La tierra para quien la paga
Pa¨ªses emergentes y multinacionales se aseguran reservas de comida comprando terrenos en naciones hambrientas - Algunos Estados dictan leyes para protegerse
Las ONG lo han bautizado como the last land grab, la ¨²ltima apropiaci¨®n de la tierra. En el ¨²ltimo a?o, con la confluencia de las crisis del precio de los alimentos y la financiera, se ha producido una carrera por parte de pa¨ªses ricos y corporaciones multinacionales por hacerse con tierra en estados latinoamericanos, asi¨¢ticos y africanos. Las naciones ricas, para asegurarse reservas de comida. Las corporaciones, para hacer negocio ahora que la Bolsa no rinde. El director general de la FAO, Jacques Diouf, ha alertado de que estas operaciones pueden calificarse de neocoloniales, y las ONG advierten de que los m¨¢s perjudicados van a ser, como siempre, los m¨¢s vulnerables -peque?os agricultores, pastores, tribus ind¨ªgenas-, y cuestionan el impacto medioambiental de roturar nuevas tierras para cultivos intensivos con uso extensivo de pesticidas, herbicidas y abonos.
Los compradores crecen econ¨®mica y demogr¨¢ficamente y les falta suelo y agua
La FAO alerta de este neocolonialismo y de sus perjuicios medioambientales
Paraguay se ha blindado con una norma que proh¨ªbe vender a extranjeros
?C¨®mo se calcula lo que reciben los nativos que pierden su modo de vida?
Ante las presiones, Paraguay ha aprobado una legislaci¨®n que proh¨ªbe la venta de tierras a extranjeros (despu¨¦s de que un campesino resultara muerto de un disparo de la polic¨ªa cuando pretend¨ªa desalojarlo de la finca comprada por un brasile?o para cultivar soja). Otros pa¨ªses suramericanos, como Uruguay, se lo est¨¢n planteando, y Brasil est¨¢ en proceso de cambiar su legislaci¨®n para dotar de mayor transparencia y participaci¨®n local a las operaciones con activos extranjeros.
Algo une a los pa¨ªses ricos en esta b¨²squeda de tierra for¨¢nea para alimentar a sus habitantes (entre otros, China, India, Jap¨®n, Malasia, Corea del Sur, Egipto, Libia y la gran mayor¨ªa de los pa¨ªses del golfo P¨¦rsico): crecimiento econ¨®mico acompa?ado del demogr¨¢fico, pero falta de superficie agr¨ªcola o de agua. Todos ellos son importadores de comida. Todos se han visto afectados por la crisis de precios de los alimentos. "No tanto por los precios en s¨ª, que pueden permitirse, pero s¨ª por la actitud proteccionista de pa¨ªses productores que han limitado las exportaciones", explica David Hallam, responsable de Pol¨ªtica Comercial de la FAO. "Argentina ha puesto controles, Tailandia tambi¨¦n. Eso ha asustado a los importadores". De forma comprensible, pretenden asegurarse una reserva regular de alimentos. M¨¢s a¨²n, cuando se prev¨¦ que, aunque los precios se han reducido relativamente en los ¨²ltimos cuatro meses, van a continuar altos a medio plazo, y cuando se calcula que para 2050 la producci¨®n de alimentos va a tener que doblarse para satisfacer la demanda mundial.
Un informe de la FAO publicado ayer fija en 963 millones el n¨²mero de personas hambrientas en el mundo a finales de 2007. La cifra, hoy, ya sobrepasar¨¢ los mil millones, habida cuenta de que s¨®lo en 2007 se crearon 40 millones de nuevos malnutridos, "un incremento tan dram¨¢tico como r¨¢pido", seg¨²n Diouf y que empeorar¨¢ con la eclosi¨®n de la crisis econ¨®mica mundial.
Algo une tambi¨¦n a los pa¨ªses que venden o alquilan sus tierras, (a bajo precio para los est¨¢ndares de los ricos): la mayor¨ªa son pobres, requieren de inversiones y transferencia tecnol¨®gica y necesitan desesperadamente aumentar su producci¨®n agr¨ªcola. Y disponen de terreno. En teor¨ªa.
