Obama y el temblor
Ocurre con la pol¨ªtica ese m¨¢gico momento en que imaginamos el mundo como John Lennon. Ya no pensamos en el valor simb¨®lico del coche blindado de Touri?o sino que los c¨¢nticos, antorchas, l¨¢grimas y abrazos fraternos lo invaden todo y existe una fundada esperanza de que, otra vez m¨¢s, tenemos la oportunidad de enderezar el rumbo o, de una manera m¨¢s esc¨¦ptica, de que el mundo siga siendo un lugar recomendable. Incluso podemos tomarnos unos mojitos con la oposici¨®n sin que nadie repare en el gasto.
Ocurri¨® cuando lleg¨® Felipe Gonz¨¢lez al poder en el 82 y ese aire de cambio bien sopl¨® al menos seis a?os en que todos nos contagiamos de una especie de confianza ciega en la democracia y en la modernidad hasta que empez¨® a devaluarse la moneda de cambio; ocurri¨® en menor escala cuando aqu¨ª el bipartido puso fin a la "era Fraga" y para muchos gallegos fue el comienzo de un despertar de la prehistoria y de ver en vida esa posibilidad de que pod¨ªan ser nuestros gobernantes gentes que hablaban la misma lengua y ped¨ªan para Galicia una dignidad que a otros les parecer¨¢ siempre fuera de lugar.
Ese aire de cambio sopl¨® aqu¨ª tambi¨¦n en 1982 hasta que a los seis a?os empez¨® a devaluarse
Cuando la madrugada del pasado mi¨¦rcoles vimos salir a Obama a saludar al mill¨®n de almas concentradas en Grant Park, en la fr¨ªa noche de Chicago, creo que para la mayor parte de la humanidad se nos reactiv¨® de nuevo esa sangre de la libertad y esa creencia y j¨²bilo en que este mundo puede ser un lugar m¨¢s justo. Personalmente me emocion¨¦ con el llanto de ese antiguo luchador de la comunidad negra que es el reverendo Jesse Jackson porque en su expresi¨®n estaba resumida el dolor y la esperanza de esa comunidad que sigue viajando en el autob¨²s de Rosa Parks o en patera por una gran parte del mundo y que ahora por fin pone a uno de los suyos al tim¨®n. Pasado el trago, o¨ªmos su voz y fue como si Marvin Gaye se reencarnara en un Kennedy.
Creo que este hombre tiene un poder especial en la voz, esa voz de los suburbios educada en Harvard, esa nuez de Ad¨¢n, ese soul que desaf¨ªa a los pesimistas con un vibrante y sostenido s¨®lo de esperanza. No es el discurso prof¨¦tico de Luther King, ni la soflama fundamentalista de Malcolm X, ni la vieja herida de Nelson Mandela, ni la actitud arrogante de Muhammad Ali, es la mirada al horizonte de un hombre enjuto que llega con la moral intacta del predicador y en mangas de camisa al peor de los mundos imaginables.
Dios y ayuda le har¨¢n falta para remendar las costuras de un sistema financiero que perdi¨® el juicio en su borrachera triunfal; Dios y ayuda para volver a cerrar la herida que ha dejado Irak en la piel de una Am¨¦rica que vio que Vietnam volv¨ªa a repetirse todav¨ªa con mayor sa?a. Wall Street y Bagdad son los legados de ese hombre que ahora sale de la Casa Blanca y volver¨¢ a su rancho de Texas y a sus negocios con el petr¨®leo pensando que quiz¨¢s le hac¨ªan falta todav¨ªa m¨¢s legiones para acabar con Bin Laden y de paso con la cordura de la humanidad (?y pensar que Aznar, Blair y muchos m¨¢s le secundaron en su delirio!).
Obama ha ganado con la claridad suficiente para ser respetado incluso por sus enemigos y su condici¨®n de primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos le coloca en una situaci¨®n inmejorable para interpretar los deseos de un pa¨ªs que siempre ha corrido el riesgo de desangrarse por sus minor¨ªas y de entender el resto del mundo como una extensi¨®n de su imperio. Este hombre de Illinois tiene a Lincoln demasiado pegado al barro de sus zapatos como para volver a creer en el Imperio y la cultura suficiente para saber d¨®nde quedan Bolivia, Ir¨¢n, Kenya e incluso Espa?a.
El mundo no va a cambiar (?imag¨ªnense que la primera reuni¨®n es con la CIA!), pero desde luego va a sufrir una importante cura de humildad despu¨¦s de los varios terremotos que han sacudido y dejado con el culo al aire al Gran Hermano. De todos modos, ha salido ganador el caballo por el que todos apost¨¢bamos y es bonito y hasta cinematogr¨¢fico poder ver que a veces nuestros m¨¢s antiguos sue?os se convierten en realidad, aunque algunos sigan alimentando las reservas de que, como dec¨ªa Paul Krugman, a veces el mejor gobernante no es precisamente el hombre con el que te tomar¨ªas una cerveza. Por cierto que los republicanos siguen dominando Louisiana despu¨¦s del Katrina que es como decir Mux¨ªa despu¨¦s del Prestige.
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