Democracias imperfectas
En Espa?a la desigualdad social tiende a aumentar, seg¨²n constataba el Informe Foessa y as¨ª lo expresaba un titular de este diario del 29 de octubre. Aproximadamente, se considera que una cuarta parte de la poblaci¨®n vive con menos de 600 euros al mes y el 10% puede considerarse en situaci¨®n de pobreza extrema. Los porcentajes son los mismos de hace 10 a?os. Es m¨¢s que previsible que aumente el desempleo y la precarizaci¨®n del trabajo, que se supriman horas extra e incentivos varios y que las Administraciones p¨²blicas reduzcan sus inversiones y algunas prestaciones. Si con tasas de crecimiento altas no se han reducido las desigualdades sociales, en periodos de recesi¨®n los sectores de bajos e incluso medios ingresos pueden temer lo peor. Lo cual nos dice que esta democracia es imperfecta, o que s¨®lo lo es en el 50%, tomen esta cifra metaf¨®ricamente.
La socialdemocracia parece hegem¨®nica en los medios profesionales y en las organizaciones sociales y sindicales
Siempre me ha sorprendido o¨ªr a muchos responsables pol¨ªticos afirmar que ellos representan el inter¨¦s general puesto que deben su autoridad a la elecci¨®n popular, como as¨ª debe ser en un Estado democr¨¢tico. Pero este elemento formal, indispensable obviamente, s¨®lo es una parte de la cosa. Las autoridades que toman decisiones que afectan a nuestros derechos y a nuestras libertades, a nuestros ingresos y a nuestra calidad de vida s¨®lo pueden hacerlo leg¨ªtima y legalmente si lo hacen desde instituciones representativas. Pero no es suficiente. La base de una democracia es el reconocimiento de que la sociedad es un conjunto de ciudadanos/as "libres e iguales", que eligen a sus representantes para que mediante las debidas pol¨ªticas p¨²blicas hagan efectivos los derechos que realmente les hagan m¨¢s libres e iguales. Si no es as¨ª, sus actos pierden legitimidad aunque sean "legales". Pueden y deben ser rechazados. En resumen, no hay democracia sin instituciones representativas, es decir, su dimensi¨®n formal, lo cual no siempre fue entendido por la izquierda socializante en el pasado. Pero tampoco la hay sin su dimensi¨®n material, las pol¨ªticas p¨²blicas reductoras de exclusiones y desigualdades, lo cual parece no haber entrado a¨²n en la cultura conservadora capitalista, que considera que el mercado a la larga redistribuir¨¢ los frutos del crecimiento, y eso no resiste al an¨¢lisis emp¨ªrico.
Ahora, ante la crisis financiera de la econom¨ªa virtual se trasladan los problemas y sus posibles soluciones a la econom¨ªa real de los Estados y de los ciudadanos. Se reducen los presupuestos p¨²blicos y los cr¨¦ditos a consumidores y a inversores. Y en Estados Unidos y en Europa presenciamos el espect¨¢culo obsceno de las ingentes transferencias que los gobiernos hacen a las entidades financieras mientras los responsables de las mismas se mantienen o se retiran con indemnizaciones de decenas e incluso centenares de millones de d¨®lares o de euros salidos de los bolsillos de los contribuyentes. Por lo menos, algunos financieros de la crisis del 29 tuvieron el detalle de tirarse por el balc¨®n. La l¨®gica del capitalismo te¨®rico, el cual justifica el beneficio por el riesgo, ser¨ªa que paguen los que buscaron beneficios f¨¢ciles asumiendo riesgos especulativos. Y la l¨®gica de la democracia "material" ser¨ªa transformar, no reconstituir, un sistema perverso, el actual capitalismo financiero, que cuando va bien aumenta a la vez las riquezas y las desigualdades y cuando va mal deben pagarlo la econom¨ªa real y el conjunto de la ciudadan¨ªa. En Estados Unidos 10.000 familias pierden cada semana su vivienda por no poder pagar las hipotecas. Espa?a, reina europea de la burbuja inmobiliaria, es el pa¨ªs de la Uni¨®n Europea que afronta un riesgo mayor. Tanto los anteriores gobiernos como el actual se subieron en la pir¨¢mide con una frivolidad pasmosa, no queriendo saber lo que sab¨ªan: un ciclo expansivo basado en una sobreproducci¨®n de viviendas, aumento continuado de los costes debido a la apropiaci¨®n privada de la sobrevaloraci¨®n del suelo y una demanda cuya solvencia creciente se basaba en el cr¨¦dito deb¨ªa necesariamente terminar en una crisis que afectar¨ªa tanto al sistema financiero como a la econom¨ªa productiva. El mal viene de lejos, del "neoliberalismo urbano" de Miguel Boyer, del mal uso de la concertaci¨®n urban¨ªstica, de la permisividad c¨®mplice de muchos municipios, del "todo urbanizable" (uno de los mayores disparates de la historia del urbanismo) de los gobiernos de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, del miedo a aplicar medidas destinadas a recuperar las plusval¨ªas urbanas por parte de todos los gobiernos, incluido el actual.
Pero lo que m¨¢s sorprende es que cuando empezaron a sonar las alarmas que anunciaban la proximidad de la crisis, que coincidi¨® con el inicio de los gobiernos socialistas, tampoco se hizo nada para prevenirla. Si no les bastaban algunas declaraciones del Banco de Espa?a, de expertos competentes y de organizaciones sociales por lo menos habr¨ªan debido atender al comportamiento del mismo sector financiero. Bancos y cajas hab¨ªan comprado el 50% del suelo urbanizable entre mediados de la d¨¦cada de 1990 y principios del a?o 2000, pero luego dejaron de hacerlo y procuraron vender mientras la burbuja inmobiliaria segu¨ªa con su estela de despilfarro y corrupci¨®n. El dinero, "que siempre es cobarde" (como me dec¨ªa un directivo de banco), les transmit¨ªa un mensaje. Aunque, eso s¨ª, continuaron dando hipotecas f¨¢ciles, incapaces de reducir el negocio inmediato.
En Catalu?a, parece que hay una mayor¨ªa de socialdem¨®cratas. Los socialistas gobernantes, por descontado. A su manera, tambi¨¦n los "ecosocialistas" y los republicanos. Sectores convergentes se han autocalificado de socialdem¨®cratas en lo "econ¨®mico". La cultura socialdemocr¨¢tica parece hegem¨®nica tanto en los medios profesionales e intelectuales como en las organizaciones sociales y sindicales. Incluso n¨²cleos evolucionados del empresariado admiten moderadamente soluciones de este tipo. Pues que hagan algo que se note. Gordon Brown, en el Reino Unido, nacionaliza de facto la banca. Aqu¨ª s¨®lo proponemos comprarles los pisos que no pueden vender. Por favor, ya no pedimos como Nanni Moretti que "digan algo de izquierdas". Simplemente, no se pongan al servicio de las aguas que trajeron estos lodos.
Jordi Borja es profesor de la UOC.
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