Nicolas Sarkozy, el capit¨¢n intr¨¦pido
La crisis financiera confirma la creciente importancia del cultivo de la audiencia en la pol¨ªtica actual. El presidente franc¨¦s es un maestro en la construcci¨®n de relatos en funci¨®n de las circunstancias
El secretario de Estado para el Empleo se deshac¨ªa en elogios hacia el discurso que Nicolas Sarkozy pronunci¨® en Tol¨®n a finales de septiembre: "Frente a la inquietud suscitada por la tormenta econ¨®mica internacional, el presidente de la Rep¨²blica ha dado la imagen de un capit¨¢n intr¨¦pido que gobierna firmemente el tim¨®n. El presidente afronta esta crisis con la misma determinaci¨®n que demostr¨® durante la crisis georgiana". ?Capit¨¢n intr¨¦pido, nada menos! Esto ya no tiene nada que ver con Keynes, sino m¨¢s bien con Kipling. ?Menuda batallita! He aqu¨ª la nueva storyline de la presidencia. Sarkozy se enfrenta a un mar encolerizado. Grita ¨®rdenes a babor. Amenaza a los banqueros deshonestos. Tranquiliza a los ahorradores. Condena el neoliberalismo salvaje. Promete una refundaci¨®n del capitalismo...
Desde que fue elegido presidente de Francia, le ha dado a la pol¨ªtica la forma de una fotonovela
No ha cesado de cambiar: de programa, de estilo, de mujer. Era conservador y ahora es socialista
?Qui¨¦n va a recordar a estas alturas que durante la campa?a de 2007 promet¨ªa tambi¨¦n "convertir a Francia en un pa¨ªs de propietarios" y propon¨ªa una reforma del cr¨¦dito hipotecario que, curiosamente, sonaba a una creaci¨®n de subprimes a la francesa? Ante la crisis, se ha cambiado de bando. Colbertista a rabiar, keynesiano converso, este Don Quijote de la recuperaci¨®n, flanqueado por Henri Guaino, el Sancho Panza del proteccionismo, ya no tiene palabras lo bastante duras para condenar la especulaci¨®n financiera. Con el coraz¨®n en la mano, promete nacionalizar las p¨¦rdidas, cuando no mucho tiempo atr¨¢s abogaba por la privatizaci¨®n de los beneficios. El ambiente de los mercados es l¨²gubre, pero ¨¦l se muestra exultante: en la presidencia de la Uni¨®n Europea ha encontrado un nuevo papel. Las turbulencias de los mercados ejercen sobre ¨¦l un efecto dopante.
El 20 de octubre, de regreso de Camp David, donde acababa de encontrarse con George W. Bush, exclamaba: "He hecho la jugada del siglo". Pero ?en qu¨¦ consist¨ªa esa jugada? ?En un New Deal planetario? No. En una simple reuni¨®n. George W. Bush, que intentaba recuperar protagonismo, hab¨ªa aceptado reunir el 15 de noviembre, en Washington, a los pa¨ªses industrializados y a las grandes econom¨ªas emergentes. Pero ?qu¨¦ importan los resultados de la reuni¨®n? En esa fecha, el Partido Socialista celebrar¨¢ su congreso en Reims. Sarkozy de la cabeza a los pies. ?La agenda! La obsesi¨®n por la agenda.
Su elecci¨®n al frente del Estado en mayo de 2007 revolucion¨® las formas del poder ejecutivo tal y como sus predecesores ven¨ªan ejerci¨¦ndolo desde la fundaci¨®n de la V Rep¨²blica. Inspir¨¢ndose generosamente de las t¨¦cnicas de comunicaci¨®n desplegadas en los a?os noventa por los equipos de Bill Clinton, en Estados Unidos, y Tony Blair, en el Reino Unido, el nuevo presidente se esforz¨® desde los primeros d¨ªas de su mandato por controlar la "agenda" de los medios de comunicaci¨®n escenificando su ascensi¨®n al poder, estructurando la acci¨®n pol¨ªtica en secuencias coherentes y d¨¢ndole el ritmo y la forma de una telenovela permanente en la que se alternan episodios de la vida p¨²blica con otros de la vida privada.
Al actor-presidente le preocupa menos el contenido que el ritmo, la acci¨®n que la puesta en escena -que es la de un serial continuo supeditado a las reglas del suspense-. A los mandos del tele-Estado, el poder ejecutivo pasa a ser un poder "de ejecuci¨®n" (el State craft), de realizaci¨®n (en el sentido cinematogr¨¢fico) del gui¨®n presidencial -el Stage craft considerado como una sucesi¨®n de secuencias puestas en escena, que es a lo que se resume hoy la actividad altamente simb¨®lica del poder-.
Ya no son las grandes negociaciones internacionales, los consejos de ministros o los debates parlamentarios los que marcan el comp¨¢s del tiempo pol¨ªtico, que ahora es objeto de una guionizaci¨®n permanente. Hemos pasado imperceptiblemente de la funci¨®n a la ficci¨®n presidencial y el gui¨®n reemplaza ahora al protocolo en el ejercicio ritualizado del poder. Con las carreras pol¨ªticas ocurre hoy como con las empresas: dependen menos de los resultados obtenidos que de la percepci¨®n que tienen de ellas sus comanditarios, la opini¨®n p¨²blica o los accionistas.
