Espiando a los Beatles
Los National Archives, alojados en Kew Gardens, a cuarenta minutos del centro de Londres, son una de las joyas de la Corona brit¨¢nica. Literalmente: sus contenidos tienen crown copyright. Pero tambi¨¦n est¨¢n abiertos a sabuesos curiosos como el italiano Mario J. Cereghino, coautor de libros de investigaci¨®n como el reciente Che Guevara: top secret. Se le ocurri¨® indagar lo que all¨ª hab¨ªa sobre los Beatles y ha encontrado un peque?o tesoro.
Para las autoridades brit¨¢nicas de la d¨¦cada de los sesenta, los Beatles fueron mucho m¨¢s que un fen¨®meno sociocultural: supusieron un alivio para la balanza de pagos. Abrieron un insospechado apartado exportador, que abarcaba desde la m¨²sica pop hasta la moda y el turismo relacionados con el swinging London.
Los vientos pol¨ªticos soplaban a su favor y tra¨ªan aromas proletarios: el Gobierno conservador, humillado por el esc¨¢ndalo Profumo, fue reemplazado en 1964 por un Gabinete laborista, con Harold Wilson -miembro del Parlamento por Liverpool- como primer ministro. Treinta a?os antes de que Tony Blair se arrimara al brit pop, el astuto Wilson se subi¨® r¨¢pidamente al carro de los Beatles. Busc¨® oportunidades para fotografiarse a su lado y se encarg¨® de que, en 1965, Isabel II les nombrara MBE (miembros de la Orden del Imperio Brit¨¢nico). Tal honor se administraba con taca?er¨ªa: no se extendi¨® a su manager, Brian Epstein, posiblemente a causa de su reconocida homosexualidad. Aun as¨ª, la distinci¨®n caus¨® una pol¨¦mica muy british: varios veteranos de la II Guerra Mundial devolvieron sus medallas al palacio de Buckingham, alegando que se sent¨ªan insultados al encontrarse en compa?¨ªa de unos "melenudos chillones".
Los Beatles tambi¨¦n proporcionaron quebraderos de cabeza a los bur¨®cratas del Foreign Office. A principios de 1964, un parlamentario pregunt¨® por un feo incidente que tuvo por escenario la Embajada brit¨¢nica en Estados Unidos. Tras un concierto en el Washington Coliseum, los m¨²sicos recibieron una invitaci¨®n para conocer la embajada, donde se celebraba aquella noche un baile de caridad. La noticia se difundi¨® y muchos fans se apuntaron al evento. Cuando los Beatles aparecieron en el sal¨®n de baile, fueron avasallados por docenas de personas. Alguien sac¨® unas tijeras y cort¨® un mech¨®n de la melena de Ringo Starr, que luego confes¨® sentirse aterrado ante un acoso tan inesperado.
Seg¨²n el Daily Express, la hija de un diplom¨¢tico era quien manejaba la tijera. Los responsables de Asuntos Exteriores removieron el cielo con la tierra hasta lograr determinar que la culpable era una estadounidense de 18 a?os; localizaron igualmente una carta del representante, Brian Epstein, en la que agradec¨ªa al embajador David Ormsby-Gore la hospitalidad demostrada durante su visita a la capital de EE UU.
Convertidos en respetables miembros de la Orden del Imperio Brit¨¢nico, las giras de los Beatles generaron informes reservados sobre sus andanzas por otros pa¨ªses. El correspondiente a la visita a Jap¨®n en 1966 tiene siete folios extremadamente detallados, donde se hacen c¨¢lculos sobre los costes del despliegue policial (30.000 libras) y se reconoce que despertaron oposici¨®n tanto en los peri¨®dicos comunistas como en sectores nacionalistas; estos ¨²ltimos lamentaron que actuaran en el Budokan, un recinto reservado hasta entonces a las artes marciales japonesas. El autor del informe, el encargado de negocios de la embajada, consideraba que fue un gran ¨¦xito comercial y suger¨ªa que la industria textil brit¨¢nica aprovechara la pasi¨®n por la est¨¦tica mod y la moda Carnaby Street. S¨®lo se criticaba a los Beatles por la brevedad de sus conciertos: "Tocaron media hora mientras [el pianista Arthur] Rubinstein, que por las mismas fechas se presentaba en Tokio, ofreci¨® un recital completo". Pero, se aseguraba, los miembros del cuarteto defendieron gallardamente el pabell¨®n imperial: se mostraron "simp¨¢ticos, ingeniosos y dotados de talento".
Un dossier del Tesoro brit¨¢nico tambi¨¦n revela que pod¨ªan ser unos ingenuos. En el verano de 1967, sus abogados solicitaron 120.000 libras esterlinas en divisas para la compra de Aegos, una isla griega de 320.000 metros cuadrados, m¨¢s unos islotes cercanos. Esa cantidad inclu¨ªa la renovaci¨®n de cinco casas de pescadores, donde se supone que vivir¨ªan id¨ªlicamente los Beatles y sus acompa?antes, junto a la playa y los olivares.
