'Sherpas' y yaks entre los emergentes
Los pa¨ªses en desarrollo alcanzan al fin la primera l¨ªnea de la diplomacia mundial - EE UU se despide como ¨²nica potencia hegem¨®nica
En la cumbre merodearon sherpas y yaks. Y para algunos, fue como tocar el Everest tras una larga escalada. Pero nada de eso ocurri¨® en el Himalaya, sino en Washington. El colapso financiero y la amenaza cierta de una recesi¨®n no constituyen el mejor escenario para demostraciones de alegr¨ªa. El presidente de Estados Unidos, George Bush, y los l¨ªderes europeos, revelaron m¨¢s alivio que entusiasmo cuando comentaron el acuerdo alcanzado por el G-20. Pero los mandatarios de Brasil, India o Corea del Sur apenas ocultaban su satisfacci¨®n. Las econom¨ªas emergentes hab¨ªan llegado al fin a la primera l¨ªnea de las decisiones pol¨ªticas mundiales. Una nueva presencia que se dej¨® notar ya en la cena de gala.
La cumbre en s¨ª dur¨® cuatro horas y fue en realidad un fundido en negro
Se conoce como 'sherpas' a los consejeros de cada delegaci¨®n
El men¨² de la cena fue austero: codorniz y costillas de cordero
Los periodistas fueron confinados a dos kil¨®metros de la Casa Blanca
Bajo un cuadro de Abraham Lincoln, Bush presidi¨® la cena en la noche del viernes. A su derecha sent¨® al presidente brasile?o, Luis Inacio Lula; a su izquierda, al presidente de China, Hu Jintao. En la enorme mesa ovalada, se sentaron los m¨¢ximos responsables de pa¨ªses como Indonesia, Turqu¨ªa o Sur¨¢frica, que nunca hab¨ªan estado tan cerca de influir en decisiones de este calado. Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, el presidente espa?ol, ocup¨® una silla, ganada en los salones de la diplomacia, junto a la canciller alemana, Angela Merkel.
La Casa Blanca ten¨ªa la lecci¨®n aprendida. Agasaj¨® a sus invitados con codorniz ahumada, costillas de cordero y un fondant de peras con ar¨¢ndanos. Un men¨² muy alejado del fest¨ªn gastron¨®mico que se dieron los representantes del G-7 (el club de los pa¨ªses ricos) en Jap¨®n hace cuatro meses. Aquellas Bendiciones de la tierra y el mar, que fue como el cocinero Katushiro Namukura bautiz¨® sus 19 platos, contrastaban con demasiada crudeza con el objetivo de la cumbre: debatir medidas contra la crisis provocada por los altos precios de los alimentos.
En la cumbre hubo ausencias muy presentes, como la de Barack Obama, que ser¨¢ el nuevo presidente de EE UU en enero. Y ausencias moment¨¢neas que dieron pie a la an¨¦cdota de la jornada. La presidenta argentina, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, y el mandatario mexicano, Felipe Calder¨®n, no llegaron a tiempo a la primera foto de familia en el National Building Museum. Hubo una segunda foto; y un inmediato reguero de alusiones en los medios argentino, que en sus versiones electr¨®nicas recordaron que Fern¨¢ndez ya se retras¨® en la cumbre latinoamericana de mayo. Y aprovecharon para atizar a la presidenta por su err¨¢tica pol¨ªtica exterior.
Salvo los fot¨®grafos y c¨¢maras que pudieron entrar media hora para captar la imagen de la foto de familia, los periodistas fueron confinados en el Departamento de Estado a dos kil¨®metros de la sede de la cumbre. A la cada vez m¨¢s frecuente costumbre de alejar a la prensa (y las protestas, esta vez poco numerosas), la Casa Blanca sum¨® esta vez la t¨¢ctica del agotamiento. A decenas de periodistas se les dijo que su acreditaci¨®n estaba impresa, pero que ten¨ªan que recogerla en otro edificio. Tras una peregrinaci¨®n por varias sedes del Gobierno estadounidense el viernes, se fij¨® otra cita, en la madrugada del s¨¢bado, en la puerta del Departamento de Estado. Tampoco hubo acreditaciones esta vez, pero al final se dej¨® pasar con cualquier carn¨¦ con foto.
Tampoco es que la acreditaci¨®n diera acceso a gran cosa. Una se?al interna de televisi¨®n, reflejada en varias pantallas planas, mostr¨® las dos fotos de familia y a Bush recibiendo uno a uno a los l¨ªderes mundiales. El aburrimiento del presidente norteamericano ante un pasamanos eterno hizo concebir esperanzas de alguna mueca, pasto de YouTube. Pero se contuvo. Luego un r¨¢pido barrido sobre la mesa de la cumbre, que apenas dio para comprobar que Zapatero y el franc¨¦s Nicolas Sarkozy se sentaron bajo la bandera de la UE, para no desairar a los extra?os compa?eros de viaje (Rep¨²blica Checa y Holanda) tras el baile de sillas para hacer sitio a todos.
El resto de la cumbre fue un fundido en negro hasta que Bush compareci¨® cuatro horas despu¨¦s para comentar el resultado final. Fue entonces el tiempo de los yaks, que no son aqu¨ª los bueyes peludos del Tibet, sino el extra?o nombre que en la jerga de las cumbres internacionales se da a los asistentes de las delegaciones. En los hoteles, hab¨ªa yaks con los periodistas de cada pa¨ªs. Y Francia y Estados Unidos tuvieron la delicadeza de enviar yaks al Departamento de Estado para filtrar algo de informaci¨®n en el centro internacional de prensa.
Los sherpas, que es como se conoce a los principales consejeros, que se comen el trabajo sucio de la cumbre, se quedaron junto a los l¨ªderes. Hubo una excepci¨®n notable: Obama sigui¨® la cumbre desde lejos, en Chicago, pero sus sherpas, Madeleine Albright y Jim Leach, desplegaban una intensa actividad en Washington. En el caso espa?ol, la organizaci¨®n concedi¨® el t¨ªtulo de sherpa al secretario de Estado de Econom¨ªa, David Vegara. No hubo oportunidad de preguntarle sobre c¨®mo se lo tomaba, porque la delegaci¨®n de Zapatero se march¨® a escape, nada m¨¢s acabar su conferencia de prensa.
Bush s¨ª se entretuvo algo m¨¢s en decir adi¨®s. "Algunos de ustedes deben saber ya que estoy de retirada", dijo a los periodistas con una sonrisa cansada. Fue su ¨²ltima cumbre internacional, la cita en la que EE UU empez¨® a despedirse de su papel de superpotencia mundial.
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