Tijuana o la muerte sin fin
250 personas han sido asesinadas en dos meses por la guerra entre 'narcos' - 400 empresarios han trasladado sus familias a EE UU
Del maletero del coche blanco, lentamente, van cayendo gotas de sangre. Ya hay un charquito y muchas moscas cuando llegan dos coches de polic¨ªa. Ni siquiera acordonan la calle. Har¨ªan falta muchos metros de cinta y muchos polic¨ªas para acordonar todas las calles de Tijuana donde aparecen ejecutados, con cabeza o sin ella, sumergidos en bidones de ¨¢cido o simplemente acribillados a balazos de AK-47 o AR-15, los fusiles preferidos de los sicarios. Desde la noche del jueves a la del viernes han sido ejecutadas ocho personas en la capital del Estado de Baja California. La ¨²ltima, una ni?a de tres a?os.
-?Qu¨¦ andan haciendo aqu¨ª?
Nada m¨¢s irse la polic¨ªa, que se ha llevado en una gr¨²a el coche blanco cargado de muertos, aparece un Ford Focus gris con las matr¨ªculas veladas por un pl¨¢stico negro. El que va de copiloto -un tipo muy grueso, de unos 40 a?os- se encara con los ¨²nicos que a¨²n quedan en la calle Romano, un reportero y dos fot¨®grafos. Les pregunta c¨®mo se llaman, qui¨¦nes son, qu¨¦ andan haciendo all¨ª. Sin casi esperar respuesta, les advierte:
El Ej¨¦rcito acaba de detener a 21 polic¨ªas de la ciudad; otros 17 han huido
Los carteles de la droga est¨¢n en plena disputa por el territorio
-No me gusta que est¨¦n aqu¨ª.
-?Por qu¨¦?
-Porque ¨¦ste es mi territorio.
-?Su territorio?
-Ya fueron advertidos, se?ores. Que tengan un buen d¨ªa...
El coche gris se marcha, lentamente. El tipo grueso a¨²n tiene tiempo de hacer un gesto de v¨¢yanse con la mano. Los periodistas se quedan perplejos. Tal vez s¨®lo sea un fanfarr¨®n, pero a nadie le apetece quedarse a comprobarlo. Tampoco es factible llamar a la polic¨ªa. Casi en ning¨²n lugar de M¨¦xico ¨¦sa es una buena opci¨®n, pero en Tijuana lo es a¨²n menos.
Hace s¨®lo unos d¨ªas, el Ej¨¦rcito detuvo y traslad¨® a la capital del pa¨ªs a 21 polic¨ªas de la ciudad. Otros 17, viendo lo que se les ven¨ªa encima, decidieron poner tierra de por medio y ahora est¨¢n siendo buscados con la ayuda de Estados Unidos. Se les acusa de servir a un poderoso c¨¢rtel de la zona, el de la familia Arellano F¨¦lix, protegiendo las rutas de la droga, entorpeciendo investigaciones oficiales, asesinando a sicarios rivales...
-S¨ª, los pudimos detener gracias a la confesi¨®n de El G¨¹ero Camar¨®n...
A pesar de lo chistoso de su alias -algo as¨ª como la gamba rubia-, Luis Ram¨ªrez V¨¢zquez fue hasta hace s¨®lo unos meses uno de los personajes m¨¢s peligrosos de Tijuana. Sus manos se mancharon muchas veces de sangre y siempre seg¨²n los caprichos del mejor postor. Durante a?os fue un fiel servidor de los Arellano F¨¦lix, pero cuando el c¨¢rtel empez¨® a fragmentarse -en buena parte por los embates del Ej¨¦rcito y de los federales- dej¨® a sus antiguos jefes y se alist¨® en una de las nuevas facciones, sin duda la m¨¢s criminal, la que todav¨ªa dirige desde alg¨²n lugar de la frontera uno de los narcotraficantes m¨¢s temidos, Teodoro Garc¨ªa Simental, alias El Teo.
La vida de traidor no es f¨¢cil en Tijuana. Aqu¨ª no se piden explicaciones. Desde el 26 de septiembre pasado han sido ejecutadas en el Estado de Baja California 252 personas, el 90% de ellas peque?os traficantes. Los Arellano F¨¦lix pusieron precio a la cabeza del rubio, pero se les adelant¨® la polic¨ªa.
El G¨¹ero Camar¨®n fue detenido y no tard¨® en cantar. Su informaci¨®n result¨® ser un fil¨®n. Uno de sus cometidos en las organizaciones a las que sirvi¨® era encargarse de la n¨®mina. ?l pagaba a los polic¨ªas corruptos. Se conoc¨ªa de memoria sus nombres, sus caras, la tarifa por mirar para otro lado y otra m¨¢s alta por utilizar el rev¨®lver. A mediados de esta semana, 46 polic¨ªas de Tijuana fueron detenidos e interrogados. La mitad qued¨® libre por falta de pruebas. El resto fue trasladado en un avi¨®n del Ej¨¦rcito a la capital del pa¨ªs. El dispositivo de seguridad militar que el mi¨¦rcoles por la ma?ana los llev¨® desde el aeropuerto Benito Ju¨¢rez hasta la sede de la polic¨ªa fue tan numeroso que hasta corri¨® el rumor -ampliado por la televisi¨®n- de que el Ej¨¦rcito estaba tomando la sede central de la Procuradur¨ªa General de la Rep¨²blica. Un portavoz se apresur¨® a desmentir una noticia que, aunque descabellada, no lleg¨® a sorprender en un pa¨ªs curado de espanto:
-Todo est¨¢ en orden. S¨®lo se trata de la escolta militar de los polic¨ªas de Tijuana detenidos. No m¨¢s que vienen muy acompa?aditos.
