En el nombre de 'Bolonia'
La declaraci¨®n europea para crear una Universidad homologable se ha usado como excusa para otras quejas - El Gobierno no ha reaccionado a tiempo
El nombre de Bolonia, la universidad m¨¢s antigua de Europa, se est¨¢ utilizando en vano. Vale para todo. M¨¢s all¨¢ de los l¨®gicos desacuerdos o matices de cualquier iniciativa de alcance, se est¨¢ viendo c¨®mo una combinaci¨®n de explicaciones insuficientes est¨¢ llevando de boca en boca el nombre de Bolonia hasta convertirlo en un t¨¦rmino controvertido, sagrado para unos y maldito para otros. La realidad es muy sencilla: la Declaraci¨®n de Bolonia, firmada en 1999 por 29 pa¨ªses, pretende crear, nada m¨¢s y nada menos, una especie de Uni¨®n Europa Universitaria ampliada. Pero su contenido se resume en s¨®lo tres puntos: movilidad estudiantil en Europa, estructuraci¨®n de los estudios en tres niveles (grado, m¨¢ster y doctorado), y articulaci¨®n de los programas en cr¨¦ditos europeos (ECTS), que, adem¨¢s de las horas de clase, incluyen el trabajo personal de los estudiantes. Por decirlo en t¨¦rminos rotundos, todo lo dem¨¢s no es Bolonia.
El acuerdo ten¨ªa un objetivo: facilitar la movilidad de los titulados
Zapatero tuvo que desmentir que desaparecer¨ªan carreras
Las presiones gremiales han ido engordando las protestas
Ahora hay decenas de concentraciones, encierros y acampadas
El nombre de Europa se ha usado muchas veces para justificar cambios
El Ministerio de Ciencia ha hablado poco del tema hasta ahora
En realidad, algunas de las quejas tienen que ver de refil¨®n con el proyecto de cambio, pero no con el de Bolonia, sino con el del Gobierno espa?ol. ?ste decidi¨® aprovechar la convergencia europea para actualizar los t¨ªtulos, algo que algunos ve¨ªan imprescindible y otros necesario s¨®lo en algunos aspectos. Se hizo primero un cat¨¢logo de t¨ªtulos -con Mar¨ªa Jes¨²s San Segundo como ministra de Educaci¨®n, entre 2004 y 2006-, lo que desat¨® una primera contienda. Bast¨® con una primera propuesta en la que, por ejemplo, se propon¨ªa integrar la carrera de Historia del Arte en la de Historia o las filolog¨ªas, para que empezaran las protestas. Las facultades de Historia del Arte tardaron pocos d¨ªas en salir a la calle contra la eliminaci¨®n de sus carreras. Se arm¨® tal foll¨®n que el ministerio no fue capaz de reaccionar a tiempo. El propio Zapatero tuvo que desmentir personalmente que no iba a ser as¨ª. Aquel proyecto est¨¢ m¨¢s que enterrado y ahora no hay cat¨¢logo alguno, las universidades pueden proponer los t¨ªtulos que quieran con total libertad, aunque pasan por evaluaciones, que son tambi¨¦n parte del problema actual.
A d¨ªa de hoy, la implantaci¨®n de esta reforma en Espa?a est¨¢ en la media de los pa¨ªses de la UE, a la mitad m¨¢s o menos. En las 76 universidades espa?olas (50 p¨²blicas) las desigualdades son notables. Acusadas adem¨¢s por su gran variedad. Las m¨¢s j¨®venes, como la Carlos III de Madrid, se han apresurado: este a?o imparte todas sus titulaciones de Grado (30) -que equivalen a las antiguas licenciaturas y diplomaturas- ya homologadas con la UE. Pero tambi¨¦n es verdad que lo ten¨ªan m¨¢s f¨¢cil que los grandes centros, como la Complutense -que tiene ahora 65 carreras, entre licenciaturas, diplomaturas e ingenier¨ªas-. Este centro prev¨¦ tener una treintena presentadas al Consejo de Universidades antes de fin de a?o para su homologaci¨®n.
