"Estaba empezando a levantar cabeza tras la muerte de su padre"
A ?lvaro Uss¨ªa Caballero le encantaba el campo. Tambi¨¦n los caballos. Y de hecho, hace tiempo tuvo uno. Lo llam¨® Rub¨ª. Lo echaba de menos, pero ahora se conformaba con salir a caminar lejos de la ciudad. Si era posible, a la finca de alguno de sus amigos, si no, al monte. Le gustaba dar largos paseos por el campo. La gente era su otra pasi¨®n: sobre todo su familia -su madre, sus hermanos, sus t¨ªos y primos- y sus amigos. Ten¨ªa 18 a?os cuando muri¨® en la madrugada del pasado s¨¢bado tras una absurda discusi¨®n de discoteca con sus porteros.
De estatura media, delgado, pelo claro, ?lvaro era un chico con ¨¦xito entre las chicas en el colegio Monte Tabor de Pozuelo de Alarc¨®n, en el que desde el pasado mes de septiembre estudiaba segundo de Bachillerato.
"Era un t¨ªo guapo y muy gracioso. Llamaba la atenci¨®n", recuerdan, arremolinados en corro, un grupo de amigos a las puertas del Instituto Anat¨®mico Forense, todos ellos encorbatados y vestidos con traje oscuro.
Desde hace unos meses sal¨ªa con una chica, Mar¨ªa, seguramente una de las personas que m¨¢s le echar¨¢ de menos. Les iba bien, dicen en su entorno. Parec¨ªa que era una relaci¨®n seria.
Pero tambi¨¦n ten¨ªa gancho para sus amigos. Lo que se llama madera de l¨ªder. Todos le quer¨ªan y le admiraban a partes iguales. "Si necesitabas algo, ¨¦l estaba ah¨ª. Era muy amigo de sus amigos", relatan sin parar los j¨®venes del grupo.
En las caras de todos ellos se pod¨ªa leer con nitidez la gran tristeza, profunda, de apenas unos adolescentes. No muy lejos de all¨ª, sus familiares se abrazaban unos a otros, absolutamente destrozados.
?lvaro era un convencido enamorado del deporte. Pr¨¢cticamente de todos. Y sol¨ªa practicarlos. Desde el tenis al f¨²tbol, pasando por el esqu¨ª. Tambi¨¦n le atra¨ªa el mundo del motor: los coches y las motos.
Pese a su corta edad, ?lvaro ya hab¨ªa sufrido un golpe muy duro en su vida. Uno de esos de los que cuesta recuperarse. Hace casi tres a?os, cuando apenas contaba 15, muri¨® su padre. Fue por Semana Santa. Entonces ¨¦l, su hermano Antonio, el mayor, su hermana peque?a, a¨²n menor de edad, y su madre, Beatriz, se quedaron sin una referencia. "?l lo pas¨® muy mal. Le cost¨® mucho salir del t¨²nel despu¨¦s de lo de su padre. Incluso perdi¨® un curso", a?aden algunos de los que mejor le conoc¨ªan.
Sin embargo, la tormenta hab¨ªa empezado a amainar en los ¨²ltimos tiempos. ?lvaro comenzaba ya a sentirse mejor. "Se hab¨ªa planteado muy en serio los estudios este a?o, quer¨ªa tirar para adelante. Estaba empezando a levantar cabeza", recuerdan sus amigos. Ten¨ªa la firme intenci¨®n de estudiar la carrera de Derecho, como hizo su padre, abogado de profesi¨®n. Actualmente viv¨ªa con su madre y sus hermanos en un chal¨¦ en el barrio madrile?o de Aravaca. Formaba parte de una familia amplia y acomodada.
Pero su futuro se vio truncado la madrugada del s¨¢bado, cuando unos porteros de discoteca se cruzaron en su camino. Hab¨ªa salido con un amigo y un primo y estaban en la discoteca El Balc¨®n de Rosales, ad¨®nde sol¨ªan ir a tomar algo los fines de semana, porque incluso algunos amigos suyos trabajaban en ocasiones en la sala.
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