Son las nueve de la noche del viernes. Desde los ventanales de la d¨¦cima planta del hotel Marriot se tiene una magn¨ªfica vista de la ciudad. Un r¨ªo de coches se encamina lentamente hacia la frontera con Estados Unidos. Otro r¨ªo, no menos caudaloso, se dirige en direcci¨®n contraria hacia el concierto de Los Fabulosos Cadillacs, un grupo argentino de gira por M¨¦xico. La ciudad, como el resto del pa¨ªs, se resiste a claudicar ante el terror. Las calles est¨¢n m¨¢s vac¨ªas que antes, las madres no sueltan de la mano a sus hijos en ning¨²n momento, los vecinos del norte cada vez cruzan menos la frontera para venir a emborracharse o a ligar pagando en alguno de los cientos de tugurios que le dieron fama a la ciudad. De este lado de la frontera, decenas de taxis amarillos esperan sin ¨¦xito que se obre el milagro, que los vecinos ricos pierdan el miedo y regresen con sus d¨®lares y sus ganas de juerga.
Rommel Moreno observa el espect¨¢culo. M¨¢s de 20 hombres fuertemente armados vigilan de d¨ªa y de noche que nadie se le acerque sin autorizaci¨®n. ?l es el procurador general de Baja California, una pieza fundamental en la doble lucha en que est¨¢ embarcado el Gobierno de Felipe Calder¨®n. Una batalla hacia afuera -contra el narcotr¨¢fico- y otra m¨¢s dif¨ªcil a¨²n hacia adentro -contra los polic¨ªas y los pol¨ªticos corruptos-. Rommel Moreno casi nunca pierde la sonrisa:
-Tengo una misi¨®n y voy a cumplirla. Soy un hombre creyente y ahora lo que hay que hacer es limpiar el pa¨ªs de tanta delincuencia. Tenemos que volver a sentirnos orgullosos de M¨¦xico.
Los datos que se van desgajando de la conversaci¨®n con el procurador no son muy halag¨¹e?os. Su misi¨®n es cambiar la realidad, no maquillarla. Por eso confirma con pruebas que la situaci¨®n de violencia extrema -m¨¢s de 4.200 asesinados por encargo en el pa¨ªs en lo que va de a?o- a¨²n tardar¨¢ en remitir. S¨®lo en Rosarito, una de las cinco ciudades de Baja California, hay 500 narcomenudistas -as¨ª se le llaman aqu¨ª a los peque?os traficantes de droga-. En Tijuana la cifra aumenta a 1.500.
Si se tiene en cuenta que los distintos c¨¢rteles est¨¢n en plena disputa del territorio, que el 90% de las armas que se est¨¢n utilizando son nuevas -reci¨¦n compradas en alguna de las m¨²ltiples ferias que adornan el lado norte de la frontera- y que los continuos golpes de la polic¨ªa y el Ej¨¦rcito no hacen m¨¢s que abrir agujeros de poder que enseguida tienden a ser ocupados a tiro limpio... No hay muchos motivos para esperar que la pesadilla que vive M¨¦xico -y en especial estas zonas calientes de la frontera norte- vaya a mejorar a corto plazo.
Suena el tel¨¦fono m¨®vil. Es uno de los fot¨®grafos que cubren para peri¨®dicos de todo el mundo la guerra que se libra en Tijuana. Es la cuarta vez que llama en el d¨ªa. La primera vez fue muy de ma?ana, para informar del coche blanco que goteaba sangre. La segunda vez fue para informar de un tiroteo entre sicarios y polic¨ªas con el resultado de una v¨ªctima inocente, el due?o de una tienda que tuvo la mala fortuna de cruzarse en la trayectoria de las balas. Las siguientes llamadas -enmarcadas por el sonido de las sirenas- empeoraron la situaci¨®n.
La noche del viernes se fue fundiendo en drama hasta hacerse insoportable. La imagen estaba ayer en la portada de los diarios locales. Una ni?a de tres a?os -pantal¨®n vaquero, camisa blanca- inerte sobre el asfalto, en medio de un charco de sangre. Sobre la foto, un titular: "Incontenible ola de balaceras y muertos".
Debajo, la historia, una m¨¢s, la de un polic¨ªa, Fredy Fernando Matunaga, acribillado a balazos cuando circulaba en su coche acompa?ado de su familia. Los disparos en r¨¢faga de los fusiles AR-15 de los sicarios ni siquiera dudaron ante la presencia de la ni?a Jessy.
