Un hombre que ve¨ªa el futuro
Cuando se habla de Bretton Woods, la reuni¨®n que en 1944 cre¨® un nuevo sistema financiero internacional basado en el d¨®lar, suele hablarse del brit¨¢nico John Maynard Keynes y del estadounidense Harry Dexter White. No se recuerda, porque tuvo un papel secundario, al representante de Francia. Aquel franc¨¦s, que hasta pocos meses antes participaba en misiones de bombardeo sobre posiciones alemanas, lleg¨® al hotel, propuso algo sensato (que los precios y reservas de petr¨®leo fueran tenidos en cuenta en las balanzas monetarias), no fue escuchado, firm¨® los acuerdos y se march¨®. Fue una sombra fugaz en aquel momento hist¨®rico.
Lo fue tambi¨¦n, en cierta forma, en la pol¨ªtica francesa: alcanz¨® el cargo de primer ministro y lo mantuvo durante s¨®lo 233 d¨ªas. El d¨ªa de su ca¨ªda, el 23 de febrero de 1955, la Asamblea Nacional desbordaba odio. Varios amigos tuvieron que protegerle f¨ªsicamente. Y, sin embargo, fue uno de los grandes estadistas del siglo XX, un hombre capaz de ver el futuro. Entre los franceses, s¨®lo Jean Jaur¨¨s, Charles de Gaulle y, quiz¨¢, si se valora el cinismo exquisito, Fran?ois Mitterrand, estuvieron a su altura.
Se convirti¨® en "el jud¨ªo", la encarnaci¨®n de todo lo que amenazaba la 'grandeur' de Francia
Naci¨® en Par¨ªs, el 11 de enero de 1907; a los 23 a?os fue el abogado m¨¢s joven de Francia; a los 25, en las filas radicales, el diputado m¨¢s joven de Francia. En 1938 propuso un plan de rearme que fue desestimado. En 1939 fue movilizado como navegador a¨¦reo. Tras la rendici¨®n francesa huy¨® hacia Marruecos para unirse a las fuerzas de la Francia Libre, fue detenido y condenado por deserci¨®n, protagoniz¨® una fuga de manual (con lima y s¨¢banas anudadas) y logr¨® al fin sumarse en Inglaterra a las tropas aliadas.
No compart¨ªa las ideas conservadoras de Charles de Gaulle, pero en 1943 fue incluido en el c¨ªrculo de colaboradores del general como Comisario de Finanzas. Dimiti¨® al cabo de pocos d¨ªas. Y en 1946, en la primera fase del gaullismo, asumi¨® el cargo de ministro de Econom¨ªa Nacional. Dimiti¨® en pocos meses. Mend¨¨s France podr¨ªa ser definido como socialdem¨®crata, una franja ideol¨®gica hist¨®ricamente sospechosa en Francia (y en Espa?a), pero no soportaba los delirios econ¨®micos de la izquierda. Sus dos dimisiones se debieron al rechazo que suscitaron sus planes antiinflacionistas.
Francia le dej¨® de lado hasta 1954, cuando la guerra de Indochina (despu¨¦s Vietnam) y la derrota en Dien Bien Phu empujaron la Cuarta Rep¨²blica al borde del abismo. El entusiasmo que suscit¨® su llegada al Gobierno, con un programa por encima de l¨ªneas ideol¨®gicas, fue comparable al que suscita ahora Obama en Estados Unidos. Mend¨¨s France hizo lo que ten¨ªa que hacer, y lo hizo muy r¨¢pidamente. Firm¨® la paz, es decir, la derrota, en Indochina. Autoriz¨® el rearme de Alemania dentro de la OTAN. Puso en marcha el programa nuclear franc¨¦s. Concedi¨® la autonom¨ªa a T¨²nez. Y empez¨® a negociar con los rebeldes argelinos.
Argelia fue su perdici¨®n. El 23 de febrero de 1955, el diputado Ren¨¦ Mayer, de su partido, le acus¨® de rendir un trozo de Francia y defendi¨® la mano dura en el Magreb: "La represi¨®n siempre tiene aspectos crueles, pero esta represi¨®n es justa", proclam¨®. Los diputados gaullistas aplaudieron con fervor a Mayer. Tambi¨¦n aplaudieron a De Gaulle cuando, despu¨¦s de una guerra atroz, accedi¨® a la independencia de Argelia.
La popularidad de Mend¨¨s France se transform¨® en el odio de izquierdas y derechas. Por la cuesti¨®n argelina, pero sobre todo por sus planes de reforma de la econom¨ªa francesa. Se convirti¨® en "el jud¨ªo", la encarnaci¨®n de todo lo que amenazaba la grandeur de Francia. Mitterrand, que hab¨ªa sido su ministro del Interior, se alej¨® de ¨¦l como de la peste. S¨®lo De Gaulle, privadamente, sigui¨® expres¨¢ndole su respeto.
En 1957, de nuevo diputado, Pierre Mend¨¨s France pronunci¨® unas palabras prof¨¦ticas sobre el futuro de Europa: "El proyecto de Mercado Com¨²n, tal como se nos presenta, est¨¢ basado en el liberalismo cl¨¢sico del siglo XX, seg¨²n el cual la competencia pura y simple soluciona todos los problemas. La abdicaci¨®n de una democracia puede asumir dos formas. Una, el recurso a una dictadura interna mediante la entrega de todos los poderes a un hombre providencial. La otra, la delegaci¨®n de esos poderes a una autoridad exterior la cual, en nombre de la t¨¦cnica, ejercer¨¢ en realidad el poder pol¨ªtico. Porque en nombre de una econom¨ªa saludable se dicta una determinada pol¨ªtica monetaria, presupuestaria, social, y luego una pol¨ªtica, en el sentido m¨¢s amplio, nacional e internacional".
Esa vez tampoco fue escuchado. Muri¨® en 1982.
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