Mejorar la Constituci¨®n
PP y PSOE deben pactar tres cambios: sucesi¨®n a la Corona, Senado y facilitar futuras reformas
A los 30 a?os de la aprobaci¨®n en refer¨¦ndum de la Constituci¨®n de 1978, ?es el momento de introducir las reformas de las que se viene hablando? Durante bastantes a?os la posici¨®n favorable a la reforma (inicialmente defendida por Alianza Popular) fue minoritaria entre los pol¨ªticos, especialmente los socialistas, y tambi¨¦n entre los expertos constitucionalistas. La raz¨®n era que, una vez abierto el proceso de reforma, cada partido propondr¨ªa cambiar cosas diferentes, o las mismas en sentido diferente, y ello pondr¨ªa en riesgo el consenso alcanzado en su momento en torno al texto vigente.
Hacia mediados de los noventa, sin embargo, Aznar, nuevo l¨ªder del partido fundado por Fraga, era partidario de la reforma, y precisamente en el sentido de convertir al Senado en una verdadera c¨¢mara de representaci¨®n territorial, en t¨¦rminos similares a los que plantear¨ªa el PSOE de Zapatero en 2004. Pero, para entonces, Aznar hab¨ªa cambiado y era contrario a cualquier modificaci¨®n. M¨¢s tarde, su sucesor, Rajoy, fue partidario de una reforma que recuperase para el Estado competencias transferidas a las comunidades. Los expertos est¨¢n hoy mayoritariamente a favor de la reforma, entre otros motivos, por la importancia de renovar generacionalmente la legitimaci¨®n de la norma fundamental. Pero no acaban de estarlo respecto a los contenidos de la reforma.
Quiere decirse que ha habido posturas cambiantes, que las reformas sugeridas han tenido que ver casi siempre con el problema auton¨®mico y que, salvo un liger¨ªsimo cambio sobre el derecho a voto de los ciudadanos de la UE en las elecciones municipales, no se han introducido modificaciones ni siquiera cuando exist¨ªa un amplio consenso a favor, como es el caso de la eliminaci¨®n de la preferencia por el var¨®n en la sucesi¨®n a la Corona. Esto se debe a que esta reforma, como, entre otras, las relativas a cuestiones como la lengua, la menci¨®n a "nacionalidades y regiones" o la relativa a la funci¨®n de las Fuerzas Armadas, requiere aplicar un procedimiento reforzado (art¨ªculo 168) tan exigente (mayor¨ªa de dos tercios en ambas C¨¢maras, elecciones anticipadas, nueva mayor¨ªa cualificada, refer¨¦ndum) que resulta abiertamente disuasorio.
Esto ha llevado a plantear que la principal reforma a abordar ser¨ªa la eliminaci¨®n de ese art¨ªculo 168, manteniendo el 167, menos exigente. Pues ya no es l¨®gico mantener un cors¨¦ tan r¨ªgido. El consenso es conveniente, pero no debe convertirse en un derecho de veto de cualquiera de los dos grandes partidos a reformas razonables. Sin embargo, ser¨ªa un fraude de ley utilizar la v¨ªa del 167 para eliminar o modificar el 168, por lo que lo l¨®gico ser¨ªa aprovechar la primera reforma que requiriera el procedimiento reforzado para cambiar tambi¨¦n ese art¨ªculo.
?Qu¨¦ otras reformas? La que suscita mayor acuerdo (aparte la de la sucesi¨®n a la Corona) es la del Senado. Se trata de dar cauce al otro aspecto del autonomismo (adem¨¢s de la descentralizaci¨®n): la participaci¨®n de las autonom¨ªas en la conformaci¨®n de la voluntad del Estado. En m¨²ltiples problemas (desde la representaci¨®n en la UE hasta la gesti¨®n de las cuencas fluviales) se ha echado en falta una instituci¨®n que armonice intereses y aspiraciones territoriales.
Una reforma reformista ser¨ªa, entonces, la de plantear en una misma propuesta consensuada entre PP y PSOE la reforma de la sucesi¨®n y la del Senado junto a la del procedimiento de reforma; y dejar para cuando ¨¦sta sea menos complicada las otras que est¨¢n sobre la mesa: los nombres de las comunidades aut¨®nomas, la circunscripci¨®n electoral, la menci¨®n a la Iglesia cat¨®lica, el voto inmigrante, la definici¨®n del matrimonio o el estatus de la lengua oficial del Estado y de las dem¨¢s lenguas cooficiales en algunas comunidades.
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