Manos a las obras, ?ya!
Cuando todav¨ªa no hemos logrado contener la crisis financiera y crediticia empezamos a ver con claridad las consecuencias reales de tan severas condiciones. Afortunadamente, la intervenci¨®n de los diferentes bancos centrales y gobiernos de los principales pa¨ªses avanzados ha conseguido evitar un colapso de los sistemas financieros y los mecanismos que aseguran la provisi¨®n de los medios de pago y cr¨¦dito en una econom¨ªa, vitales para el giro real de la actividad, la instrumentaci¨®n de transacciones y los intercambios, la creaci¨®n de empresas o la contrataci¨®n de trabajadores.
Otra cosa es la traza profunda que esta crisis de la esfera financiera de la econom¨ªa ha dejado en la esfera real. Las econom¨ªas avanzadas est¨¢n ya entrando en recesi¨®n una tras otra. El cierre de los canales de cr¨¦dito ha llevado a numerosas empresas a la quiebra por falta de financiaci¨®n para su circulante. Ha impedido que se crearan las empresas que habitualmente lo hacen en condiciones normales o ha paralizado los proyectos de inversi¨®n que sostienen el crecimiento del empleo y el futuro de la econom¨ªa. Recuperar este desfase llevar¨¢ tiempo, por lo que la crisis ser¨¢ duradera en ausencia de medidas contundentes por parte de las autoridades fiscales.
Nadie va a maldecirnos porque en 2011 la deuda p¨²blica espa?ola alcance el 60% del PIB
Los consumidores han retra¨ªdo tambi¨¦n su consumo de bienes duraderos en un contexto de sombr¨ªas expectativas sobre el curso del empleo y est¨¢n aumentando a pasos agigantados su ahorro, lo que contribuye a deprimir adicionalmente la demanda de bienes y servicios. Restaurar la confianza de los hogares tampoco ser¨¢ f¨¢cil mientras el desempleo aumente y ¨¦ste lo seguir¨¢ haciendo salvo que el PIB y las rentas crezcan a tasas de cierta entidad que no se ver¨¢n en los pr¨®ximos a?os.
Tan sombr¨ªas son las perspectivas reales de la econom¨ªa (PIB y empleo) que la bolsa lleva mucho tiempo enlazando alzas, debidas a las relativamente mejores noticias financieras, y bajas, motivadas por la constataci¨®n regular de que la econom¨ªa real va cada vez peor. Los precios de las materias primas, el oro o el petr¨®leo, por fin, ya reflejan, con su aparatosa ca¨ªda, que no existen refugios estables cuando la econom¨ªa real se tambalea.
Cuando el patr¨®n cl¨¢sico de una recesi¨®n "normal" es una "V", de r¨¢pida ca¨ªda y posterior recuperaci¨®n, lo que vislumbramos ahora mismo es una "U" con un tramo horizontal m¨¢s o menos alargado, pero con remontada al final. No falta quien augura una "L", como patr¨®n para la recesi¨®n que se inicia, con un tramo horizontal sin visos de correcci¨®n en el horizonte discernible. Para empezar, las progresivas rebajas en los tipos de inter¨¦s de los bancos centrales est¨¢n dejando sin margen de maniobra a la pol¨ªtica monetaria antes incluso de que la recesi¨®n se pueda confirmar en muchos pa¨ªses. No es posible reducir mucho m¨¢s los tipos y, por lo tanto, la pol¨ªtica monetaria pierde cada vez mayor eficacia. Es lo que se conoce como "trampa de la liquidez".
En estas condiciones, la intervenci¨®n de las autoridades econ¨®micas debe orientarse a estimular la demanda agregada por la v¨ªa de la pol¨ªtica fiscal. Pero, como muestra bien el caso japon¨¦s de los primeros a?os noventa, las reducciones de impuestos o las subvenciones directas a los hogares ser¨¢n en buena medida destinadas al ahorro, dado el estado de la confianza de los consumidores y la creciente amenaza del desempleo.
La pol¨ªtica fiscal debe instrumentarse mediante aumentos del gasto p¨²blico. Pero no del gasto corriente, eso ser¨ªa muy contraproducente. Sino del gasto p¨²blico en infraestructuras productivas.
