Los enigmas de un cad¨¢ver
De la Rosa cuenta la historia de una investigaci¨®n en la novela 'Guantes de seda'
Unos jardineros encuentran el cad¨¢ver de un mendigo en el Parque G¨¹ell. Una fotograf¨ªa de Concha Piquer y un recorte de peri¨®dico con una informaci¨®n sobre un combate de boxeo dan inicio a una investigaci¨®n. As¨ª comienza la novela Guantes de seda, que ha publicado Julio Manuel de la Rosa (Sevilla, 1935) en Algaida. Narrador de largo recorrido, De la Rosa bucea en la novela en pasiones tan arraigadas en su vida como el boxeo y la literatura.
Uno de los protagonistas de la obra -el se?or Andr¨¦s- es un jardinero que est¨¢ a punto de jubilarse y que ama las novelas negras con la sabidur¨ªa de un viejo lector. Le acompa?a en sus pesquisas C¨¢ndido, otro jardinero, mucho m¨¢s joven y menos versado en cuestiones literarias. Los dos hallaron el cad¨¢ver; los dos quieren desvelar qu¨¦ hay detr¨¢s del cuerpo sin vida del mendigo.
"Mi novela no es de boxeo, sino que tiene al boxeo como tel¨®n de fondo"
La obra se introduce en la Barcelona de la posguerra
"El boxeo es un deporte muy duro, muy hermoso, pero muy terrible"
De la Rosa los denomina "pareja de indagadores". "Uno, el se?or Andr¨¦s, es el maestro. Es un gran lector de novela negra, de novela policial. El otro, C¨¢ndido, es el aprendiz que pronto se convertir¨¢ en maestro. El joven es inquieto. El que tiene la voz del texto y de la experiencia es el se?or Andr¨¦s, que llena su tiempo con todas estas aventuras para no flotar en el vac¨ªo de la jubilaci¨®n. El se?or Andr¨¦s y C¨¢ndido representan la experiencia y la juventud", dice De la Rosa, que se inici¨® en la narrativa con dos libros de relatos, No estamos solos (1962) y De campana a campana (1964). Entre sus obras figuran, Fin de semana en Etruria (Premio S¨¦samo en 1971), La sangre y el eco (1978) y Las guerras de Etruria (2001).
La afici¨®n al boxeo est¨¢ en el origen de la novela. De los combates en el cuadril¨¢tero y de la furia de dos p¨²giles que luchan por dinero nace Guantes de seda. "Siendo como he sido siempre muy aficionado al boxeo, pens¨¦ que no estar¨ªa mal un acercamiento no al boxeo como deporte en s¨ª mismo, sino al boxeo como tel¨®n de fondo. Mi novela no es una novela estrictamente de boxeo, sino que tiene al boxeo como tel¨®n de fondo. Eso me pod¨ªa permitir un acercamiento a la Espa?a de los a?os cuarenta, de la posguerra, a la Barcelona de aquellos tiempos tan duros y tan dif¨ªciles. Y en todo aquel ambiente, un ambiente canalla y sombr¨ªo, podemos colocar la figura de mi protagonista, que es un boxeador", explica De la Rosa. "Este boxeador tiene una caracter¨ªstica absolutamente ins¨®lita y que pertenece al mundo de la ficci¨®n: por las noches se travest¨ªa y se convert¨ªa en Concha Piquer", puntualiza el novelista.
Hubo una ¨¦poca en Espa?a en que el boxeo monopolizaba conversaciones de barra de taberna y forjaba leyendas en muy pocos a?os. Todo eso desapareci¨® al mismo ritmo que Espa?a dejaba de ser un pa¨ªs pobre. "Ahora, el boxeo ni siquiera es popular ni conocido. Antiguamente, a un hombre normal de la calle le preguntabas qui¨¦n era el campe¨®n del mundo de los pesos pesados y te dec¨ªa Joe Louis. Ahora no lo sabe", dice el autor de Guantes de seda.
"El boxeo es una met¨¢fora de la vida. La vida ha cambiado. El boxeo es un deporte muy duro, muy hermoso, pero muy terrible. La prensa lo ha sepultado en el olvido; la televisi¨®n ha hecho lo mismo. Al no haber veladas, no hay boxeadores. Y al no haber boxeadores, no hay afici¨®n. La vida es menos dura hoy que antiguamente, sobre todo desde el punto de vista material", afirma el escritor sevillano.
"Hoy, los chicos ya no van al gimnasio para convertirse en figuras y redimirse y redimir a sus familias. Lo mismo que los maletillas ya no existen. Existen las escuelas de tauromaquia, y los maletillas ya no se echan al camino ni van a torear por la noche a las fincas de los ganaderos", comenta De la Rosa.
Narradores de la talla de Jack London, Ernest Hemingway, Ignacio Aldecoa o Julio Cort¨¢zar convirtieron el boxeo en artefactos literarios de una eficacia insuperable. De la Rosa hace hincapi¨¦ en la grandeza de Young S¨¢nchez, uno de los m¨¢s c¨¦lebres relatos de Aldecoa. "Con ese final sorprendente", precisa De la Rosa, que enumera algunos de los detalles que hacen de Young S¨¢nchez una obra maestra del relato. "Aldecoa y yo vimos juntos el combate entre Papp y Folledo. Y tambi¨¦n vimos juntos un combate terrible entre Vel¨¢zquez y Carrasco. Ignacio Aldecoa hilaba muy fino y sab¨ªa mucho de boxeo", evoca el novelista sevillano.
De la Rosa tambi¨¦n conoci¨® a Julio Cort¨¢zar. "Recordar¨¦ siempre una cena en Madrid, en la que me cont¨® el combate entre Dempsey y Firpo, que escuch¨® de ni?o por radio en Buenos Aires. A la cena asist¨ªa un grupo de concienzudos profesores de literatura que andaban con sus complejas tesis doctorales sobre el estructuralismo y otros ismos en la obra de Cort¨¢zar. Los profesores se quedaron horrorizados cuando Cort¨¢zar se engolf¨® conmigo en una largu¨ªsima charla sobre boxeo", relata De la Rosa.
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