F¨¢bulas de Saramago

En 1999, un a?o despu¨¦s de haber recibido el Premio Nobel, Jos¨¦ Saramago visit¨® la Universidad de Salzburgo para pronunciar una conferencia. En una cena organizada por sus anfitriones, el autor de Levantado del suelo se sent¨® a la mesa de un restaurante llamado El elefante, donde observ¨® unas figuras que representaban un itinerario por media Europa, desde Lisboa hasta Viena. De esa experiencia, y de la historia simbolizada por aquellas peque?as esculturas (en 1551, el rey portugu¨¦s Juan III regala a su primo, el archiduque Maximiliano de Austria, un elefante asi¨¢tico, que ser¨¢ conducido en caravana desde la capital portuguesa hasta la austriaca) nace El viaje del elefante, un libro con el que Saramago regresa, tras Las peque?as memorias (2006), al territorio que mejor conoce: el de contar historias. Porque El viaje del elefante es, de hecho, una novela que no es una novela, sino un extenso cuento, narrado con las mejores f¨®rmulas del Saramago fabulador, dentro de ese "espacio literario en el que todo puede y debe confluir", como ha definido el autor el g¨¦nero novelesco. Es una obra en marcha, un libro de viajes con dos personajes principales (el elefante y su cuidador) que oculta una met¨¢fora l¨²cida e implacable sobre la vida y la condici¨®n humana, interpretada muchas veces como el v¨¦rtigo entre los caprichos y desv¨ªos del poder y la compasi¨®n solidaria por los que sufren sus decisiones, en un juego narrativo en el que se dan cita lo ¨¦pico y lo l¨ªrico y que transmite al lector, al final del camino, la sensaci¨®n de haber realizado un viaje desde una punta a otra de la vida.

Sirvi¨¦ndose de un narrador cervantino, que juega a mostrarse y a ocultarse de forma burlona, Saramago recobra ahora, tras Las intermitencias de la muerte (2005), su visi¨®n m¨¢s ir¨®nica y l¨²cida sobre el mundo que rodea a los personajes, tan parecido al de nuestros d¨ªas. Su visi¨®n ¨¢cida se introduce como un virus en ideas y conceptos tan de actualidad como la patria, la religi¨®n, la falsa erudici¨®n o el poder y sus s¨ªmbolos, con ese narrador autoir¨®nico que es, a su vez, un cronista plural de todo lo que ve a su alrededor. Pero si algo define la iron¨ªa con la que Saramago escribe esta f¨¢bula es el escepticismo, un escepticismo agudo como una navaja y, al mismo tiempo, sereno como un estanque. Un libro, en definitiva, con un trasfondo real, que es un viaje por la geograf¨ªa y, sobre todo, por el tiempo, escrito con la voluntad de permanecer en un tiempo en el que nunca pase el tiempo: el consagrado a los cl¨¢sicos. Una obra marcada por el signo de la trascendencia (su autor, como es sabido, tuvo que interrumpir su escritura tras sufrir un serio rev¨¦s de salud a finales de 2007), y que nos muestra de nuevo la vitalidad de un hombre de Ribatejo que, diez a?os despu¨¦s de ganar el Nobel, se emociona con las historias sencillas que forman parte de la otra cara de la Historia. -