Miremos a Espa?a ahora. Nuestra econom¨ªa ten¨ªa ya cantada una severa recesi¨®n inmobiliaria como consecuencia de la carest¨ªa de las viviendas, que expuls¨® a los demandantes de vivienda del mercado y el exceso de oferta de vivienda consiguiente, apenas resuelto por el magro descenso de los precios. Por s¨ª solo, el menor tono de la construcci¨®n estaba llamado a provocar bastante da?o en el mercado de trabajo, la actividad de los sectores auxiliares tanto industriales como de los servicios, y, en segundas rondas, el conjunto de la econom¨ªa. Pero el da?o deb¨ªa ser contenido y f¨¢cilmente reversible. Al sumarse a estos desarrollos la crisis crediticia y el hundimiento de las expectativas de los consumidores, la econom¨ªa espa?ola compartir¨¢, no sin sus propias derivadas, el destino recesivo del conjunto de las econom¨ªas avanzadas. Las previsiones que se van actualizando, indican que es muy probable que se encadenen varios trimestres seguidos de evoluci¨®n negativa del PIB, o que el desempleo no deje de crecer hasta bien pasado 2010, qui¨¦n sabe si alcanzando niveles del 17% o superiores mientras el PIB no crezca a ritmos superiores al 2,%5 o el 3%.
El d¨¦ficit p¨²blico ya ser¨¢ bastante elevado al cabo del presente ejercicio, puede que por encima del 3% del PIB. Y eso sin hacer nada, como si dij¨¦ramos, simplemente debido al juego de los mecanismos autom¨¢ticos. Los Presupuestos que ahora mismo se debaten en el Parlamento no se parecer¨¢n en nada a los que acabaremos liquidando para 2009 mucho despu¨¦s de finalizado ese a?o. S¨®lo por tales mecanismos autom¨¢ticos. Pero este desgaste presupuestario "pasivo" no lograr¨¢ contener la sangr¨ªa real que sufrir¨¢ la econom¨ªa. Se mantendr¨¢n las prestaciones por desempleo, pero aumentar¨¢ el paro.
Cuesta decirlo despu¨¦s de haber superado uno de los vicios seculares de nuestras cuentas p¨²blicas, cual es el d¨¦ficit. Pero si no se act¨²a con la m¨¢xima potencia de gasto de que seamos capaces en los pr¨®ximos a?os, el deterioro de la econom¨ªa espa?ola ser¨¢ muy considerable y durar¨¢ mucho m¨¢s de lo que tarden en restablecerse las condiciones financieras y crediticias.
Con arreglo a lo anteriormente comentado, actuar con la m¨¢xima potencia de gasto, en mi opini¨®n, significa aumentar el gasto p¨²blico muy por encima de lo que est¨¢ previsto. A?adiendo cinco puntos de d¨¦ficit, o siete si fuese necesario, cada a?o que fuese necesario, a lo que los mecanismos pasivos de por s¨ª provoquen. Lo s¨¦, eso son entre 50.000 y 70.000 millones de euros al a?o. Y, lo que es m¨¢s importante, s¨®lo servir¨¢n para estimular la demanda y contener el deterioro del empleo si se destinan a crear las infraestructuras productivas que este pa¨ªs necesita. Redes de transportes avanzados y de alta capacidad (carreteras, puertos, aeropuertos y ferrocarril, plataformas log¨ªsticas intermodales), infraestructuras tecnol¨®gicas (comunicaciones, parques tecnol¨®gicos), energ¨¦ticas (generaci¨®n y evacuaci¨®n, energ¨ªas renovables, ?nucleares?), infraestructuras para el capital humano (escuelas, guarder¨ªas, hospitales, residencias y centros de d¨ªa), infraestructuras medioambientales, tur¨ªsticas. Infraestructuras, en suma, que sustenten el anhelado cambio de modelo productivo de nuestra econom¨ªa.
Nadie nos maldecir¨¢ porque en 2011 tengamos una deuda p¨²blica del 60% del PIB. La cumbre de Washington, m¨¢s exitosa de lo que parece, ha sancionado este enfoque, la Comisi¨®n Europea ha prometido flexibilidad (que tendr¨¢ que ser mucha, pero que mucha) con el famoso Pacto de Estabilidad, muchos pa¨ªses muy relevantes han dicho que lo van a hacer (l¨¦ase China), todos los grandes gur¨²s econ¨®micos, desde el flamante premio Nobel Paul Krugman hasta el visionario Nouriel Roubini, pasando por la l¨²cida memoria viva de las ¨²ltimas siete d¨¦cadas, Paul Samuelson, lo est¨¢n reclamando. No es una ocurrencia, es una declaraci¨®n de guerra en toda regla contra el desempleo. Manos "a las obras", ?ya!
Jos¨¦ A. Herce es socio-director de Econom¨ªa de Afi y profesor de Econom¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid.
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