La plaga que trajo la burbuja del ladrillo
Los expertos culpan a la euforia inmobiliaria de la expansi¨®n del picudo rojo, que ha acabado con m¨¢s de 36.000 palmeras
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El insecto de la fotograf¨ªa -llam¨¦mosle Piqui a efectos narrativos- tiene en alerta a los ayuntamientos y a los servicios de sanidad vegetal de Espa?a, Francia e Italia. Piqui es un escarabajo picudo rojo, un Rhynchophorus ferrugineus, y pese a su aspecto inofensivo, es el Hannibal Lecter de las palmeras del Mediterr¨¢neo. Desde 2004 hasta agosto de 2008 ha matado a 36.169 ejemplares, sobre todo en Andaluc¨ªa y la Comunidad Valenciana, seg¨²n datos oficiales.
En M¨¢laga capital fue visto a finales de octubre en cuatro palmeras del parque central; y en el Palmeral de Elche (Alicante), patrimonio de la Humanidad, los cient¨ªficos luchan para evitar su propagaci¨®n, fomentada a partes iguales por el urbanismo salvaje de la ¨²ltima d¨¦cada y por la falta de controles fitosanitarios.
La expansi¨®n est¨¢ relacionada con la importaci¨®n masiva de palmeras egipcias
Los primeros antepasados de Piqui fueron descubiertos y catalogados en 1750 en la actual Sri Lanka; despu¨¦s, en 1776, en la India y en 1906 en Filipinas, seg¨²n el catedr¨¢tico de Entomolog¨ªa de la Universidad de Almer¨ªa y autor de la fotograf¨ªa, Tom¨¢s Cabello. Sin embargo, la rama familiar de Piqui proviene seguramente de Egipto. De ese pa¨ªs han entrado, entre 2000 y 2007, decenas de miles de palmeras destinadas a decorar jardines p¨²blicos y urbanizaciones de lujo, a veces directamente y otras tras una escala en Italia.
Gran parte de ellas estaban infestadas por picudos y han acabado sus d¨ªas con las palmas secas y abatidas, carne de trituradora, o peor a¨²n contribuyendo a dispersar al picudo, que ataca a 18 especies de palmeras y cocoteros distintas. "No es una invasi¨®n natural de un insecto, sino una invasi¨®n de palmeras infestadas, importadas y distribuidas por toda la costa con el visto bueno de los servicios de sanidad vegetal", denuncia el cient¨ªfico franc¨¦s Michel Ferry, director de investigaci¨®n de la Estaci¨®n Phoenix, un organismo creado por el Ayuntamiento de Elche para el estudio de la palmera datilera. Otra leyenda urbana descartada: el picudo tampoco es consecuencia del cambio clim¨¢tico. "Eso lo han dicho los pol¨ªticos en alguna ocasi¨®n para sacudirse la responsabilidad", afirma Ferry.
Posiblemente Piqui fue puesto por su madre en el est¨ªpite (tronco) de la palmera, junto a otros 363 huevos. Como la temperatura de puesta era ideal, 25 grados, sobrevivieron 282 larvas. "En las condiciones clim¨¢ticas de la costa andaluza pueden darse cada a?o dos generaciones de picudos, con una vida media de 180 d¨ªas adulta", explica Cabello.
Ese tiempo es muy largo para un insecto, pero el cole¨®ptero apenas si logra desplazarse en su vida a dos kil¨®metros desde la palmera originaria. Hace falta la mano negligente o codiciosa del hombre para su expansi¨®n. La explosi¨®n est¨¢ directamente relacionada con la importaci¨®n masiva de palmeras de Egipto desde 2000, cuando el Ministerio de Agricultura derog¨® la orden de 1996 que imped¨ªa la entrada de palmeras de pa¨ªses ajenos a la Uni¨®n Europea afectados por la plaga. En mayo de 2007, la Comisi¨®n Europea adopt¨® una serie de normas de emergencia que impiden importar palmeras de pa¨ªses en los que se ha detectado el picudo, adem¨¢s de hacer obligatorio el "pasaporte fitosanitario", un certificado que garantiza que los ejemplares est¨¢n libres del escarabajo.
Sin embargo, los expertos creen que la medida ha llegado tarde y se queda corta. "Es t¨¦cnicamente imposible asegurar que una palmera no est¨¦ infestada: los huevos son diminutos y las larvas escondidas en el interior del tronco son indetectables", afirma Ferry, quien aboga por actuar radicalmente, como en Israel u Om¨¢n, donde se ha llevado a cabo una pol¨ªtica de "control integrado" que ha permitido que desde 2002 no haya muerto ninguna palmera por la plaga, y que en el palmeral hist¨®rico de Elche s¨®lo se hayan detectado dos casos mientras el resto de la ciudad estaba infestado.
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No a la importaci¨®n
La destrucci¨®n sistem¨¢tica de las palmeras infectadas para evitar la plaga es una soluci¨®n tan radical como contraproducente, seg¨²n los expertos, ya que ha hecho que los due?os de las palmeras privadas eviten notificar la enfermedad de unos ejemplares que costaron alrededor de 1.000 euros la unidad.
Y es que la presencia de larvas en un tronco no es sin¨®nimo de muerte de la palmera, si se act¨²a a tiempo, lo que, seg¨²n los expertos, no se ha hecho. La estrategia v¨¢lida pasa, en primer lugar, por "prohibir todas las importaciones de palmeras", afirma Ferry. Luego es necesario un "trampeo masivo" de los cole¨®pteros en los focos y en un radio de dos kil¨®metros alrededor de cada palmera infestada.
Mientras tanto, Piqui y su gran familia se han convertido en una oportunidad de negocio. Palm Control System, una empresa de Marbella, la ciudad m¨¢s afectada por la plaga, con 2.923 palmeras destruidas, ha patentado un aparato que permite a los particulares aplicar el insecticida y el tratamiento directamente en el tronco de la planta. Todo por salvar las palmeras de la furia de Piqui.
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