La desbandada ya ha llegado. M¨¢s de 400 empresarios han sacado a sus familias de la ciudad para ponerlas a salvo al otro lado de la frontera. Ellos van y vienen cada d¨ªa u ocupan algunos de los apartamentos de m¨¢xima seguridad que ya se empiezan a construir para adaptarse a la nueva realidad. El perfil de una ciudad joven -apenas 140 a?os de historia- y tradicionalmente alegre est¨¢ cambiando. Hay agencias que ayudan a las familias pudientes a pasar desapercibidas. Fuera la vida social, los lujos, los coches caros, la vida en escaparate. Hay empresas de veh¨ªculos blindados que se anuncian en los peri¨®dicos locales exhibiendo su m¨¢xima cualidad: el blindaje no se nota...
-Pero ni eso sirve ya -dice un agente de la polic¨ªa federal-. Ya no se secuestran ricos. Ser¨¢ porque se fueron o porque llevan una escolta dif¨ªcil de superar, lo cierto es que ahora cualquiera puede ser secuestrado. Los narcotraficantes necesitan dinero urgente con que pagar las drogas y las armas.
Durante a?os, la guerra de la droga en M¨¦xico -tambi¨¦n aqu¨ª en Tijuana- era la guerra de los otros. Hab¨ªa muertes, muchas menos, y eran entre las bandas. Hab¨ªa secuestros, muchos menos, y las v¨ªctimas estaban entre el peque?o c¨ªrculo de los que pod¨ªan pagar un rescate muy alto. Ahora es distinto. La incontenible ola de balaceras y muertos ya se lleva por delante a gente inocente, ya la guerra no se libra en los arrabales conflictivos, sino que ha bajado, ya est¨¢ aqu¨ª, en las colonias m¨¢s tranquilas. Y entre los secuestrados hay m¨¦dicos, arquitectos, due?os de tiendas de comestibles...
-Estaban sentados all¨ª, delante de la banda.
El Negro Durazo es un restaurante muy popular en Tijuana. Sus due?os, procedentes de Sinaloa, ya llevan 10 a?os aqu¨ª y se han hecho con una clientela amante de sus tacos de camar¨®n enchilado y del ruidoso sonido de la tambora. Hace s¨®lo unos d¨ªas, hab¨ªa 15 mesas ocupadas, sonaba la orquesta y los ni?os, como hoy, se divert¨ªan con un payasito que les regalaba globos.
-Fue en cuesti¨®n de segundos. Llegaron dos o tres, se fueron para la mesa donde estaban comiendo dos hombres j¨®venes y ta-ta-ta-ta, los dejaron fritos. Tra¨ªan puros cuernos -los fusiles AK-47- y, cuando el fot¨®grafo del restaurante los mir¨®, tambi¨¦n lo mataron. La gente se escondi¨® debajo de las mesas, en el ba?o, hubo quien quebr¨® los cristales y brinc¨® por las ventanas...
Han pasado unos d¨ªas y el restaurante vuelve a estar lleno. Incluso el camarero del Negro Durazo, que confiesa no haber dormido desde entonces, ensaya una sonrisa y una broma para quitarle hierro a la realidad.
-El restaurante se qued¨® vac¨ªo en segundos y, oiga, nadie regres¨® a pagar.
Se compra casa de secuestrado con su dinero
Ya se han dado tres casos. Salvo algunos detalles, la historia de los tres es muy parecida. Una familia pudiente que, por miedo a la inseguridad creciente, decide abandonar Tijuana y trasladar su residencia a Estados Unidos. A continuaci¨®n, pone en venta la casa, por lo general de alto precio, en algunas de las zonas residenciales, frente a la costa del Pac¨ªfico. Aparece un comprador de aspecto inmaculado y dinero contante y sonante. La operaci¨®n se cierra y, unos d¨ªas despu¨¦s, el antiguo due?o de la casa o alguno de sus familiares sufre un secuestro en M¨¦xico o, incluso, en terreno estadounidense (en el ¨²ltimo a?o se han contabilizado 32 secuestros en California).
La banda de secuestradores hace saber a la familia que no va a admitir mentiras. -Sabemos que dispone medio mill¨®n de d¨®lares en billetes, nos lo tiene que entregar si quiere volver a ver a su esposo con vida-, fue uno de los mensajes. De producirse, la denuncia a la polic¨ªa -?a qu¨¦ polic¨ªa?- nunca concluye con resultados positivos. No hay que olvidar que en M¨¦xico el 98% de los delitos queda impune. Jam¨¢s se demuestra que el comprador del chal¨¦ y los secuestradores son parte de un mismo y siniestro engranaje para conseguir el dinero del vendedor. El resultado: las familias se han quedado sin casa y sin dinero y con un miedo insuperable para volver a M¨¦xico.
Las autoridades mexicanas han constatado que, desde hace unos meses, el Estado de California est¨¢ sufriendo un aumento considerable de la delincuencia. Y espera que eso lleve a EE UU a establecer mecanismos conjuntos de lucha contra el crimen, como un mayor control en la venta de armas.
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