De La Paz a la guerra de Irak
El soldado boliviano Rodr¨ªguez cruz¨® 10 pa¨ªses en cinco meses para entrar en EE UU - Destinado en Bagdad desde junio, obtendr¨¢ la nacionalidad en 2009
La vida de V¨ªctor Hugo Rodr¨ªguez Guarache es una historia de esperanza. Naci¨® hace 31 a?os en La Paz, pero lucha en Irak bajo una bandera que a¨²n no es la suya; lo ser¨¢ en febrero, cuando regrese a casa. Escap¨® de la pobreza a los 19 con 20 d¨®lares en el bolsillo, cruz¨® 10 pa¨ªses en un viaje de cinco meses en el que atraves¨® el Tap¨®n del Darien, zona selv¨¢tica entre Colombia y Panam¨¢ infestada de armas y narcotraficantes. Descarg¨® camiones a cambio de transporte, lav¨® platos por comida y camin¨® hasta llegar sin papeles a Tejas en octubre de 1997. Cada d¨ªa sale de patrulla por el barrio de Adhamiya, en Bagdad. "Hace un par de semanas murieron dos chicos de nuestra base. Impresiona mucho. Piensas que todas las armas y protecci¨®n que llevamos no sirven de nada. Aqu¨ª, el peligro son los francotiradores", cuenta.
"Aqu¨ª, el peligro son los francotiradores", cuenta de patrulla por Adhamiya
"Mi ilusi¨®n es ir a la Universidad y ser periodista; por eso estoy en el Ej¨¦rcito"
A Rodr¨ªguez se le volte¨® la vida a los 11 a?os, cuando muri¨® su madre. La familia (padre, que empez¨® a beber, y cuatro hijos) pas¨® de la pobreza a la miseria. "Trabaj¨¦ sacando brillo a los zapatos y voceando los autobuses. Sacaba el equivalente a un d¨®lar [0,78 euros] cada d¨ªa para comprar arroz y ma¨ªz. As¨ª estuve hasta los 15".
Recuerda su primer amor, que le empuj¨® a huir. "Un d¨ªa que paseaba con sus padres me sorprendieron sacando brillo a los zapatos. A su pap¨¢ le enoj¨® que el novio de su hija fuese pobre, pero ella era testaruda; me dijo que pod¨ªa conseguir 500 d¨®lares para vivir nuestra vida. Me pareci¨® mal porque mis hermanos depend¨ªan de m¨ª. Sus padres la enviaron a Espa?a para que me sacara de la cabeza. Se llamaba Noelia S¨¢nchez. Me gustar¨ªa saber qu¨¦ fue de ella". El empuj¨®n definitivo se lo dio dos a?os despu¨¦s un programa de televisi¨®n. "Sali¨® un mexicano que cobraba en EE UU 14 d¨®lares la hora en un rancho. Yo, que ganaba 20 en un mes, me dije: tengo que llegar all¨ª como sea".
Aprovech¨® un viaje de padre, dej¨® 20 d¨®lares a sus hermanos y se llev¨® otros 20, mochila y pasaporte con la idea de alcanzar M¨¦xico en tres semanas. "El sistema era sencillo: le ofrec¨ªa al camionero cargar a cambio de transporte. As¨ª cruc¨¦ Per¨² y llegu¨¦ a Ecuador. Trabajaba para comer y viajar. Entr¨¦ en Colombia por Pasto diciendo que iba a buscar plaza en la Universidad. Llegu¨¦ a Cali. Pregunt¨¦ por los autobuses a Panam¨¢. Me explicaron que no hab¨ªa carreteras en el tap¨®n del Darien y me recomendaron Medell¨ªn. Llevaba tres semanas de viaje, me quedaban cinco d¨®lares y a¨²n estaba muy lejos de M¨¦xico".
Una mujer le habl¨® de Turbo, de donde part¨ªan barcos hacia Panam¨¢. Se ofreci¨® a descargar a cambio de pasaje pero nadie quiso arriesgar la licencia por un ilegal. Tambi¨¦n conoci¨® a dos personas, el colombiano llamado V¨ªctor Andr¨¦s, que hab¨ªa fracasado en sus negocios, y el brasile?o Adriano, que so?aban con llegar a Estados Unidos.