El proceso establecido de aprobaci¨®n de nuevos t¨ªtulos en Espa?a es parte del problema. Las universidades deben presentar sus t¨ªtulos al Consejo de Universidades para su homologaci¨®n. Este organismo manda a su vez cada propuesta a la agencia nacional de evaluaci¨®n (Aneca) y debe darle el visto bueno para que el Consejo universitario lo apruebe posteriormente. Luego lo hace oficial el Consejo de Ministros. El curso pasado (2008-2009), la Aneca rechaz¨® 60 t¨ªtulos de los 200 que le presentaron, todos de Grado, pero tras las reclamaciones aprob¨® otros 23. Es decir, el saldo fue de 163 aprobados y 37 rechazados. En el curso actual, las universidades han presentado otros 406 t¨ªtulos de Grado y 48 m¨¢steres. Todos est¨¢n pendientes de evaluaci¨®n.
Meter mano a la universidad siempre ha sido arriesgado. Precisamente, por temor a las protestas estudiantiles y docentes. La reforma (que debe estar lista en 2010) empez¨® a dar miedo a los gobiernos (del PP, primero; y del PSOE, en el inicio de la pasada legislatura) y no se abord¨® de verdad hasta que lleg¨® Mercedes Cabrera (a mitad de 2006) al Ministerio de Educaci¨®n, del que parad¨®jicamente en esta legislatura ya no dependen las universidades, son competencia del Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n. Esto, unido a las presiones gremiales de diversos colectivos universitarios por no perder poder acad¨¦mico (esto es, n¨²mero de c¨¢tedras, de docentes, de departamentos... y, por supuesto, de alumnos a los que va en parte vinculada la financiaci¨®n), ha hecho que la bola contra Bolonia haya ido engordando mes a mes.
Ahora hay decenas de concentraciones, encierros en facultades, acampadas en las puertas de los centros superiores... El movimiento estudiantil contra Bolonia es asambleario, pero en los dos ¨²ltimos a?os se ha intensificado. Empiezan a organizarse y comienzan a preocupar a los responsables de las universidades. ?Qu¨¦ piden? En resumen, que se pare el proceso de Bolonia.
Europa vende en Espa?a, siempre ha vendido. En el nombre de Europa se han justificado iniciativas, mejores o peores, econ¨®micas, sociales y pol¨ªticas. En el caso de Bolonia se ha usado el nombre casi como reclamo. La Universidad de Bolonia se fund¨® en 1088 y se cre¨® adem¨¢s a partir de las escuelas municipales, lo que la diferencia de las otras grandes universidades europeas, con origen episcopal (Oxford, Par¨ªs...).
En Espa?a, el movimiento estudiantil antibolonia es asambleario y no es antieurope¨ªsta, como explica una de sus portavoces, Olga Arnaiz. Tiene 24 a?os y es estudiante de doctorado de Estudios Ingleses en la Facultad de Filolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid. Respecto a la privatizaci¨®n que, seg¨²n estos alumnos, hay detr¨¢s de esta reforma, Arnaiz explica: "No estamos en contra de que la universidad se renueve ni de que responda a las necesidades de la sociedad, pero s¨ª lo estamos de que se ajuste a las necesidades de las empresas. La universidad no est¨¢ para formar mano de obra con conocimientos espec¨ªficos. Y se est¨¢n creando c¨¢tedras con el nombre de empresas, como la de la farmac¨¦utica Pfizer. Aparte de la publicidad que supone, preferir¨ªamos que se hiciera con dinero p¨²blico. Pedimos que el Estado dedique mayor presupuesto a la universidad", a?ade la portavoz estudiantil. Este movimiento asambleario naci¨® el a?o pasado en Madrid, en las facultades de Filosof¨ªa y Filolog¨ªa, explica Arnaiz. Aunque ya hubo brotes durante los dos a?os anteriores en algunas universidades, especialmente en Catalu?a y en la Comunidad Valenciana. El pasado d¨ªa 14 salieron miles de alumnos a la calle en Madrid y cientos en otras ciudades.
"Es verdad que Bolonia no tiene la culpa, es la excusa que ha usado el Gobierno para una reforma de las carreras que en muchos casos, como en Filolog¨ªa, lleva a perder muchas asignaturas", afirma Arnaiz. ?Qu¨¦ quieren los estudiantes? "Que se pare la aplicaci¨®n de los nuevos Grados; que se abra un debate con toda la comunidad acad¨¦mica para que entre todos se construya una nueva alternativa; que las tasas de las matr¨ªculas no suban en los pr¨®ximos a?os por esta reforma; que los m¨¢steres tengan precios p¨²blicos, que sean asequibles, y que se multiplique el n¨²mero de becas para todas las titulaciones de Grado y M¨¢ster". Tambi¨¦n quieren que las pr¨¢cticas del ¨²ltimo a?o del Grado (el cuarto) sean gratuitas. Los alumnos tienen que pagar la matr¨ªcula de las asignaturas que se contienen pr¨¢cticas en empresas.
