El posmuseo
La obra m¨¢s esperada del arquitecto Teodoro Gonz¨¢lez de Le¨®n (Ciudad de M¨¦xico, 1928), el Museo Universitario de Arte Contempor¨¢neo (MUAC), se inaugura el pr¨®ximo mi¨¦rcoles. Es el legado del rector saliente de la UNAM (Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico), Juan Ram¨®n de la Fuente, y de su eficaz equipo liderado por Gerardo Estrada como promotor cultural junto con Felipe Leal como director de los nuevos equipamientos universitarios. Es tambi¨¦n la obra que completa el conjunto cultural que conform¨® la segunda fase de la Ciudad Universitaria, paradigma de la arquitectura de mitad del pasado siglo, donde se funden la modernidad con la tradici¨®n prehisp¨¢nica.
M¨¦xico es una ciudad colmada de museos. Si bien muchos de ellos reutilizaron edificios existentes -sobre todo coloniales- con bastante capacidad para adaptarse a nuevos usos, no fue hasta los a?os sesenta que hubo una irrupci¨®n de nuevos museos, en parte con la excusa ol¨ªmpica de 1968. As¨ª, se construyeron en poco tiempo el Museo de Antropolog¨ªa y el Museo de Arte Moderno, ambos de Pedro Ram¨ªrez V¨¢zquez y Rafael Mijares (con Jorge Campuzano en el primero). En 1981 se complet¨® la zona muse¨ªstica en el parque de Chapultepec con el Museo Tamayo, proyectado por Teodoro Gonz¨¢lez de Le¨®n y Abraham Zabludovsky, y salvo peque?as novedades no se construy¨® ninguno m¨¢s hasta 1993 con el Museo del Ni?o, que dise?¨® Ricardo Legorreta.
El consta de una serie de plataformas que responden a las distintas alturas de las salas, ba?¨¢ndolas de luz cenital
Ciertos sectores de la comunidad art¨ªstica han criticado el proyecto por el car¨¢cter protag¨®nico de su arquitectura
El Museo Rufino Tamayo fue una s¨ªntesis de todo el repertorio abstracto de Zabludovsky y Gonz¨¢lez de Le¨®n de esos a?os, donde monumentalidad y discreci¨®n en el paisaje confieren la mejor expresi¨®n del talud, las rampas, la luz y el patio interior, acentuando la relaci¨®n entre arquitectura y artes pl¨¢sticas. A diferencia de los injertos muse¨ªsticos que invadieron el pulm¨®n verde de la Ciudad de M¨¦xico, ¨¦ste desaparece en el paisaje, act¨²a sobre el vac¨ªo metropolitano sin mimetizarse, conservando el rigor y autonom¨ªa de la geometr¨ªa. El museo est¨¢ conformado por una serie de plataformas que responden a las distintas alturas de las salas de exposici¨®n, ba?¨¢ndolas de luz cenital. Como afirmaba Paul Heyer en la monograf¨ªa de estos arquitectos, el museo "sigue la idea tem¨¢tica organizadora central de una construcci¨®n piramidal que logra un manejo diestro de un espacio altamente variable".
Siendo estudiante, Teodoro Gonz¨¢lez de Le¨®n ya fue coautor de los primeros trazos de la Ciudad Universitaria hist¨®rica. Con sus compa?eros Armando Franco y Enrique Molinar proyect¨® una ciudad radiante de corte corbusierano que Enrique del Moral y Mario Pani, autores del plan maestro, incorporaron en su propuesta todav¨ªa beauxartiana.
Y casi sesenta a?os despu¨¦s, Gonz¨¢lez de Le¨®n completa con el MUAC la pieza que faltaba en el centro cultural que conform¨® la segunda fase de la Ciudad Universitaria. Un c¨ªrculo envolvente contiene unos cubos de hormig¨®n blanco iluminados cenitalmente, que se estructuran sobre un eje norte-sur y dos calles perpendiculares a ¨¦ste. El eje vertebra la composici¨®n mand¨¢lica del proyecto y la nueva plaza articula el acceso al museo y a la sala Netzahualtcoyotl, a la par que saca a la luz la escultura La espiga, de Rufino Tamayo, hasta ahora oculta en medio de un estacionamiento. La fachada sur se diluye ante la plaza, sin tocarla. Es un plano inclinado a 45 grados de vidrio difuminado, que deja ver la plaza desde el interior a la vez que se protege de la incidencia solar. Longitudinalmente, los setenta metros de este plano inclinado arropan, a cubierto, los accesos al museo y la sala de conciertos. Dos calles interiores y cuatro patios definen la posici¨®n de las salas. Poco queda en la memoria del Museo Tamayo. La escala, el modo de ver el arte y una nueva neutralidad espacial los distancia. Las dimensiones de las salas recurren a un m¨®dulo de doce metros, con alturas de seis, nueve y doce metros. La luz cenital, articulada por un ingenioso doble rebote sobre planos inclinados, puede bloquearse, y buena parte de estos grandes vol¨²menes es susceptible de compartimentarse. No es un recorrido que hilvana salas de exposici¨®n, sino una secuencia intercambiable de contenedores de espacio. Algunos de ellos se expanden, m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite circular, en audaces voladizos.
Las circulaciones verticales refuerzan el eje que enmarca el acceso y unen la planta del museo con el subsuelo. Junto a la entrada se ubica la tienda del museo y en el nivel inferior el auditorio, la mediateca y la cafeter¨ªa. A trav¨¦s de los grandes ventanales de la mediateca, o de la ventana corrida de sesenta metros recortada sobre el cilindro envolvente con la perfecci¨®n de un l¨¢ser, se establece la relaci¨®n con el paisaje volc¨¢nico, con cuya lava negra interact¨²a el hormig¨®n blanco sin cincelar del edificio.
Ciertos sectores de la comunidad art¨ªstica han criticado el proyecto por el car¨¢cter protag¨®nico de su arquitectura. El rechazo a los museos medi¨¢ticos, convertidos en polos tur¨ªsticos de fines del siglo XX que llen¨® de esperanza tantas ciudades perdidas en el mapa -deslumbradas por el efecto Guggenheim de Bilbao-, gener¨® reacci¨®n entre los puristas del arte. Las virtudes de la caja neutra, que lejos de buscar el efectismo y la originalidad se refugia en los grandes espacios ausentes de autor, era el modelo que propon¨ªan. Sin embargo, el reci¨¦n terminado MUAC, lejos de abrir una brecha entre arquitectos y muse¨®grafos, comisarios y artistas, o ahondar en la confrontaci¨®n entre la discreci¨®n de unos espacios d¨®ciles y la arquitectura de autor, tiende a un cierto sincretismo entre neutralidad espacial y monumentalidad urbana.
Con esta obra, Teodoro Gonz¨¢lez de Le¨®n -que obtuvo este a?o la medalla de oro de la Uni¨®n Internacional de Arquitectos (UIA), distinci¨®n que junto con el Premio Pritzker son quiz¨¢ los reconocimientos m¨¢s importantes que se otorgan para la arquitectura en el mundo- no s¨®lo aporta unas buenas lecciones de arquitectura, sino que crea nuevos espacios que transforman el desangelado Centro Cultural Universitario en un espacio urbano y hacen de la ciudad un lugar m¨¢s deseable. Ahora que abre sus puertas para mostrar las joyas de la colecci¨®n universitaria de arte contempor¨¢neo ser¨¢ la ocasi¨®n para que la gente se apropie del museo.
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