"Hay que ir con cuidado cuando se habla de tierra disponible o cuando los Gobiernos de pa¨ªses pobres hablan de espacios marginales o abandonados. Y es que la tierra se usa. Tal vez no bajo los par¨¢metros occidentales de propiedad privada, pero se usa: por pastores que alimentan a su ganado de forma estacional, lo que permite la regeneraci¨®n de la vegetaci¨®n, por peque?os agricultores de forma comunal, por tribus ind¨ªgenas sin t¨ªtulos de propiedad...", explica Michael Taylor, portavoz de International Land Coalition. Es un paraguas de ONG e instituciones -la FAO entre ellas- que promueve el acceso a la tierra y sus recursos para reducir la pobreza y que recuerda que las necesidades de aumentar la producci¨®n alimentaria pueden ser cubiertas por los peque?os campesinos ayudados por pol¨ªticas agrarias e inversiones adecuadas.
Uno de los casos m¨¢s publicitados ha sido el de una empresa coreana que proyecta alquilar por 100 a?os la mitad de la tierra cultivable en Madagascar para plantar ma¨ªz que importar a Se¨²l. En la isla, m¨¢s del 70% de la poblaci¨®n vive bajo el umbral de la pobreza y m¨¢s de medio mill¨®n de personas recibe asistencia del Programa Mundial de Alimentos.
Taylor se muestra preocupado por el impacto en el medio ambiente del proyecto de la coreana Daewoo Logistics Corporation, en el suroeste de la isla, "una zona muy ¨¢rida, pero extremadamente abundante en especies animales y flora". El portavoz de la coalici¨®n de ONG apunta asimismo que el proyecto, de consumarse, podr¨ªa afectar a una tribu n¨®mada de ganaderos, los Sakalava, "que ya son marginados, se les considera no civilizados y han visto su territorio reducido por la llegada de peque?os agricultores. ?C¨®mo se les va a compensar?". La publicidad y el esc¨¢ndalo causado por la noticia del proyecto de Daewoo hace dudar de que ¨¦ste se lleve finalmente a cabo, por la creciente oposici¨®n no s¨®lo internacional, sino en la propia Madagascar, donde el acceso a la tierra es un tema muy sensible y donde miles de agricultores ocupan, todav¨ªa ilegalmente, fincas que fueron abandonadas por sus propietarios franceses tras la independencia de la isla.
Simon Mitambo, administrador de la ONG African Biodiversity Network, que agrupa a organizaciones conservacionistas y de defensa de las comunidades locales, explica la controversia sobre la compensaci¨®n. "Lo hemos visto en varios casos en empresas de producci¨®n de biodi¨¦sel. Compensan con algo de dinero a los agricultores y ¨¦stos acaban emigrando a los barrios de chabolas de las grandes ciudades, sin tener nada que hacer", dice Mitambo desde Kenia, que recalca que en muchas ocasiones las empresas no aceptan terrenos bautizados como "marginales", sino que "buscan los m¨¢s f¨¦rtiles, con m¨¢s agua (ocupados por peque?os agricultores), o, simplemente, ¨¢reas de bosque que convertir en terrenos f¨¦rtiles tras desforestarlos. Eso ha pasado en Etiop¨ªa, por ejemplo".
Com¨²n a todas estas operaciones, la de Daewoo incluida, es su secretismo. ONG e instituciones desconocen la totalidad de hect¨¢reas compradas por for¨¢neos en pa¨ªses pobres y a falta de que se publiquen estudios en curso, s¨®lo pueden hacer estimaciones. De acuerdo con la ONG Grain para la promoci¨®n de agricultura sostenible, que ha publicado un estudio al respecto, China, con una poblaci¨®n creciente y sin problemas de dinero (pero cuyo proceso de industrializaci¨®n ha limitado su superficie agr¨ªcola y contaminado sus aguas), ha llegado, al menos, a 30 acuerdos de cooperaci¨®n con Gobiernos asi¨¢ticos y africanos que le dan acceso a tierra para el cultivo de arroz, soja, ma¨ªz y biocombustibles a cambio de transferencia tecnol¨®gica y fondos de desarrollo. S¨®lo en ?frica, tiene previsto crear 10 centros agr¨ªcolas en diversos pa¨ªses, y anima a sus empresas privadas a acudir al extranjero. La situaci¨®n de los pa¨ªses del Golfo es diferente. En pleno desierto, sin tierra ni agua, son totalmente dependientes de las importaciones y ya ten¨ªan tradici¨®n, especialmente Qatar y Arabia Saud¨ª, de comprar fincas en pa¨ªses musulmanes como Egipto o Sud¨¢n.
