El problema de la realidad
La realidad no s¨®lo es inabarcable: es inasumible. Dejemos de lado la filosof¨ªa y, del modo m¨¢s pedestre, definamos la realidad simplemente como la hilaci¨®n de lo que pasa. Ni usted ni yo podemos soportar eso, salvo en peque?¨ªsimas dosis. Supongamos que tenemos delante un plato de huevos con tocino; podemos imaginar, m¨¢s o menos, en qu¨¦ condiciones vive la gallina que puso este huevo, o c¨®mo y con qu¨¦ se fabricaron los piensos que alimentaron a la gallina y al cerdo, o c¨®mo grit¨® el cerdo antes de morir; incluso, recre¨¢ndonos, podemos fantasear con que el animal estaba a¨²n vivo cuando se le arrancaban las v¨ªsceras. Disponemos de la informaci¨®n suficiente para saber c¨®mo funcionan estas cosas. Pero preferimos no verlas personalmente.
Disponemos de suficiente informaci¨®n para saber c¨®mo funcionan las cosas, pero preferimos no verlas personalmente
La mayor¨ªa de las personas gozamos de un bajo nivel de sensibilidad y de una extraordinaria capacidad para limitar nuestra percepci¨®n de la realidad a lo inmediato y conocido, obviando otras realidades desagradables. Leemos sobre la guerra en la regi¨®n congole?a de los Grandes Lagos y adquirimos plena conciencia de que se trata de un conflicto muy cruel, sucio. Leemos un poco m¨¢s y descubrimos que una de las claves de esa guerra es el colt¨¢n que se obtiene en las minas de la zona (gracias al trabajo de ni?os esclavizados) y se utiliza cada vez m¨¢s para fabricar ordenadores port¨¢tiles y tel¨¦fonos m¨®viles. No tenemos gran dificultad para relacionar la guerra del Congo con el tel¨¦fono que llevamos en el bolsillo y, por tanto, con nosotros mismos. Tampoco tenemos mayor dificultad en pasar p¨¢gina y empezar a leer otra cosa mientras nos comemos, si se tercia, los huevos con tocino.
No hace falta ponerse tan tremendos para referirnos a la realidad y a lo poco que nos conviene asumirla. Hay ejemplos menos incruentos. El votante de Converg¨¨ncia puede enterarse de que el l¨ªder del partido, Artur Mas, tiene un padre cuyos ahorros, un par de millones, aparecieron en Liechtenstein. Dicho votante puede deducir la existencia de un posible fraude fiscal por parte del se?or Mas senior, e incluso sonre¨ªr ante el hecho de que el se?or Mas junior denuncie una y otra vez la presunta injusticia fiscal a la que Catalu?a se ve sometida por esa cosa abstracta que los catalanes llamamos Madrid. El votante, sin embargo, est¨¢ preparado para encajar esas contradicciones tan propias de la realidad. Dif¨ªcilmente cambiar¨¢ su voto en las pr¨®ximas elecciones.
El negocio de la prensa se basa, o deber¨ªa basarse, en la realidad. A veces podemos arriesgarnos a explicar por qu¨¦ pasa lo que pasa, e incluso qu¨¦ pasar¨¢ despu¨¦s. La materia prima de esta industria, en cualquier caso, es lo que pasa: peque?os fragmentos de realidad, generalmente llenos de impurezas, que conviene lavar y verificar antes de revenderlos (a usted) con la menor manipulaci¨®n posible.
La imagen suele identificarse con la realidad. No siempre se corresponde con ella, porque quien extrae la imagen elige lentes, distancias, campo, luz; pero convengamos en que una fotograf¨ªa o una filmaci¨®n (sin trucos) constituyen un material fiable.
Entre la gente que trabaja con im¨¢genes se encuentran las personas m¨¢s esforzadas de la prensa. Por decirlo de alguna forma, son quienes est¨¢n obligados a ver c¨®mo vive la gallina, a escuchar los gritos del cerdo y contemplar c¨®mo le arrancan las v¨ªsceras. Sin intermediarios ni abstracciones. Dado que no es posible hablar de todos ellos, mencionar¨¦ a uno como arquetipo: Gervasio S¨¢nchez. Si usted se hace una idea de lo que fue el sitio de Sarajevo, lo que fue la guerra sucia en El Salvador, de las amputaciones que causa una mina antipersona o de la tragedia cr¨®nica que devasta la regi¨®n de los Grandes Lagos, es casi seguro que ha consumido algunos de los fragmentos de realidad que Gervasio S¨¢nchez, colaborador de El Heraldo, La Vanguardia y en ocasiones de este diario, viene sirvi¨¦ndole desde hace tres d¨¦cadas. Menciono a Gervasio, insisto, en nombre de todos, e incluyo a quienes murieron por acercarse demasiado a ciertas realidades peligrosas, desde Juantxu Rodr¨ªguez hasta Miguel Gil, pasando por Jos¨¦ Couto.
Espero que el fot¨®grafo Jos¨¦ Cend¨®n, secuestrado en Somalia, se encuentre ya libre cuando se publiquen estas l¨ªneas. Espero no tener que escuchar de nuevo lo de "ellos se lo buscan": si no fuera por estos tipos capaces de chapotear en la realidad, ni yo podr¨ªa cobrar por este art¨ªculo ni usted sabr¨ªa qu¨¦ hay m¨¢s all¨¢ de su plato, de su tel¨¦fono, de su peri¨®dico.
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