La petici¨®n desat¨® gran debate en el departamento. Se reconoc¨ªa la aportaci¨®n de los Beatles a la econom¨ªa brit¨¢nica (estimada en unos 27 millones de libras) y su necesidad de tranquilidad para crear, pero el principal problema resid¨ªa en que en el Banco de Inglaterra s¨®lo quedaban 30.000 libras del fondo destinado a la compra de propiedades en el extranjero. Eran tiempos de control extremo sobre el movimiento de capitales.
Lo extraordinario es que nadie se plante¨® las dimensiones pol¨ªticas del hecho de que los Beatles se instalaran, aunque fuera para temporadas breves, en Grecia. Pocos meses antes, un c¨®nclave de coroneles hab¨ªa dado un golpe militar e instalado una dictadura particularmente idiota y cruel. En el c¨ªrculo de los Beatles se hab¨ªa colado Alexis Mardas, un ingeniero electr¨®nico que era hijo precisamente de un oficial de inteligencia comprometido con la junta golpista.
Todav¨ªa faltaba m¨¢s de un a?o para que los Beatles (o John Lennon, para ser m¨¢s exactos) se politizaran. Adem¨¢s, el r¨¦gimen de los coroneles no resultaba particularmente aberrante para el Gobierno brit¨¢nico, que -desde la II Guerra Mundial- arm¨® y alent¨® a los sectores anticomunistas de la sociedad griega, tolerando incluso las actividades de escuadrones de la muerte en Chipre.
El citado Mardas hab¨ªa fascinado a los m¨²sicos con varios artilugios de su creaci¨®n y se gan¨® el apodo de Magic Alex. Fue nombrado responsable (y accionista) de Apple Electronics, una divisi¨®n de la empresa grupal, que deb¨ªa comercializar sus inventos. Pero Magic Alex fue incapaz de sacar adelante sus ocurrencias y se estrell¨® cuando prometi¨® a los Beatles un recinto para grabar con 78 pistas (en Abbey Road se trabajaba entonces con mesas de cuatro pistas); no logr¨® un estudio funcional.
El proyecto de refugiarse en Grecia naufrag¨® en el oto?o de 1967. Ten¨ªa demasiado de fantas¨ªa a lo Guillermo Brown -?cuatro m¨²sicos trabajando aislados, al sol del Egeo!- y finalmente se desech¨® cuando surgieron gastos extras y complicaciones legales por la parte griega. El ¨²ltimo certificado del Banco de Inglaterra ratifica que no se usaron las divisas (56.000 d¨®lares) destinadas a la adquisici¨®n de la isla.
Un inciso: Alexis Mardas protagoniz¨® algunas otras aventuras infames en la biograf¨ªa de los Beatles, como intentar seducir a Cynthia Lennon para allanar el camino al divorcio de John. En los setenta, tras renunciar a su puesto en Apple, Alexis se reinvent¨® como experto en seguridad. Desarroll¨® un blindaje para coches supuestamente infalible y se ali¨® con Constantino, el depuesto rey de Grecia, para vender sus sistemas de protecci¨®n a diferentes monarqu¨ªas (aparentemente, el pr¨ªncipe Juan Carlos envi¨® un autom¨®vil a Inglaterra para que fuera blindado, lo que no pudo hacerse). El negocio se frustr¨® cuando el sult¨¢n de Om¨¢n y el rey Hussein de Jordania comprobaron que, sometidos a fuego graneado, los veh¨ªculos "m¨¢gicos" pod¨ªan explosionar.
Algunos de los documentos recuperados por Mario J. Cereghino incluyen recortes de prensa: funcionaba un servicio que escudri?aba los peri¨®dicos en busca de noticias de posible inter¨¦s para los diferentes departamentos gubernamentales. Conviene saber que, en 1968, los Beatles dejaron de poseer su impl¨ªcita inmunidad. Coincidi¨® con la radicalizaci¨®n de Lennon, conmocionado por el Mayo franc¨¦s y otras revueltas pol¨ªticas. El 18 de octubre, la polic¨ªa encontr¨® marihuana en su piso y, en compa?¨ªa de Yoko Ono, fue detenido. Lennon consum¨ªa drogas, pero aseguraba que, en aquella ocasi¨®n, todo fue un montaje; el responsable, el muy temido detective Pilcher, terminar¨ªa m¨¢s tarde en la c¨¢rcel. El asunto se cerr¨® con una multa de 150 libras, pero crear¨ªa peliagudos problemas a Lennon en los setenta, cuando la Administraci¨®n de Nixon quiso expulsarle de Estados Unidos.
