El socialismo franc¨¦s se parte en dos
Aubry vence por s¨®lo 42 votos a Royal - La ex candidata a la presidencia denuncia irregularidades y pide una votaci¨®n m¨¢s para elegir l¨ªder en el PS
En una inacabable noche electoral de locos, la alcaldesa de Lille, Martine Aubry, se impuso a la ex candidata presidencial S¨¦gol¨¨ne Royal en su particular duelo para dirigir el Partido Socialista franc¨¦s (PS). Lo hizo por una diferencia min¨²scula, casi rid¨ªcula: 42 papeletas m¨¢s en una votaci¨®n en que participaron 137.116 militantes. Esto certifica hasta qu¨¦ punto el PS ha acabado literalmente partido por la mitad tras desangrarse durante las dos semanas extenuantes en que lleva tratando de encontrar un l¨ªder.
De hecho, a¨²n sigue: los partidarios de Royal no aceptan la derrota, han denunciado irregularidades en algunas federaciones y reclaman una nueva votaci¨®n. "Los militantes tienen derecho a un voto claro e indiscutible", dijo Royal. Los seguidores de Aubry no est¨¢n dispuestos a repetir la consulta porque se saben vencedores a¨²n por ese milim¨¦trico margen.
Un lugarteniente de Royal asegura que, por ahora, no hay riesgo de escisi¨®n
Los militantes llevan 20 d¨ªas envueltos en un nombramiento que no llega nunca
El primer secretario saliente, Fran?ois Hollande, escondido toda la noche, sali¨® ayer a la palestra a aclarar que el resultado es el que es pero que necesitar¨¢ la validaci¨®n del Consejo Nacional, que se reunir¨¢ pasado ma?ana, martes, y que resolver¨¢ los recursos pertinentes. Manuel Valls, uno de los lugartenientes de Royal, asegur¨® que existe una divisi¨®n patente pero que, por ahora, no hay riesgo de escisi¨®n. La fractura es tal que hace falta aclararlo.
Los militantes terminaron de votar a las diez de la noche del viernes. Los dos bandos irreconciliables -liderados para empezar por dos mujeres que no se soportan una a otra- se apostaron cada uno en su cuartel general. Poco a poco iban llegando los datos a la sede socialista en Par¨ªs, al elegante palacete de dos plantas situado en Saint-Germain-des-Pr¨¦s.
A las doce de la noche ya se sab¨ªa que la votaci¨®n iba a ser ajustada, pero nadie se imaginaba cu¨¢nto. Un dirigente del bando de Aubry se dej¨® caer por el patio donde vagaban los periodistas para deslizar que la alcaldesa de Lille hab¨ªa ganado. A los pocos minutos lleg¨® a los m¨®viles un bombardeo de mensajes de la otra parte: "No nos dejaremos robar la victoria".
En la planta segunda del palacete, cerca de la sala donde se centralizaba toda la informaci¨®n, los pol¨ªticos de uno y otro lado paseaban atornillados al m¨®vil, cantando las noticias a los compa?eros del cuartel general. De pronto, se comenz¨® a escuchar un griter¨ªo que llegaba de afuera.
Eran decenas de militantes, de seguidores socialistas, que pegados a la valla de entrada, gritaban "?Unidad!", "?Unidad!", "?Unidad!". A primera vista parec¨ªa una iron¨ªa. Pero no. Pronto, otro sector de militantes les contestaba: "?Democracia!", "?Democracia!". En el fondo, los primeros, partidarios de Aubry, reclamaban que se diera por bueno el resultado que viajaba de rumor en rumor; los otros, seguidores de Royal, exig¨ªan lo contrario. Ambos grupos, grit¨¢ndose unos a otros con mucha educaci¨®n compon¨ªan la met¨¢fora viva del actual socialismo franc¨¦s, dividido y confuso, incapaz de alumbrar un l¨ªder no ya incontestable, sino al menos no contestado por la mitad menos uno.
Todos los militantes y socialistas llevaban casi 20 d¨ªas envueltos en el nombramiento del nuevo primer secretario, que no acababa de llegar nunca. Hab¨ªan celebrado un congreso infructuoso, el fin de semana pasado en Reims, que se cerr¨® en falso, sin vencedor. Los mismos militantes ya hab¨ªan votado tres veces.
