ser una medicina; el segundo, s¨®lo puede ser un veneno.
El consejero del ramo, que de un tiempo a esta parte es algo as¨ª como el payaso de las bofetadas del Gobierno regional, s¨ª que sabe d¨®nde le duele: en los o¨ªdos, porque ah¨ª es donde van a parar los abucheos que le dirigen los doctores y los pacientes de los sanatorios que visita, como acaba de pasar otra vez en el de Getafe, donde medio centenar de trabajadores, internos y familiares de los convalecientes lo siguieron hechos unos basiliscos entre camillas y bombonas de ox¨ªgeno, grit¨¢ndole "?fuera!", "?sinverg¨¹enza!" o "?mentiroso!", y acus¨¢ndole de cerrar m¨¢s de 100 camas del centro hospitalario hace un mes y de ordenar hace unos d¨ªas su reapertura para que quedasen bonitas en el acto de ayer. Seguro que a ¨¦l tambi¨¦n le hubiese gustado estar en otra parte, y que la presidenta de la Comunidad le operara de la otra ingle y lo mandase de consejero de otra cosa. Pero de momento, nada de nada.
El hombre al que han operado de la hernia que no ten¨ªa, lo cual lo convirti¨® en otro mientras dur¨® la anestesia, se hace preguntas y m¨¢s preguntas en su casa, con lo cual debe estar a punto de enfermar de Filosof¨ªa, que es un mal cr¨®nico y para el que los investigadores a¨²n no han encontrado una vacuna. Supongo que mientras que se espanta los porqu¨¦s con la mano, intentar¨¢ aliviarse leyendo, pero eso lo mismo puede darle serenidad que atormentarlo el doble, cada vez que la realidad eche su sombra encima de la teor¨ªa. Imag¨ªnenselo: abre, por ejemplo, un libro de S¨¦neca, oye en ¨¦l que el destino ayuda a quien lo acepta y arrastra a quienes se resisten a ¨¦l y, de inmediato, la hernia que s¨ª que tiene le pega una punzada en la ingle y descubre que el destino puede ser muchas cosas, porque en esta vida no se trata de d¨®nde vas, sino de con qui¨¦n tengas la suerte o la desgracia de cruzarte, que puede ser cualquiera, desde una mujer equivocada a un m¨¦dico incompetente, pasando por un abogado m¨¢s listo que el tuyo, un amigo desleal o un mec¨¢nico que te arregla mal los frenos del coche. Eso s¨ª, aprovecho que estamos hablando para darte un consejo: amigo, ni se te ocurra volver al hospital de Parla a que te den algo contra la Filosof¨ªa, no vaya a ser que te extirpen el bazo y se dejen dentro unos cuantos tr¨ªpticos de esos que hacen en la Comunidad para asegurar que la sanidad p¨²blica de Madrid funciona como un reloj.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.