La hija rebelde vuelve a la carga
Su padre, el teniente coronel, les hac¨ªa caminar los domingos por la acera en fila india en direcci¨®n a la iglesia en orden decreciente. Primero el padre, luego la madre, luego los ocho hijos. Marie S¨¦gol¨¨ne era la cuarta.
La aspirante a liderar el socialismo franc¨¦s, el rostro m¨¢s popular de la izquierda francesa, siempre recuerda que no fue muy feliz ni en su infancia ni en su adolescencia, que su padre el teniente coronel era autoritario y machista y que eso tal vez le marc¨® para toda la vida. De ah¨ª, dice ahora, su rebeld¨ªa y su feminismo.
Naci¨® en Dakar, donde su padre estaba destinado, en 1953, en una casa con criados y palmeras. Tras pasar por La Martinica, la familia recal¨® en la localidad de Chamagne (en la regi¨®n de los Vosgos). Fue buena alumna en el colegio, en el instituto y en la universidad.
A los 25 a?os, ya en Par¨ªs, cuando estudiaba en la prestigiosa Escuela Nacional de Administraci¨®n (ENA), vivero de altos funcionarios y l¨ªderes pol¨ªticos, ingresa en el Partido Socialista franc¨¦s (PS). Y tambi¨¦n conoce al hombre que ser¨¢ su pareja sentimental durante muchos a?os, con el que tendr¨¢ cuatro hijos, del que se separar¨ªa en 2007, una vez terminada la campa?a presidencial... y al que espera suceder hoy al frente del PS cuando termine el 75? congreso del principal partido de la izquierda francesa. Hasta este punto en el PS se cruzan, algo esquizofr¨¦nicamente, las divergencias o avenencias ideol¨®gicas con los estragos sentimentales.
A pesar de la sonrisa perfecta que luce en cada foto, los que la conocen la definen como una persona r¨ªgida y distante, caracter¨ªsticas tal vez heredadas tambi¨¦n de ese padre oficial que hac¨ªa del hogar una sucursal de la mili.
En 1988 es elegida diputada; en 1992, ministra de Medio Ambiente; en 1997, de Educaci¨®n; en 2004, presidenta regional de Poitou-Charentes (en el suroeste franc¨¦s), un cargo que a¨²n ostenta. Y en noviembre de 2006, contra todo pron¨®stico y contra los deseos de los jerarcas del Partido Socialista, gana en unas primarias y se erige como candidata a presidenta de la Rep¨²blica.
Nace la S¨¦goman¨ªa, y no s¨®lo en Francia: se a¨²pa a las portadas de todos los semanarios del mundo, atraviesa como un vendaval el mustio panorama socialista. Sus detractores la acusan de falta de profundidad, de ligereza; sus defensores replican que por fin hay alguien en la izquierda que habla menos de filosof¨ªa de la pol¨ªtica que de educaci¨®n y guarder¨ªas, capaz de sacudirse el peso de la vieja guardia y ganar de una vez.
Pero Nicol¨¢s Sarkozy, otro l¨ªder que alcanz¨® el control de su partido de una forma heterodoxa, la derrot¨® desde la derecha. Royal y sus seguidores se quejaron siempre del poco apoyo de su organizaci¨®n a lo largo de la campa?a. El partido (personificado en el hombre del que se acababa de separar) se encog¨ªa de hombros y replicaba que la culpa hab¨ªa que buscarla en la escasa solidez del candidato.
Ahora Royal vuelve. Con la misma sonrisa y un discurso parecido. Aunque esta vez est¨¢ dispuesta a quemar todas las etapas antes de pelear de nuevo por la presidencia. Y la primera de ellas pasa por hacerse con un partido cuyas ¨¦lites le dieron la espalda, pero los militantes no. De hecho, es la primera en la lista en apoyos expresos de los afiliados en la votaci¨®n preliminar al congreso de Reims, con un 29%. Ahora va paso a paso. Como la hija del teniente coronel.
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