La mete¨®rica intervenci¨®n de la direcci¨®n del partido trajo algo de calma. Se anunci¨® un comunicado oficial, algo que despejara las dudas y que silenciara los envenenados comentarios de pasillo. Por fin se sabr¨ªa qui¨¦n hab¨ªa ganado y por cu¨¢nto. Por fin habr¨ªa un l¨ªder. Compareci¨® p¨²blicamente el dirigente socialista Daniel Vaillant, antiguo ministro de Defensa, y actu¨® de improvisado portavoz oficial. Y ante el silencio expectante de una sala a rebosar, solt¨®:
-No se puede decir qui¨¦n ha ganado porque la votaci¨®n est¨¢ tan ajustada que incluso hay que esperar los votos de Ultramar.
-?Y cuando se sabr¨¢?
-No lo s¨¦, la verdad.
Jam¨¢s el mundo socialista estuvo tan pendiente de los militantes del otro lado del oc¨¦ano, que votan m¨¢s tarde por el cambio de horario. A las cinco y media de la ma?ana, un comunicado oficial titulado "Contabilizaci¨®n total de las federaciones" daba el resultado final.
Martine Aubry, la trabajadora ministra de las 35 horas laborales, proclive a un partido de corte cl¨¢sico, puntillosa, de ademanes secos y mal pronto, hab¨ªa conseguido el 50,02% de los votos; S¨¦gol¨¨ne Royal, la l¨ªder de la sonrisa ideal, m¨¢s moderna, favorable a un partido de corte presidencialista, abierto a m¨¢s militantes y seguidores, la de los gestos teatrales a veces m¨ªstico-cursis, la hasta ese momento encarnaci¨®n de un nuevo PS, hab¨ªa logrado el 49,98%. La diferencia en las urnas entre estas dos mujeres tan diferentes se reduc¨ªa, parad¨®jicamente, a un pu?ado de 42 votos de militantes que jam¨¢s importaron tanto.
"Perderemos todos si no somos capaces de unirnos", aventur¨® ayer Aubry. En una breve declaraci¨®n p¨²blica, advirti¨®: "Se lo debemos a los militantes".
La vol¨¢til ala izquierda tambi¨¦n se divide
Los seguidores de la autodenominada ala izquierda del Partido Socialista franc¨¦s (PS), del eurodiputado Beno?t Hamon, que lleg¨® a aglutinar hasta el 22% de los votos de los militantes en una elecci¨®n previa, resultaron determinantes en esta ¨²ltima y decisiva consulta para elegir primer secretario.
Martine Aubry ha hecho de la fijaci¨®n del partido en la izquierda y en la negativa rotunda a cualquier acercamiento al centro una de las caracter¨ªsticas de su campa?a frente a S¨¦gol¨¨ne Royal. Por eso, todos esperaban que la alcaldesa de Lille se llevar¨ªa todos los votos provenientes de Hamon y vencer¨ªa, si no ampliamente, s¨ª al menos con un margen honroso.
No ha sido as¨ª. Royal, m¨¢s proclive a pactar con el centro y con menos empachos ideol¨®gicos, ha demostrado sin embargo que es capaz de ara?ar apoyos de militantes de todas las tonalidades. De ah¨ª la victoria por la m¨ªnima de Aubry.
En todo caso, la futura primera secretaria del PS, en caso de que el Consejo Nacional que se celebra pasado ma?ana la ratifique, deber¨¢ enfrentarse a no pocos desaf¨ªos a fin de evitar que el zozobrante barco del socialismo franc¨¦s no termine por hundirse de manera definitiva.
El primero de estos retos ser¨¢ el m¨¢s dif¨ªcil: hacerse con la legitimidad suficiente como para unir (o al menos recomponer) un partido dividido por la mitad. Despu¨¦s, tendr¨¢ que preparar las elecciones europeas de junio de 2009 y, a m¨¢s largo plazo, organizar la nominaci¨®n del candidato socialista que se enfrente a Nicolas Sarkozy en las elecciones a presidente de la Rep¨²blica en 2012.
Visto lo visto en el congreso de Reims y en las posteriores votaciones para la elecci¨®n del primer secretario, el asunto resultar¨¢ peliagudo.
En cuanto al terreno ideol¨®gico, Aubry deber¨¢ delimitar bien el campo de actuaci¨®n del PS, cada vez m¨¢s emparedado entre el centro de Fran?ois Bayrou, que se ha convertido en protagonista inesperado y beneficiario de este proceso de elecci¨®n socialista, y la ultraizquierda de Olivier Besancenot, el cartero l¨ªder de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), un pol¨ªtico popular en Francia capaz de aglutinar un porcentaje de votos cercano al 10%.
Todo esto, claro, sin olvidarse de dirigir la oposici¨®n al siempre hiperactivo Sarkozy, que ha sabido salir reforzado de su etapa como presidente de la Uni¨®n Europea, que termina el 31 de diciembre.
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