Era un aviso. Uno de los documentos recuperados por Cereghino es obra de la Polic¨ªa Metropolitana, que respond¨ªa a la denuncia de George William Colmes, un contable de 64 a?os que declaraba ser aficionado a visitar exposiciones de pintura y escultura. El 17 de enero de 1970, de camino a su oficina, pas¨® delante de la London Arts Gallery, en el n¨²mero 22 de New Bond Street. Se anunciaba Bag one, una muestra de litograf¨ªas de John Lennon. Lo que vio all¨ª le escandaliz¨® y corri¨® a cont¨¢rselo a un sargento de la comisar¨ªa m¨¢s cercana:
"Los primeros dibujos parec¨ªan infantiles. Pero los otros me horrorizaron. Eran caricaturas exageradas y distorsionadas que reproduc¨ªan relaciones sexuales de naturaleza repulsiva y desagradable. Sinceramente, me indign¨® y me enferm¨® que una mujer fuese retratada en semejantes posturas. Me sent¨ª contaminado por el mero hecho de ver esos dibujos. El pensar que un hombre pudiera usar as¨ª a su esposa, ni siquiera se trataba de una modelo desconocida, convierte la instituci¨®n del matrimonio en una farsa. Si pienso que mi madre, mi mujer o mi cu?ada podr¨ªan ser reducidas a algo semejante por Lennon o los que organizaron la exposici¨®n, me pregunto ad¨®nde ha ido a parar la decencia".
Aparentemente, no fue el ¨²nico visitante indignado (seg¨²n una interpelaci¨®n parlamentaria, podr¨ªan estar teledirigidos para facilitar la intervenci¨®n policial). Al d¨ªa siguiente, una delegaci¨®n de Scotland Yard visit¨® la exposici¨®n con intenciones poco amistosas: se decret¨® su clausura y se confiscaron ocho litograf¨ªas de contenido sexual. En la denuncia por obscenidad a los propietarios de la galer¨ªa se especifica que "las litograf¨ªas ilustran la relaci¨®n de Lennon con Yoko Ono, su matrimonio y su consecuente actividad sexual. Se observan los siguientes actos: 1. Yoko Ono hace una felaci¨®n a John; al dorso est¨¢ la leyenda: 'El instrumento de John en la boca de Yoko'. 2. John le hace un cunnilingus a Yoko. 3. John tiene relaciones sexuales con Yoko; al dorso leemos: 'John posee a Yoko por detr¨¢s'. 4. Alguien ejecuta un cunnilingus a Yoko mientras otra figura le besa el seno. 5. Las otras cuatro ilustran a Yoko en poses desma?adas que enfatizan su vagina".
La fiscal¨ªa insisti¨® en que el nombre de Lennon atra¨ªa a un p¨²blico joven a la galer¨ªa y que el artista buscaba un beneficio econ¨®mico como un vulgar porn¨®grafo: cada litograf¨ªa se vend¨ªa a cuarenta libras. De paso, tambi¨¦n mencionaba su condena de 1968 por posesi¨®n de cannabis. Sin embargo, el juez ten¨ªa muy presente el foll¨®n provocado por el proceso a El amante de lady Chatterley y el caso fue rechazado.
Lo que todav¨ªa no ha salido a la luz p¨²blica es el seguimiento de John Lennon por el servicio secreto brit¨¢nico, el MI5. Nunca se ha confesado oficialmente tal vigilancia, pero el FBI estadounidense ha reconocido poseer copias de esos informes, que se niega a revelar por proceder de "un Gobierno extranjero". Un esp¨ªa ingl¨¦s arrepentido, David Shayler, tuvo oportunidad de hojear los legajos de Lennon y ha contado que all¨ª se detallaba que hab¨ªa financiado diversas causas izquierdistas, incluyendo el Workers' Revolutionary Party, grupo trotskista que contaba con Vanessa Redgrave en sus filas. Tambi¨¦n pag¨® multas a manifestantes que protestaban contra el apartheid surafricano y subvencion¨® a Michael X, un autoproclamado l¨ªder del black power que terminar¨ªa ahorcado en Trinidad, por el asesinato de una mujer blanca. Lo que despert¨® la mayor hostilidad fue su identificaci¨®n con los cat¨®licos de Irlanda del Norte; se ha sabido que Lennon estuvo dispuesto a dar un concierto a favor de las familias de prisioneros del IRA.
El ¨²ltimo documento hallado en los National Archives es el m¨¢s fr¨ªo, pero, con sus ristras de cifras, transmite una cierta melancol¨ªa. Lleg¨® al Tribunal Supremo y se sum¨® a la demanda de Paul McCartney contra sus tres compa?eros, materializada el ¨²ltimo d¨ªa de 1970. Con fecha 20 de abril de 1972, la empresa de auditor¨ªa Arthur Young McClelland Moores presentaba las cuentas de The Beatles and Co. correspondientes a los a?os 1970 y 1971. Parafraseando a Lennon, era la confirmaci¨®n de que "el sue?o hab¨ªa acabado".
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