El gran memorial
Con frecuencia, en la actualidad, se usa la expresi¨®n gen¨¦rica de los "nuevos medios" casi como una categor¨ªa est¨¦tica, que marcar¨ªa la diferencia de aquellos artistas que usan en su trabajo las posibilidades que la reciente tecnolog¨ªa visual ha puesto a nuestro alcance, frente a aquellos otros que, por diversas razones, siguen sin hacerlo. Aunque no se explicite, esta reductora clasificaci¨®n establece la superioridad moderna de los primeros sobre los segundos, supuestamente renuentes y, por tanto, inadaptados a las posibilidades que el progreso t¨¦cnico nos depara. En este sentido, un artista actual que emplee medios cibern¨¦ticos o digitales ser¨ªa m¨¢s moderno y mejor que el que siguiese usando la fotograf¨ªa o el cine, por no hablar de los antediluvianos que se obstinasen en continuar con las pr¨¢cticas "tradicionales". Llevando hasta el extremo este criterio simplificador habr¨ªa asimismo que aceptar retrospectivamente el nulo inter¨¦s de toda la historia del arte anterior al ¨²ltimo artilugio t¨¦cnico inventado, el cual por s¨ª mismo convertir¨ªa en artista a cualquiera de sus h¨¢biles usuarios. De esta manera, el inter¨¦s art¨ªstico de Jan van Eyck estribar¨ªa en pintar al ¨®leo y no en haber realizado el Matrimonio Arnolfini, siendo todo lo realizado despu¨¦s con esta misma t¨¦cnica, ll¨¢mense sus autores Rembrandt, Vel¨¢zquez o Vermeer, una replicaci¨®n est¨¦ticamente irrelevante. Este aberrante y anacr¨®nico criterio no s¨®lo adolece de equivocar absurdamente el medio con el fin, sino, sobre todo, desconoce lo esencial de la personalidad creadora que es servirse de cualquier medio que mejore la calidad de lo que se pretende expresar y comunicar, algo que han hecho los artistas que en el mundo han sido. De esta manera, da igual el soporte o la t¨¦cnica, as¨ª ha ocurrido a lo largo de toda la historia del arte y as¨ª tambi¨¦n en nuestro tecnol¨®gico e industrial mundo contempor¨¢neo.
Antes de inventarse la fotograf¨ªa y el cine, los pintores, por lo menos desde el ¨²ltimo tercio del siglo XVI, estuvieron explorando el efecto dinamizador y dram¨¢tico de la luz, sin cuya experiencia no habr¨ªa sabido sacarse partido art¨ªstico a la fotograf¨ªa y al cine, como tampoco hoy ser¨ªa posible hacer lo propio con los "nuevos medios" sin lo aportado por los antes mencionados. Y es que el arte cambia, pero no progresa; esto es: ninguna de sus ¨²ltimas exploraciones invalidan las anteriores. Como hoy lo sabemos de una forma documental incontestable, ning¨²n artista del XIX dej¨® de usar, de una u otra manera, la fotograf¨ªa, como ninguno del XX tampoco se ha privado de usar el cine, que no deja de ser la encarnaci¨®n del sue?o primigenio del arte: replicar lo mejor posible la animaci¨®n de lo real.
En un libro reciente, Arte en fotogramas. Cine realizado por artistas (C¨¢tedra), su autor, Carlos Tejada, no s¨®lo hace una s¨ªntesis panor¨¢mica de la creciente implicaci¨®n de los artistas de vanguardia en el medio cinematogr¨¢fico y de los muy vers¨¢tiles usos que han hecho y hacen de este medio, sino que cataloga m¨¢s de medio centenar de casos paradigm¨¢ticos entre los millares existentes, dejando sobrentendido que no ha habido ning¨²n artista a partir del invento y desarrollo del cine que no se haya visto decisivamente influido por este medio, incluso aunque no lo haya materialmente empleado en ninguna ocasi¨®n. Pero ?qu¨¦ puede aportar un artista pl¨¢stico, al que ahora significativamente se le denomina "visual", al cine? Pues, en principio, lo mismo que cualquier cineasta profesional: arte. Exactamente lo mismo que aporta un escritor al hecho f¨ªsico de escribir, distingui¨¦ndose as¨ª del mero cal¨ªgrafo o del mecan¨®grafo. En cualquier caso, es l¨®gico que la parte art¨ªstica que aportaron al cine los formalistas de la vanguardia hist¨®rica a partir del cubismo se centrara en la exploraci¨®n sint¨¢ctica, y que, sucesivamente, las sucesivas generaciones art¨ªsticas posteriores fueran cubriendo las inmensas ¨¢reas inexploradas por parte de la industria cinematogr¨¢fica de masas, que suelen hacer siempre, forma y contenido, una misma pel¨ªcula. En suma: lo que han hecho y hacen los artistas visuales con el cine es lo mismo que han hecho y hacen los cineastas verdaderamente creadores: huir de lo convencional, sea mediante la experimentaci¨®n formal, sea mediante la innovaci¨®n narrativa, o, en el mejor de los casos, sea mediante ambas cosas a la vez.
Pero es que, adem¨¢s, hay varios elementos que hacen a las vanguardias de los siglos XX y XXI muy cinematogr¨¢ficas. En primer lugar, el creciente inter¨¦s de ¨¦stas por "temporalizar" el espacio, y, en segundo, casi como consecuencia de ello, la mezcla de g¨¦neros, que no s¨®lo implica la ruptura con el cauce de la separaci¨®n tradicional de los mismos en el terreno pl¨¢stico, sino la interconexi¨®n indiscriminada entre todas las artes. Pi¨¦nsese al respecto, por ejemplo, en la naturaleza temporal de lo que actualmente se denomina performance, que no es sino una actuaci¨®n teatral, o instalaci¨®n, que indica una construcci¨®n puntual, de las cuales no puede haber constancia perdurable sino, seg¨²n el caso, mediante un reportaje gr¨¢fico o cinematogr¨¢fico. Por no hablar ya del llamado videoarte, que existe como tal documento filmado. Por ¨²ltimo, hay algo consustancial a la imagen cinematogr¨¢fica o animada, sea cual sea su soporte t¨¦cnico: que es la encarnaci¨®n material de la "obra de arte total", el anhelo primordial del arte de nuestra ¨¦poca contempor¨¢nea. En efecto, la grabaci¨®n y reproducci¨®n de la imagen en movimiento no s¨®lo es la s¨ªntesis operativa m¨¢s completa de todas artes, sino que, si¨¦ndolo, es la m¨¢s completa plataforma de la memoria art¨ªstica; esto es: la que mejor recoge, actualiza y revalida todo lo hecho en arte por el hombre desde la prehistoria. De esta manera, la animaci¨®n art¨ªstica es el gran memorial del arte, que, a su vez, existe, sobre todo, para recordar lo que el hombre ha sido o, si se quiere, el presente de su pasado. Ah¨ª est¨¢ lo que ahora vemos y todas las ruinas de lo alguna vez visto: la historia de la visi¨®n. Y ¨¦ste es, viejos o nuevos medios, no s¨®lo el poder y el potencial de lo art¨ªstico, sino la tarea que, sin el arte, nadie est¨¢ hoy capacitado para realizar.
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