Una ca¨ªda en los sondeos es tan grave como un crash burs¨¢til y viceversa. La cotizaci¨®n de un presidente sirve como soporte a otras muchas fortunas en el mercado de valores pol¨ªticos. La cosm¨¦tica prima sobre la coherencia, y la belleza de hombres e instituciones se ha convertido en sin¨®nimo de flexibilidad, de adaptaci¨®n. El pol¨ªtico, como el gerente empresarial, debe manifestar su versatilidad continuamente. Para captar la atenci¨®n, su relato debe cambiar.
En enero de 2007, durante su discurso de candidatura, Sarkozy exclamaba: "He cambiado", lo que no constitu¨ªa un programa, pero s¨ª el comienzo de una intriga. Desde entonces no ha cesado de cambiar: de estilo, de relato, de mujer, de programa. Era conservador y ahora es socialista. Era uno de esos liberales que, 20 a?os despu¨¦s de las revoluciones conservadoras de Reagan y Thatcher, fustigaba al Estado derrochador, y ahora es partidario de una regulaci¨®n estatal.
Nicolas Sarkozy no es un hombre de Estado, es un narrador que cuenta sin cesar historias pobladas de "v¨ªctimas virtuosas" y "h¨¦roes an¨®nimos", de encuentros y separaciones, de ¨¦xitos y fracasos. ?No declar¨®, en julio de 2007, Henri Guaino -que por algo redacta los discursos del presidente-: "Hacer pol¨ªtica es escribir una historia compartida por aquellos que la hacen y aqu¨¦llos a los que est¨¢ destinada. No se transforma un pa¨ªs si no se es capaz de escribir y narrar una historia"?
"En el mundo de las finanzas el storytelling desempe?a un papel vital", escriben Alicia Korten y Karen Dietz en un art¨ªculo titulado El relato es la nueva moneda de la gesti¨®n financiera. "Las historias son vitales para dar sentido a las cifras. Proporcionan un contexto y captan la imaginaci¨®n de la gente", estima el administrador de una gran empresa norteamericana.
La crisis de la Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale fue un anticipo de lo que hoy se entiende por comunicaci¨®n de crisis. Cuando uno escuchaba al presidente de la Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale, el relato era casi perfecto. "Es una historia extraordinaria", declar¨® a la prensa poco antes de calificar a J¨¦r?me Kerviel, el culpable, de "personaje de ficci¨®n". Un genio de la codificaci¨®n que al parecer cre¨® un simulacro de empresa, un banco dentro del banco, desde el que cursaba sus ¨®rdenes de compra cubri¨¦ndolas con ¨®rdenes ficticias, y todo en las mism¨ªsimas narices de sus superiores, y sin raz¨®n, por la belleza del gesto, una forma de travesura num¨¦rica. H¨¦roe de la blogosfera, J¨¦r?me Kerviel se convirti¨®, en el tiempo que dur¨® su detenci¨®n provisional, en un icono planetario, en un Che Guevara de las finanzas, e incluso en un Bin Laden de la Bolsa. En el mismo orden de ideas, Richard S. Fuld Jr., presidente ejecutivo de Lehmann Brothers, tuvo que escuchar c¨®mo el Congreso estadounidense le dec¨ªa: "Si a¨²n no ha descubierto su papel, sepa que ahora es usted el malo y debe comportarse como tal".
La crisis financiera actual ilustra la irrupci¨®n de un factor nuevo en el funcionamiento del capitalismo financiero; la audiencia. Hace una quincena de a?os, los que ten¨ªan que dar cuenta de las cotizaciones de la Bolsa se dirig¨ªan a una audiencia restringida compuesta por inversores y operadores. Pero la explosi¨®n de Internet y la aparici¨®n de los canales por cable revolucionaron la comunicaci¨®n financiera. La CNBC, la CNN de las Bolsas, transform¨® los oscuros ajustes burs¨¢tiles en un relato palpitante. De hecho, tiene tanta influencia sobre la evoluci¨®n de las cotizaciones como la cadena de Ted Turner sobre las peripecias de la guerra de Irak. Las estrellas de las altas finanzas y los nuevos managers teleg¨¦nicos han sustituido a los trasnochados operadores del viejo mercado burs¨¢til.
Sarkozy lo ha comprendido perfectamente. Ante los sobresaltos de la crisis financiera, ha elegido encarnar a un h¨¦roe solitario, una especie de Robin de los Bosques de la era digital, campe¨®n de los peque?os ahorradores, un James Bond de las "acciones derivadas" que combate a las mafias de la especulaci¨®n. Kafka escribi¨®: "Les dieron a elegir entre ser reyes o correos de los reyes. Como har¨ªan los ni?os, todos eligieron ser correos y, como ahora ya no hay reyes, recorren el mundo grit¨¢ndose los unos a los otros unas noticias que han perdido todo sentido". El 15 de noviembre se reunir¨¢n en Washington.
Christian Salmon es escritor. Acaba de publicar Storytelling. La m¨¢quina de fabricar historias y formatear las mentes (Pen¨ªnsula, 2008). Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
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