P¨¢nico en el 'b¨²ho'
Los conductores de los b¨²hos nocturnos de Madrid tienen una profesi¨®n azarosa no apta para cardiacos. Hay que tener coraje para aguantar lo que ellos aguantan y llegar sanos y salvos a su casa cada ma?ana. Porque altercados de diverso calibre, como el del s¨¢bado, no son precisamente tan "espor¨¢dicos" como afirma la EMT. Se producen "entre cuatro y siete" agresiones al mes, seg¨²n datos de UGT. No se comprende c¨®mo no llevan todos los b¨²hos una mampara para proteger al conductor de borrachos, malhechores, gamberros, est¨²pidos y enajenados. La verdad es que, por l¨®gica, esa mampara debiera extenderse a cada asiento del autob¨²s, una especie de blindaje unipersonal, porque los viajeros est¨¢n expuestos tambi¨¦n a toda esa morralla. Un medio de transporte tan necesario para muchos se est¨¢ convirtiendo en una selva inquietante.
?se es uno de los detalles que est¨¢ colaborando eficazmente al deterioro generalizado de la noche en la capital. En definitiva, la seguridad ciudadana. Sin llegar a ser psicosis, ya se empieza a notar en la gente un mosqueo pertinaz, una tendencia a limitar al m¨¢ximo las salidas nocturnas. Si a ello se a?ade la crisis econ¨®mica, que ya es psicosis galopante, la gente tiende razonablemente a celebrar lo que sea en casa con los amigos. Las empresas de ocio nocturno est¨¢n temblando. Es previsible que en los pr¨®ximos meses cierren unos cuantos locales, pero no porque los precinte la autoridad, sino la fuga de la clientela.
En cuanto a los hechos del s¨¢bado en el b¨²ho, se queda uno helado al escuchar a Jos¨¦ Antonio Felipe, el conductor agredido: "Hab¨ªa m¨¢s viajeros, pero nadie se levant¨® a ayudarme". Lo cierto es que los atacantes eran unos cuantos. Una intervenci¨®n apasionada puede convertir en tragedia lo que empez¨® en discusi¨®n. No todo el mundo sabe c¨®mo ser h¨¦roe. Pero algunos, s¨ª.
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