En busca del tiempo perdido
En 1913, el genial Marcel Proust publica su obra maestra: ? la recherche du temps perdu. De eso hace ya casi un siglo. El t¨ªtulo en s¨ª mismo es toda una declaraci¨®n de intenciones: en la vida, muchas veces, perdemos un tiempo precioso antes de tomar las decisiones correctas. Pero todo, incluso el tiempo perdido, se puede recuperar si se busca c¨®mo hacerlo.
Y para eso, la experiencia es capital. Y la convicci¨®n de que, muchas veces, posiciones aparentemente antag¨®nicas acaban siendo complementarias.
Viene esto a cuento en este momento de grav¨ªsima crisis econ¨®mica y financiera sin m¨¢s precedentes que la crisis capitalista de 1929. Todav¨ªa ahora se discute qu¨¦ pas¨® y d¨®nde ubicar las responsabilidades.
Una gran paradoja hoy, como recuerda Steinberg, es que tanto Keynes como Friedman ten¨ªan raz¨®n
Algunos, como Keynes, se centraron en la quiebra del modelo neocl¨¢sico, que se basaba en que el mercado encontrar¨ªa los equilibrios b¨¢sicos si se le dejaba actuar con libertad. Era s¨®lo una cuesti¨®n de tiempo y de eliminaci¨®n de rigideces. Para Keynes, eso s¨®lo se produc¨ªa a largo plazo y, en sus propios t¨¦rminos, a largo plazo, "todos muertos". Para cebar la bomba era necesario introducir est¨ªmulos fiscales v¨ªa incrementos temporales del gasto p¨²blico, es decir, mediante pol¨ªticas fiscales expansivas, ya que el problema se ubicaba en la insuficiencia de lo que ¨¦l denominaba la "demanda efectiva".
Otros, como Friedman, atribuyeron el desastre a pol¨ªticas monetarias err¨®neas, incapaces de inyectar liquidez suficiente al sistema y generando una enorme desconfianza sist¨¦mica, y reclamando, en consecuencia, pol¨ªticas monetarias estables, predecibles y proveedoras de liquidez.
Una de las grandes paradojas del momento es que, como nos recuerda Steinberg, ambos ten¨ªan raz¨®n: hace falta mayor gasto p¨²blico en inversi¨®n y mayores inyecciones de liquidez al sistema. As¨ª lo est¨¢n haciendo bancos centrales y Gobiernos. Condiciones, pues, necesarias para salir del marasmo. La pregunta es si son suficientes. Y la respuesta es evidente desde mi punto de vista: no son suficientes.
Hace falta otra cosa que tambi¨¦n nos recuerda Steinberg: liderazgo. Cuesti¨®n, por cierto, que pone de relieve, de manera magistral, un gran historiador de la econom¨ªa como Charles Kindleberger. Su tesis es clara: la falta de un liderazgo mundial en 1929 nos llev¨® al proteccionismo, a pol¨ªticas monetarias, fiscales y de tipo de cambio que agudizaron el desastre y que s¨®lo se superaron 10 a?os despu¨¦s (?y vino la II Guerra Mundial!).
Bien. Nada que a?adir en relaci¨®n con la necesidad, a corto plazo, de una combinaci¨®n de pol¨ªticas fiscal y monetaria, de car¨¢cter expansivo. Pero s¨ª conviene a?adir que esa combinaci¨®n es letal a medio y a largo plazo. Tanto el incremento de los d¨¦ficit p¨²blicos como de una pol¨ªtica que provoque tipos de inter¨¦s reales negativos s¨®lo es sostenible y justificable a corto plazo, y como medida de choque. Su mantenimiento nos llevar¨ªa, m¨¢s all¨¢ de la recuperaci¨®n inmediata, a nuevas burbujas. Y las burbujas siempre estallan, ya sean tecnol¨®gicas (como en el a?o 2000) o inmobiliarias (como ahora).
Pero vuelvo a la cuesti¨®n del liderazgo.
Hoy, el liderazgo, que le corresponde, sin duda y por mucho tiempo, a EE UU, debe ser necesariamente compartido. Con los pa¨ªses occidentales, primero. Y eso incluye a la Uni¨®n Europea, pero tambi¨¦n a pa¨ªses como Jap¨®n, Australia o Canad¨¢.
Pero, con los principales pa¨ªses emergentes, tambi¨¦n. Nada puede hacerse, en serio, en este mundo tan lleno de incertidumbres, sin contar con China o India. O con Brasil o M¨¦xico. O con Indonesia o la Rep¨²blica de Sur¨¢frica. O, por supuesto, sin Rusia. O sin los pa¨ªses del Golfo o del Asia central. Y un largo etc¨¦tera.
Por todo ello, es hora de recuperar el tiempo perdido.
Y ¨¦se es uno de los grandes retos del presidente Obama cuando asuma sus responsabilidades a partir del pr¨®ximo 20 de enero (por cierto, ?qu¨¦ largo periodo de transici¨®n, particularmente, en momentos de crisis tan profundas!): ejercer, de manera responsable y efectiva, el liderazgo que no ha sabido o no ha podido ejercer el presidente Bush, atenazado en las consecuencias inmediatas del 11-S, por una parte, y desconcertado ante una crisis econ¨®mica y financiera sin precedentes.
Y para ello, para ejercer ese liderazgo, el presidente Obama juega con una gran baza: su propio pa¨ªs.
Estados Unidos sigue siendo el pa¨ªs m¨¢s din¨¢mico, abierto y flexible del mundo. Y si es capaz de superar la solvencia, la liquidez y la confianza en su sistema financiero -cuesti¨®n no f¨¢cil ni balad¨ª, hoy por hoy-, la recuperaci¨®n de la econom¨ªa norteamericana y, por tanto, de su liderazgo a escala mundial ser¨¢ mucho m¨¢s r¨¢pida de lo que hoy pueda intuirse.
No en vano, EE UU tiene, entre los pa¨ªses relevantes, la mayor productividad del mundo. Un 25% o un 30% m¨¢s que el resto de pa¨ªses del G-7, o un tercio m¨¢s que Espa?a.
Y ello es as¨ª porque su mercado de trabajo es extremadamente flexible: en t¨¦rminos de contrataci¨®n, de jornada laboral, de subsidio de desempleo o de vacaciones, pasando por las facilidades de despido o la propensi¨®n a la movilidad geogr¨¢fica o funcional. Y si a ello le a?adimos un magn¨ªfico sistema educativo superior y de I+D+i o la facilidad para constituir empresas, la consecuencia es evidente: EE UU, cuando resuelva sus problemas bancarios y/o financieros, estar¨¢ mucho mejor preparado que Europa -y, por supuesto, que Espa?a- para salir de la crisis. Y, desde luego, para volver a ejercer un liderazgo efectivo en un marco multilateral y multipolar.
Nadie como Estados Unidos est¨¢ en condiciones de hacerlo. Siempre que asuman el hecho de que, hoy y para mucho tiempo, el mundo ha cambiado. Y que necesitan de los dem¨¢s. De Europa, sin duda, aunque cada vez menos. De los pa¨ªses emergentes, evidentemente, y cada vez m¨¢s.
Debemos recuperar el tiempo perdido. ?Que Proust ilumine al presidente Obama! -
Josep Piqu¨¦ es economista y ex ministro.
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