"El cambio de magnitud real que ha experimentado la sociedad en los ¨²ltimos 20 a?os se escapa a los que protestan, ahora la universidad tiene que dar formaci¨®n al 50% de los j¨®venes de esa edad", se?ala el vicepresidente de la Fundaci¨®n Conocimiento y Desarrollo, Francesc Sol¨¦ Parellada. "Uno de cada 500 espa?oles es profesor o tiene alg¨²n contrato con la universidad. Aparte de los alumnos, est¨¢ vinculado con ella todo su personal y tambi¨¦n la sociedad en su conjunto. Todos ellos son clientes de la universidad. La mayor¨ªa de los alumnos s¨ª quieren profesionalizarse, que les ense?en el conocimiento de una profesi¨®n. Y una sociedad no puede permitirse pagar la educaci¨®n del 50% de la poblaci¨®n de esa edad sin que realmente se les profesionalice. Tambi¨¦n son importantes en la universidad el aprendizaje de valores, el aprender a aprender y la actualizaci¨®n de contenidos. La cuesti¨®n es buscar el equilibrio entre todo esto, y eso es lo que pretende Bolonia, lo que es muy positivo", concluye Sol¨¦ Parellada.
Otra de las cuestiones que ha sido clave para agudizar el conflicto ha sido la desvinculaci¨®n de las universidades del Ministerio de Educaci¨®n. En esta legislatura han pasado a depender del nuevo Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n. El hecho de que la ministra Cristina Garmendia, una profesional procedente del mundo de la empresa, est¨¦ al frente de las universidades y el discurso que defiende desde ¨¦l de dar prioridad al objetivo de transformar el conocimiento en innovaci¨®n no ha ayudado mucho. O no ha sido explicado con acierto. As¨ª lo han entendido los colectivos de profesores y los alumnos antibolonia.
Lo cierto es que el ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n ha hablado poco del tema hasta ahora. Tambi¨¦n lo ven as¨ª los rectores m¨¢s afectados. Los que tienen concentraciones de alumnos quej¨¢ndose por Bolonia en las puertas de sus facultades, como los de las universidades de Barcelona, Complutense, de Sevilla o de Valencia.
El secretario de Estado de Universidades, M¨¤rius Rubiralta, ocup¨®, antes de este puesto, el de rector de la Universidad de Barcelona, y vivi¨® en sus propias carnes las quejas de los estudiantes. Rubiralta se defiende.
Est¨¢ de acuerdo en que se est¨¢ mezclando todo: "Hay que separar Bolonia de los problemas de las universidades, que estamos intentado abordar en la Estrategia 2015, como la financiaci¨®n o la relaci¨®n entre el sistema p¨²blico y privado. Pero esto se est¨¢ hablando ahora y no tiene nada que ver con el espacio europeo de educaci¨®n superior. Ir contra eso ser¨ªa ir contra Europa". "Las asambleas que se est¨¢n organizando no sirven para poner nada en claro, ponen a los rectores en la picota, les quitan autoridad", a?ade. "El Gobierno est¨¢ defendiendo a la universidad p¨²blica, no es verdad que se haga lo contrario y cada vez hay m¨¢s ayudas. Por ejemplo, las condiciones de los pr¨¦stamos-renta se han rebajado a¨²n m¨¢s, no es verdad que se hipoteque con ello el estudiante, como se est¨¢ diciendo", sostiene el secretario de Estado. Rubiralta opina que hay que abrir un debate con los representantes de los alumnos en los ¨®rganos de gobierno de las universidades para intentar aclarar este conflicto.