"Pero la tendencia va en aumento, son m¨¢s los pa¨ªses del Golfo interesados, m¨¢s la cantidad de tierra a comprar, y m¨¢s los pa¨ªses donde comprar", explica Marie Bos, investigadora del Centro de Investigaciones del Golfo, que apunta que Pakist¨¢n y Brasil son dos pa¨ªses en los que se han comprado tierras, y que considera que ?frica est¨¢ en el punto de mira, "dado que, para muchos, puede ofrecer una soluci¨®n tanto a corto como a largo plazo para esta crisis". Para Bos, los acuerdos entre los pa¨ªses del Golfo y los africanos, "deben ser mutuamente beneficiosos, asegurar la provisi¨®n de alimentos para los primeros y desarrollo de infraestructuras para los segundos de forma que el aumento de producci¨®n se destine tanto a la demanda local como a la externa".
De acuerdo con el estudio de Grain, las pr¨¢cticas de los pa¨ªses del Golfo se suscriben y publicitan bajo esta estrategia de beneficio mutuo. Un provecho que, seg¨²n David Hallam, deber¨ªa ser perseguido con mayor insistencia. El responsable de la FAO cree que los pa¨ªses importadores "deber¨ªan preguntarse si realmente es necesario adquirir la tierra", dado que considera que hay otras posibilidades, como la formaci¨®n de empresas conjuntas o la firma de contratos bilaterales equitativos con los pa¨ªses pobres que, "deben, por su parte, asegurarse de que las condiciones del acuerdo son beneficiosas, proporcionan empleo, transferencia tecnol¨®gica y se imbrican en la econom¨ªa local". El experto apunta que la tendencia a comprar en los pa¨ªses pobres no va a declinar, "dado que las condiciones que la han creado no van a desaparecer a corto o medio plazo".
Fincas como inversi¨®n
Las firmas de inversi¨®n tambi¨¦n participan del furor por la tierra. Ante la volatilidad de los mercados, buscan fondos seguros a trav¨¦s de la adquisici¨®n de fincas. Muchas est¨¢n interesadas en comercializar cereales, pero tambi¨¦n en la producci¨®n de biodi¨¦sel, muy controvertido. Si bien es sustituto "ecol¨®gico" del petr¨®leo, el cultivo intensivo por grandes empresas, en pa¨ªses pobres y abriendo terrenos ganados a espacios naturales, (o adquiriendo tierras antes cultivadas por peque?os agricultores que pasan a ser jornaleros), tiene el efecto contrario al deseado, de acuerdo con muchas ONG que trabajan sobre el terreno.
Tan s¨®lo en Tanzania, donde el Gobierno facilita tierras, m¨¢s de media docena de firmas del Reino Unido, Suecia, Holanda, Jap¨®n, Canad¨¢ y Alemania (esta ¨²ltima con un proyecto para biodi¨¦sel de 200.000 hect¨¢reas) han iniciado o iniciar¨¢n sus operaciones. Pero no son s¨®lo los biocarburantes los acicates a la presi¨®n comercial sobre la tierra. Seg¨²n Michael Taylor, portavoz de International Land Coalition, los controvertidos cr¨¦ditos de carbono, surgidos a ra¨ªz del Protocolo de Kioto, con los que las empresas contaminantes pueden "comprar" su excedente de emisiones a industrias m¨¢s limpias o sufragar proyectos ecol¨®gicos en pa¨ªses pobres, tambi¨¦n contribuyen. Desde su instauraci¨®n, el mercado financiero basado en estos cr¨¦ditos no ha dejado de crecer y mueve m¨¢s de 2.000 millones de euros anuales.
"Se ha puesto valor comercial a los espacios naturales", explica Taylor, quien considera que el riesgo para los que usan la tierra sin disponer de t¨ªtulos legales para ello va a incrementarse: peque?os agricultores, pastores n¨®madas, tribus ind¨ªgenas.
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