Sanl¨²car, entre la alarma y la complacencia
La localidad gaditana, punto sensible de la "autopista de la droga", se rebela ante su creciente mala fama - P Las incautaciones y los detenidos aumentan sin freno
Una pareja adolescente discrepa sobre al tema estrella. Se pisan el uno al otro. Ella se muerde las u?as, ¨¦l mantiene la mirada perdida:
-La droga es mala porque cambia a la gente.
-Pues yo no lo veo un problema. Cinco de los 15 en mi pandilla pasan hach¨ªs. Hay hasta abuelas.
Sanl¨²car de Barrameda (C¨¢diz) se enfrenta al espejo m¨¢s espinoso con dos miradas. Unos ojos minimizan el problema. Otros alertan sobre su auge, indiscutible seg¨²n las estad¨ªsticas.
La estrat¨¦gica ciudad es el punto m¨¢s caliente de la entrada de droga en Andaluc¨ªa. La controversia es patente. Esta semana, mientras el grupo municipal del PP solicitaba una Junta de Portavoces para "lavar la imagen" de la ciudad y potenciar sus alicientes, el congresista popular Aurelio S¨¢nchez vinculaba en una proposici¨®n no de ley el progreso econ¨®mico local al narcotr¨¢fico. A continuaci¨®n, el resto de partidos rechazaba sus argumentos "por generar descr¨¦dito para nuestra ciudad".
El auge del narcotr¨¢fico es patente. Suben las incautaciones
Los mayor¨ªa de los vecinos est¨¢n hartos de ver c¨®mo el negocio crece
La fama y el ruido medi¨¢tico amplifican un problema soterrado que afecta a un sector de la poblaci¨®n reducido pero muy llamativo. Nadie se atreve a lanzar cifras de familias involucradas. Sin embargo, el auge del narcotr¨¢fico no admite dudas. En lo que va de a?o, la Polic¨ªa y la Guardia Civil detuvo a 102 personas y requis¨® 67.700 kilos de hach¨ªs s¨®lo en Sanl¨²car y Chipiona. Adem¨¢s, Vigilancia Aduanera requis¨® 51.000 kilos y detuvo a otro centenar de personas entre C¨¢diz y Huelva, la mayor¨ªa de ellos en la desembocadura del Guadalquivir. "La demanda es horrorosa. Con la hero¨ªna ser¨ªa diferente... !pero si hach¨ªs fuman hasta los ni?os en la guarder¨ªa!", exagera un consumidor habitual.
No hay victimismo. Es un c¨®ctel de resignaci¨®n, guasa y orgullo. Los vecinos involucrados en este lucrativo negocio asumen sus riesgos con naturalidad y saben que transportar fardos compensa ante el riesgo de convertirse en recluso. Apodos como El Cagalera, su hijo El Diarrea, El Lecherito o Chupete Fly son narcos conocidos que invierten sus beneficios en negocios lucrativos. El barrio de Bonanza y la colonia Monte Algaida, repleta de chal¨¦s con caballos de pedigr¨ª y lujosos autom¨®viles, son sus feudos.
Barbate se convirti¨® hace ocho a?os en una ciudad sin ley por culpa de la violencia de los busquimanos (j¨®venes que transportan droga en sus ciclomotores). La diferencia con Sanl¨²car es obvia. El denominado narcobienestar tiene menor peso relativo y sobre todo la paz social permanece. Capos, porteadores y aguadores (vigilantes de las descargas de fardos) son menos ostentosos, se conforman con sus penas y asumen que sus espor¨¢dicas estancias en la c¨¢rcel son parte del negocio. No hay tantas haza?as b¨¦licas como anta?o. Adem¨¢s, la localidad a¨²n carece de una plataforma contra la droga y la tolerancia es alta porque el consumo aumenta. "El problema puede ser la falta de una persona para liderar el proyecto", se?ala Felipe Trigo, presidente del Consejo Econ¨®mico y Social de Sanl¨²car.
Los vecinos honrados est¨¢n hartos de comprobar c¨®mo el negocio extiende sus tent¨¢culos y al hach¨ªs ha sumado la coca¨ªna. "Por la fama de unos pocos pagamos el resto", comenta resignado el armador Juan Antonio Salas. La pesca arrastra a?os de crisis y ahora se encuentra en parada biol¨®gica. El paro alcanza ya a 8.856 personas, en una localidad con 63.968 habitantes. Muchas familias temen por la influencia del creciente consumo sobre sus hijos. La tentaci¨®n de convertirse en paquetero significa so?ar con 3.000 euros cada fin de semana. Los protagonistas siempre contestan desafiantes: "?Acaso no lo har¨ªas t¨² si tu padre estuviera parado?". En una poblaci¨®n escolar de 14.500 alumnos, el curso escolar registr¨® 183 casos de absentismo escolar.
"Deber¨ªa haber una revoluci¨®n de la sociedad, pero la sociedad civil est¨¢ desvertebrada", reflexiona el abogado Ferm¨ªn V¨¢zquez.
La clase pol¨ªtica se indigna ante la imagen de los medios de comunicaci¨®n. No cierra los ojos pero minimiza el problema. "No tenemos responsabilidad sobre la seguridad, pero s¨ª en la formaci¨®n y las medidas para el empleo. Trabajamos para que la econom¨ªa sumergida descienda", apunta la alcaldesa (PSOE), Irene Garc¨ªa. Las peticiones para que el SIVE (Sistema Integrado de Vigilancia Exterior) llegue hasta Sanl¨²car y las dotaciones policiales aumenten han ca¨ªdo de momento en saco roto. Las detenciones crecen pero el dinero goloso difumina la sensaci¨®n de riesgo. Mientras, las dos miradas conviven sin conflictos y la soluci¨®n permanece en el limbo.
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