La (r)evoluci¨®n de B. H. O.
Barack H. Obama es el primer negro que alcanza la presidencia de Estados Unidos. Y, especialmente en Europa, el volumen de adulaci¨®n, entusiasmo y desconocimiento con que se ha acogido su victoria frisa lo pornogr¨¢fico. El triunfo ha sido excepcional, pero no s¨®lo por el color de su piel, sino porque algunas de las causas y circunstancias en las que ha sido elegido son rigurosamente in¨¦ditas.
La elecci¨®n no se ha debido a una revoluci¨®n de los votantes, sino a una evoluci¨®n demogr¨¢fica de los mismos. Ha votado un 62% del electorado, por debajo del 67% con que triunf¨® John F. Kennedy en 1960, pero siempre una cota elevada para los est¨¢ndares estadounidenses. No hubo, sin embargo, trasvase significativo de votos de la mayor¨ªa blanca al candidato dem¨®crata, al que vot¨® el 43% de la misma contra un 55% a John McCain, el mismo porcentaje que obtuvo el tambi¨¦n dem¨®crata John Kerry en 2004; el m¨¦rito de Obama consisti¨®, si acaso, en que no le votaran menos blancos por su color. ?La victoria, entonces, de d¨®nde provino? En alguna proporci¨®n, de la movilizaci¨®n de los negros, que votaron en mayor n¨²mero y cerradamente a Obama -96% contra un 88% a Kerry-, pero sobre todo de los hispanos, que tambi¨¦n sufragaron m¨¢s y lo prefirieron en un 66% contra un 34% de McCain. Si hubiera habido una emigraci¨®n notable de votos blancos al presidente electo, estar¨ªamos ante una revoluci¨®n; si lo que ha cambiado es la demograf¨ªa para permitir que hispanos y negros decidan elecciones, es una evoluci¨®n. El pa¨ªs, en su conjunto, cambia m¨¢s que la etnia mayoritaria.
No est¨¢ nada claro que el triunfo del dem¨®crata implique el levantamiento del tab¨² racial en EE UU
No est¨¢ nada claro, por todo ello, que el resultado del 4 de noviembre implique el pleno levantamiento del tab¨² racial. El caso se asemeja al de Kennedy -en su caso, por cuestiones de religi¨®n-, que siendo el primer cat¨®lico que acced¨ªa a la presidencia pod¨ªa suponerse que hac¨ªa ya innecesaria la condici¨®n de profesar la religi¨®n reformada para llegar a tan alta magistratura. Ed Muskie, de origen polaco, y Mario Cuomo, italiano, ambos dem¨®cratas, y cuyo catolicismo era pol¨ªticamente m¨¢s visible que el de JFK, probaron suerte, pero sobre todo el primero ten¨ªa tantos enemigos en su propio partido como en las filas republicanas, nutridas de los que dicen, como el presidente saliente, que han nacido dos veces.
George W. Bush mitiga igualmente cualquier pasi¨®n radical de su sucesor. Su catacl¨ªsmica presidencia hace bueno lo que haga -o deshaga- Obama en esos rituales primeros 100 d¨ªas, que para hacerle justicia y que se note, deber¨ªan ser 1.000; pero los desperfectos causados por el mandatario saliente no s¨®lo no desaparecen con el relevo, sino que obligan al afroamericano a seguir equivoc¨¢ndose en guerras que no se pueden cerrar de un plumazo; el descalabro financiero de Wall Street es una grav¨ªsima losa, porque los medios de comunicaci¨®n no tienen hoy la comprensi¨®n ni la parsimonia de que hicieron gala ante FDR en los a?os treinta, cuando la crisis no se cerr¨® hasta la II Guerra; de Irak no se va a retirar voluntariamente Estados Unidos porque lo invertido en tesoro y reputaci¨®n -la que mov¨ªa supremamente a Olivares- es demasiado para retirarse sin dejar nada detr¨¢s; Afganist¨¢n est¨¢ ah¨ª esper¨¢ndole y la imprudente declaraci¨®n del presidente electo de que piensa ganar esa apuesta puede acecharle incesantemente en forma de pesadilla; el conflicto palestino, mucho m¨¢s que un nuevo presidente lo que necesita son nuevos interlocutores, porque ni los Gobiernos de Israel ni Ham¨¢s quieren la paz; y Pakist¨¢n, con el bot¨®n nuclear a un gesto de distancia, parece una sociedad en ca¨ªda libre; comparativamente, Ir¨¢n ser¨ªa mucho m¨¢s tratable si el presidente Ahmadineyad dejara que le controlasen el ¨¢tomo, pero, a¨²n as¨ª, en 2009 hay elecciones en Teher¨¢n. Ra¨²l Castro, Hugo Ch¨¢vez y Evo Morales son s¨®lo crisis suplentes.
Y entre las grandes novedades de estas elecciones est¨¢, por ¨²ltimo, la genial utilizaci¨®n de la Red por el candidato dem¨®crata. Obama ha sido aupado a la presidencia por un tejido espont¨¢neo de millares de internautas, que ha movilizado cuantiosos recursos econ¨®micos de donantes populares; que ha llevado nuevos votantes a las urnas; y que es la obra de unos voluntarios que hoy consideran tambi¨¦n como propia esa presidencia. El afroamericano enarbol¨® en la campa?a un esl¨®gan extraordinariamente afortunado: s¨ª, podemos (yes, we can). ?Contaba Obama para hacer realidad su podemos con esa asamblea electr¨®nica en sesi¨®n permanente?
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