'Prosciutto' con m¨²sica de Verdi
Charles Dickens asoci¨® las pinturas de la c¨²pula de la catedral de Parma, obra de Correggio, con el delirio de un cirujano loco. Una gran exposici¨®n dedicada al pintor renacentista abre en estas fechas las puertas de una ciudad gastron¨®mica y musical
Para los aficionados a saborear el tiempo, Parma representa como ninguna esa media docena de capitales de provincia del norte y centro de Italia que una vez que lo tuvieron todo (buena arquitectura, buenos teatros, buenos museos, buenos restaurantes) se instalaron para siempre en esa certeza, exiliaron los autom¨®viles y continuaron traslad¨¢ndose en bicicleta por su centro hist¨®rico, perfectamente conservado. Basta sentarse a mediod¨ªa en la terraza del Gran Caff¨¨ Orientale para advertir que tras las gafas de sol de tus vecinos de mesa est¨¢n los mismos rostros de las pel¨ªculas de Bertolucci (por cierto, su padre, Attilio, poeta e historiador, tambi¨¦n parmesano, compuso las m¨¢s bellas im¨¢genes de la melancol¨ªa de la ciudad).
Son los mismos j¨®venes de hace cincuenta, cien a?os, sentados bajo el mismo reloj, asomados a la plaza de Garibaldi, comentando el ¨²ltimo partido de calcio al tiempo que sue?an con parecidas muchachas (si bien ahora con escotes m¨¢s pronunciados) y vuelven a extraviarse con los ¨²ltimos rayos de sol sobre la fachada color mostaza del Palazzo del Governatore. Toda la ciudad se afana por confirmar esa voluntad de hibernaci¨®n, compatible, por otro lado, con la mejor modernidad. Oto?o debe ser de los mejores momentos para confirmarlo paseando, por ejemplo, al atardecer (obviamente en bicicleta y quiz¨¢s bajo una ligera llovizna) por la plaza del Duomo. Entre los p¨®rticos emerge el baptisterio de m¨¢rmol rosado veron¨¦s y se te ocurre que cada urbe tiene sus horas, sus estaciones favoritas y sus palabras. En Parma, una de las ciudades m¨¢s formales de la formal¨ªsima Italia, donde el lei (el usted) es indispensable, se puede, no obstante, tutear a la lluvia.
Escorzo ilusionista
Para los aficionados a la pintura, Parma es tambi¨¦n la ciudad de Correggio, uno de los pintores m¨¢s interesantes del Renacimiento italiano. Hasta el mes de enero de 2009 hay una exposici¨®n antol¨®gica que muestra toda su obra en el Palazzo Pilotta, y adem¨¢s se han habilitado andamios para acceder a sus frescos. Correggio fue de los primeros en desarrollar el sistema sotto in su, es decir, el escorzo ilusionista en el que las figuras y los objetos se proyectan en perpendicular sobre el espectador. Gracias a la exquisita iluminaci¨®n del tres veces oscarizado Vittorio Storaro, se puede penetrar en las c¨²pulas, la de San Giovanni Evangelista, con los ap¨®stoles sentados sobre nubes en torno al anillo inferior, y, sobre todo, la del Duomo, con la virgen flotando a trav¨¦s de una serie de c¨ªrculos conc¨¦ntricos ascendentes en los que se integra un mar de miembros, rostros y ropajes. Es una escena tan loca que un can¨®nigo de la ¨¦poca la describi¨® como "un embrollo de patas de rana" y Charles Dickens coment¨® que "ning¨²n cirujano que se hubiera vuelto loco podr¨ªa imaginarlo en sus delirios m¨¢s absurdos".
Correggio debi¨® ser un hombre peculiar, de un lado sus cuadros son tan turbadores que el propietario de uno de ellos, Luis, el hijo del duque Felipe de Orleans, atac¨® con un cuchillo la sonrisa satisfecha -no el cuerpo desnudo- de Leda abrazada al cisne en el que se hab¨ªa transformado Zeus con el fin de poseerla. De otro, Vasari nos cuenta que era tan avaro que, con la intenci¨®n de fastidiarle, le pagaron por una obra el precio pactado en monedas peque?as. Un saco de calderilla un d¨ªa de calor abrasador. El pintor arrastr¨® por las calles el saco hasta su casa y al llegar, agobiado por el sudor y el cansancio se bebi¨® una jarra de agua fr¨ªa, cogi¨® fiebre, enferm¨® y poco despu¨¦s muri¨®. Ten¨ªa 40 a?os.