"El problema es que tampoco esto es converger con la UE", dice el rector de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Berzosa, uno de los que menos inconveniente tiene en hablar claro. "El proceso se ha llevado mal desde el principio y se han metido muchas cosas juntas, eso es lo que ha complicado todo. Y ahora todos los mensajes de Bolonia que llegan a la sociedad son negativos. Incluso gente con cierto predicamento intelectual est¨¢ diciendo que esto es el hundimiento de la universidad, y eso es una barbaridad. Bolonia es algo positivo y necesario, es una oportunidad para que los estudiantes se puedan mover m¨¢s por el mundo, y el ministerio no ha salido lo suficiente a defenderlo. Otra cosa son los problemas de financiaci¨®n o los cambios derivados de poner los t¨ªtulos de Grado a cuatro a?os, cuando en la mayor parte de los pa¨ªses se ha optado por un Grado de tres a?os y un M¨¢ster de dos. Eso ha creado muchos inconvenientes".
En todo el proceso ha estado presente la presi¨®n de diversos colectivos acad¨¦micos y profesionales que no quer¨ªan que sus t¨ªtulos fueran reducidos en a?os, pudiendo perder con ello profesores y financiaci¨®n. ?sta, la de cada universidad, la deciden las comunidades aut¨®nomas, pero est¨¢ vinculada al n¨²mero de alumnos. En este punto est¨¢ el miedo de algunos colectivos y es en buena parte lo que ha alimentado el conflicto. Que algunos cambios hagan m¨¢s atractivos otros t¨ªtulos que el suyo y perder alumnado.
Aporta una visi¨®n complementaria el rector de la Universidad Antonio de Nebrija, Fernando Fern¨¢ndez. "Se ha convertido en la reforma pendiente de la universidad espa?ola y esto ha sido un error. En la trasposici¨®n de esta reforma en una legislaci¨®n que obliga a que las carreras tengan un n¨²mero concreto de cr¨¦ditos y a que pasen la evaluaci¨®n de la Aneca se perdi¨® la gran oportunidad. Se cercen¨® la autonom¨ªa de la universidad haciendo pasar cada t¨ªtulo por esa agencia, lo que aumenta la burocracia, y deber¨ªa replantearse". No es el ¨²nico ni mucho menos que opina as¨ª. La burocratizaci¨®n es una queja de no pocos profesores y rectores, quienes aseguran que ha contribuido a retrasar la puesta en marcha de los nuevos t¨ªtulos.
Las claves de la declaraci¨®n europea
Lo que S? es Bolonia.
Las ense?anzas deben estructurarse en Grado, M¨¢ster y Doctorado en toda la UE. Han firmado esta declaraci¨®n 29 pa¨ªses.
El objetivo es la homologaci¨®n de las titulaciones en toda
la UE de cara a facilitar la movilidad de estudiantes y profesores.
Otro de los fines es clarificar la formaci¨®n recibida por los alumnos de toda Europa a la hora de buscar un trabajo en los pa¨ªses miembros de la Uni¨®n.
Los t¨ªtulos deben incluir un suplemento al diploma en el que se especifique con detalle lo cursado por el alumno.
Las ense?anzas se estructuran en cr¨¦ditos, llamados ECTS, que se obtienen no s¨®lo por horas de clase, sino tambi¨¦n por el trabajo realizado por el alumno fuera del aula.
Establece principios generales, b¨¢sicos, no entra en detalles.
Lo que NO es Bolonia.
El cambio de las titulaciones para convertir las diplomaturas, licenciaturas e ingenier¨ªas (que eran de entre tres a cinco a?os) en carreras de cuatro a?os si pasaban a ser Grado, y de uno o dos, en el caso de los M¨¢ster. ?sta es una decisi¨®n de Gobierno espa?ol. La mayor¨ªa de los pa¨ªses han establecido el Grado en tres a?os y el M¨¢ster en dos.
La Declaraci¨®n de Bolonia no habla de privatizaci¨®n de la universidad. Anima a los pa¨ªses a buscar los mecanismos para invertir m¨¢s en ella, pero no detalla cu¨¢les.
El precio de las tasas de las matr¨ªculas los decide cada comunidad aut¨®noma en funci¨®n de una horquilla que aprueba cada a?o la Conferencia General de Pol¨ªtica Universitaria, vinculada al Ministerio de Ciencia e Innovaci¨®n.
La apuesta por un tipo de ense?anza p¨²blica o privada no tiene que ver con Bolonia. En Espa?a, la financiaci¨®n depende de las comunidades aut¨®nomas.
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