Bombay, tan lejos
?Se agranda el mundo o se acorta? A la vista de los proyectos espaciales habr¨¢ que convenir que estamos encogiendo y mirado con los ojos de la actualidad, incluso los nuestros ya cansados, advertimos que se difuminan el concepto n¨ªtido de los continentes, las naciones, las provincias en nuestro ¨¢mbito espa?ol. Acaba de ocurrir el incidente de Bombay, con la aventura corrida por un nutrido grupo de madrile?os encabezados por la presidenta de la Comunidad, pero a las pocas horas del acontecimiento, aunque sin el documento gr¨¢fico televisivo del atentado terrorista -extra?a, en verdad, la ausencia de la televisi¨®n oficiosa- ya est¨¢bamos viendo a do?a Esperanza Aguirre con unos adolescentes calcetines blancos, llegada en un santiam¨¦n de la petardeante India de los viejos tigres, elefantes y terroristas con turbante.
Desde las caravanas de Marco Polo ha llovido y nuestro orgulloso globo terr¨¢queo adquiere las dimensiones de una pelota de tenis mirada con los prism¨¢ticos al rev¨¦s. Viene la digresi¨®n a cuento de la aparente ausencia de forasteros en Madrid. Aquella catarata de catalanes, que copaban el hotel Palace y las inmediaciones del Ministerio de Comercio, cuando estaba en la calle de Serrano, esquina a la de Ayala y se llevaban la mayor¨ªa de las licencias de importaci¨®n en la ¨¦poca de otro catal¨¢n, Demetrio Carceller, pas¨® hace tiempo a la historia: m¨¢s de 50 a?os. El Estado de las Autonom¨ªas, tan irreflexivamente puesto en marcha desde la capital, la achica cualitativamente. Cierto es que hemos crecido, andamos entre los cinco y los seis millones de habitantes, meros guarismos estad¨ªsticos que nada tienen que ver con el peso espec¨ªfico y la acogida que los visitantes ven¨ªan a encontrar en nuestras calles.
A fuerza de escribir libros ap¨®crifos sobre la historia reciente, se est¨¢n desvaneciendo los aut¨¦nticos perfiles de la posguerra, que no fue otra cosa que el corolario que sigue a una larga y sanguinaria contienda civil. Los tiempos del hambre, de los boniatos, de las colillas lavadas, la cartilla de racionamiento, las actuaciones de la Brigada Social, las competidas carreras ante los grises, de las que tan orgullosos estaban incluso los que nunca corrieron ante ellos; la callada y siniestra reacci¨®n del arreglo de cuentas demorado, fueron secuelas normales y previsibles tras unos a?os memorables y crueles.
Hubo quien crey¨® que aquella hecatombe humana crear¨ªa ciertos lazos de cohesi¨®n, una vez rehechos el parque ferroviario y las carreteras desventradas, aunque la mayor herida, la del tiempo, nos ofrezca el panorama actual de un pa¨ªs moderno, con centrales nucleares, tel¨¦fonos m¨®viles y ganadores de la Copa Davis. De la Calahorrica que fuimos, ya somos "Guasint¨®n", con obispo, toda la hostia / y casas de prostituci¨®n". Quiz¨¢s una gran casa de prostituci¨®n. Y una animadversi¨®n tan larga como cualquier hipoteca.
Hace tiempo que no voy por el Caf¨¦ de Gij¨®n, abandonado incluso por Manuel Vicent, desaparecidos los ¨²ltimos contertulios, memoria apenas del m¨ªtico cerillero prestamista, rastro perdido de poetas y c¨®micos. Ni recuerdo la ¨²ltima vez que sub¨ª las escaleras del Ateneo, donde algunos se cre¨ªan tan al abrigo, como cuantos se acogieron a sagrado perseguidos por los mangas verdes. Echo de menos -o quiz¨¢s me ha pasado desapercibido- que alguien aluda a esa ¨¦poca, mucho menos sombr¨ªa de lo que se dice, ?qui¨¦n cubre de ceniza a la juventud de los 20 a?os? El Ateneo perdi¨® transitoriamente su nombre y pas¨® a ser una vergonzante dependencia de la rimbombante Vicesecretar¨ªa de Educaci¨®n Popular, de los Guijarro, de los Arias Salgado, de los Jim¨¦nez Arn¨¢u y de los Grandes Expresos Europeos, como se dec¨ªa, pero all¨ª se leyeron versos subversivos, pronunciaron conferencias sorprendentes y los chivatos de la polic¨ªa -que supongo los habr¨ªa- eran ol¨ªmpicamente despreciados. La estupenda biblioteca estuvo abierta, creo que sin interrupci¨®n y los periodistas, con la sola exhibici¨®n del carn¨¦, tuvimos libre acceso. No quiero ponerme medallas; frecuent¨¦ la biblioteca much¨ªsimo menos de lo que hubiera convenido a mi deficiente y ca¨®tica formaci¨®n.
Otros tiempos. Hace tres o cuatro d¨ªas escuch¨¦ en alguna emisora de radio a un perezoso plum¨ªfero atribuir, creo que a Valle Incl¨¢n, una quinteta que escribi¨® el sainetero Ricardo de la Vega, refiri¨¦ndose a la cr¨ªtica hecha en El Imparcial por un ya olvidado tal Urrecha: "En Bombay dicen que hay / horrible peste bub¨®nica. / Aqu¨ª Urrecha hace la cr¨®nica / de un drama de Echegaray: / ?Mejor est¨¢n en Bombay!".
Pues eso; que como en casa de uno...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Presidencia auton¨®mica
- Esperanza Aguirre
- Terrorismo internacional
- Vicepresidencia auton¨®mica
- VIII Legislatura CAM
- Comunidades aut¨®nomas
- Parlamentos auton¨®micos
- India
- Gobierno auton¨®mico
- Madrid
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Atentados terroristas
- Parlamento
- Pol¨ªtica
- Sucesos
- Terrorismo
- Gobierno Comunidad Madrid
- Comunidad de Madrid
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Espa?a
- Administraci¨®n p¨²blica