Para los aficionados a la m¨²sica, Parma guarda las mejores citas. Empezando por la casa natal de Arturo Toscanini, al lado del r¨ªo la Parma, en femenino riguroso, como llaman aqu¨ª al torrente que divide en dos la ciudad. Despu¨¦s hay que acercarse con lentitud al teatro Regio, una de las pocas ¨®peras del mundo que contin¨²a produciendo todo lo que precisa. Lentamente, ya que las orillas reclaman sosiego; Marcel Proust escribi¨® que despu¨¦s de haber le¨ªdo la Cartuja de Stendhal quiso conocer Parma y qued¨® prendado con los malvas, los amarillos y los rosas de las casas reflej¨¢ndose en la corriente del r¨ªo.
Fantasmagor¨ªa de sedas
En el teatro Regio hay que subir a la sastrer¨ªa del piso alto porque mientras paseas por la fantasmagor¨ªa de sedas, tules y damascos alguien podr¨ªa contarte las razones por las que Giuseppe Verdi, seguramente el parmesano m¨¢s ilustre (naci¨® en el cercan¨ªsimo pueblo de Roncole, aunque presuma Busseto), se neg¨® a estrenar ninguna ¨®pera aqu¨ª -prefer¨ªa La Scala de Mil¨¢n-, pero se hizo construir una preciosa villa muy cerca, en Villanova d'Arda, o por qu¨¦ tem¨ªa tanto Luciano Pavarotti a los exigentes aficionados locales, los loggionisti, que no le perdonaban el menor error. Llegados a este punto, conviene hacer una peque?a pausa y almorzar, si hace buen tiempo, en la terraza de Angiol d'Or, situada en la plaza m¨¢s sugestiva de la villa, y si no, en La Greppia. Tras el caf¨¦, yo sugerir¨ªa hacer una peque?a digresi¨®n al teatro de Dario Fo, m¨¢s que nada para prepararse a finalizar el paseo musical en el cementerio de Villetta bajo el dosel que contiene el cuerpo embalsamado de Niccolo Paganini.
Para los aficionados a la gastronom¨ªa, Parma es una meta con dos iconos: el jam¨®n (el prosciutto di Parma) y el queso Parmigiano Reggiano. Este ¨²ltimo se venera especialmente en la Locanda del Lupo de Soragna, donde llevan casi tres siglos especializados en platos alrededor de un queso tambi¨¦n anclado en la tradici¨®n (presumen de producirlo igual que hace 900 a?os). Otra carretera deliciosa, llena de curvas, colinas y aire dulce conduce a Langhirano, la capital del jam¨®n, pero antes de llegar debe hacerse un alto en Mamiano para internarse en un parque a la inglesa que alberga la Fundaci¨®n Magnani Rocca, enorme villa tardobarroca con Dureros, Cezanne, Morandi y uno de los goyas m¨¢s curiosos, La familia del infante don Luis.
El Consorzio del Prosciutto es muy r¨ªgido, ¨²nicamente acredita con su sello, una corona ducal con la palabra Parma, los jamones de cerdos nacidos y criados en la regi¨®n, nueve meses y un peso m¨ªnimo de 140 kilos. Y s¨®lo los de la raza Large White Landrance y Duroc, s¨®lo los que se hayan alimentado a base de trigo y el suero de la leche que resulta de la manufactura del queso parmesano, lig¨¢ndose de esta manera ambos s¨ªmbolos del territorio y de la misma Italia.
? Pedro Jes¨²s Fern¨¢ndez es autor de Tela de juicio y Pe¨®n de Rey (Alfaguara).
Gu¨ªa
Visitas
? La exposici¨®n antol¨®gica de Correggio (www.mostracorreggioparma.it; 0039 02 43 35 35 22) se divide en cuatro espacios: la Galer¨ªa Nacional, la C¨¢mara de la Abadesa del Convento de San Paolo, el Monasterio de San Juan Evangelista y la C¨²pula de la Catedral de Parma. La entrada completa a los cuatro espacios m¨¢s dos visitas guiadas cuesta 15 euros. En exhibici¨®n hasta el 25 de enero de 2009. Consultar los distintos horarios por tel¨¦fono (llamar al 199 199 111 si se llama desde Italia) o en la web.
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