"La ¨²nica opci¨®n era la trocha", dice Rodr¨ªguez. "Nos hab¨ªan contado que tras siete d¨ªas estaban los ind¨ªgenas que ayudaban a cruzar la frontera. Hab¨ªa pasado m¨¢s de un mes. V¨ªctor Andr¨¦s me dec¨ªa que estaba peleando mi futuro: 'Nunca te eches para atr¨¢s sin haberlo intentado". Desde la aldea La Fiesta de la Tortuga partieron a la selva. "Al principio hab¨ªa un caminito. Despu¨¦s de cuatro d¨ªas, desapareci¨®. Tuvimos que abrirnos paso con las manos. A¨²n tengo cicatrices en los brazos", explica el soldado.
A los siete d¨ªas descubrieron un r¨ªo. "Lo seguimos porque donde hay r¨ªos vive gente y se llega al mar". Se organizaron: Rodr¨ªguez, el m¨¢s joven, de avanzadilla, inspeccionado los meandros, todos con el agua en la cintura. "Esa tarde, cuando me mov¨ªa por las curvas, escuch¨¦ disparos. Me escond¨ª bajo unas ramas y vi pasar flotando las mochilas de mis amigos. Hubo m¨¢s disparos y gritos. No me mov¨ª hasta la noche. No s¨¦ qu¨¦ fue de ellos. Dios quiera que est¨¦n vivos".
Al cabo de dos d¨ªas, Rodr¨ªguez hall¨® otro caminito que le condujo a los ind¨ªgenas. Le dieron de comer y suelo por una noche. Al d¨ªa siguiente cruz¨® otro r¨ªo. "Ten¨ªa los pies con llagas y el pelo largo. Un polic¨ªa paname?o me pidi¨® los papeles y le respond¨ª con un grito, ?ahhh!, imitando a los ind¨ªgenas. El polic¨ªa dijo: 'No s¨¦ para qu¨¦ quieren ir a la ciudad estos ind¨ªgenas de mierda', y me dej¨® en paz. Trabaj¨¦ repartiendo zumo de naranja y chicheme".
Sin pasaporte, que abandon¨® en Colombia, cruz¨® Centroam¨¦rica hasta Ciudad Hidalgo en M¨¦xico. Harto de andar compr¨® un pasaje de autob¨²s con destino al Distrito Federal. Pidi¨® ventanilla y asiento junto a una mujer. "Ten¨ªa cuadernos en los que escrib¨ª cuentas. Me sent¨¦, rec¨¦ a mi madre y me hice el dormido. Subieron polic¨ªas tres veces y bajaron a dos personas. Pero a m¨ª no me despertaron. Fue milagroso". Trabaj¨® en un mercado y se mud¨® a Monterrey, donde logr¨® empleo de vendedor de ollas y otro de tornero y pudo ahorrar 400 d¨®lares.
"Ya me estaba acostumbrado al dinero, pero mi objetivo no era M¨¦xico. Fui a Tamaulipas, donde encontr¨¦ a un coyote que cobr¨® 200 d¨®lares por cruzarme. Me dej¨® en el r¨ªo en calzoncillos y se march¨® con mi ropa. Al otro lado estaba la polic¨ªa americana. Me dieron ropa y me devolvieron, pero hab¨ªa aprendido el camino, ya no necesitaba coyote. Pas¨¦ solo. Hab¨ªa salido de Bolivia en junio de 1997 y llegu¨¦ a San Benito, Tejas, a finales de octubre. Me conformaba con reunir 5.000 d¨®lares, regresar, comprarme un carro y trabajar de taxista".
En Nueva York se emple¨® en la construcci¨®n. Le pagaban 29 d¨®lares la hora. Conoci¨® a Elena, boliviana que ten¨ªa la residencia. Se casaron en 2000. Tienen dos hijas, Emely, de cinco a?os, y Mariel, de tres. "Mi ilusi¨®n es ir a la Universidad y ser periodista; por eso estoy en el Ej¨¦rcito. Pero no pod¨ªa matricularme sin tener la residencia. Cuando la consegu¨ª en 2006, me march¨¦ tres meses a Bolivia y despu¨¦s me alist¨¦".
"Tras el entrenamiento me enviaron a Irak", en junio, a?ade. "En febrero regresaremos a Colorado. Vivir¨¦ en la base. Para m¨ª, Estados Unidos ha sido la tierra de la oportunidad. Alg¨²n d¨ªa me gustar¨ªa desandar el viaje y dar las gracias a la gente que me ayud¨® y decirles que estoy vivo".
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