Secretos pintados, murales perdidos
Pocas mujeres americanas tan inquietantes, tan hermosas e incomprensibles como Blanca Luz Brum. Hace a?os, en Montevideo, en la librer¨ªa del jud¨ªo Moses, compr¨¦ un libro sobre la vida de una inquietante y hermosa uruguaya, unas falsas memorias escritas por Hugo Achugar. Las devor¨¦ fascinado y desde entonces llevo a?os persiguiendo al fantasma real de una mujer que parece una leyenda. Atrapado por su vida, por sus excesos -no soy el ¨²nico, me acompa?an Andr¨¦s Trapiello y Juan Manuel Bonet-, el otro d¨ªa me volv¨ª a encontrar con su realidad, su mito, en un art¨ªculo de Soledad Gallego-D¨ªaz. Hablaba de un mural del "coronelazo" y pintor David Alfaro Siqueiros. Los desnudos de la mujer rubia de esa obra perdida, y rescatada en Buenos Aires, son los de Blanca Luz, su mujer durante algunos a?os al principio de los treinta del pasado siglo.
Seductora, muy joven, Blanca Luz Brum se escap¨® de su colegio de monjas y se dej¨® raptar por un poeta enfermizo
Tuvo muchos amores, muchos hombres, muchas ciudades y varias vidas. Coqueta, mentirosa, seductora, desde que muy joven se escap¨® de su colegio de monjas, se dej¨® raptar en una motocicleta por el poeta enfermizo, moderno, amante de Lenin, del f¨²tbol y ni?o bien lime?o Parra del Riego. Ella hab¨ªa nacido hermosa y con ganas de escapar. Tuvieron un ni?o y el poeta muri¨®. Y Blanca Luz sigui¨® su vida enamorando a poetas, pol¨ªticos, pintores, revolucionarios y ricos. Y abandon¨¢ndolos. Fue una "reina comunista", una cortesana de tiempos revolucionarios. Exaltada escritora, poeta mediocre, que desde su belleza, su impertinente juventud y su osada libertad se met¨ªa con "las poetisas gordas, invertidas, sucias; con los poetas serios, mu?ecotes rellenos de piedras, melenudos, momificados, egipciados...".
Tiempos de amor con el estalinista, bebedor de tequila y gran pintor que ya hab¨ªa gritado "abajo la pintura de caballete", Siqueiros. Una vida llena de emociones, c¨¢rceles, confinamientos, asesinatos pol¨ªticos, aventuras revolucionarias y amigos que se llamaban Frida Kahlo, Diego Rivera, Tina Modotti, Eisenstein, ?lvares Bravo, Sandino o Pablo Neruda, con ¨¦l conoce alguna noche de amor. Mientras su marido la pinta desnuda para el mural del rico mecenas Natalio Botana, ella ya est¨¢ enredada con el "emperador, el ciudadano Kane" de la prensa argentina. No le dura mucho Botana. Cambia de amante, de pa¨ªs, y se casa por la Iglesia -sin haber renunciado a la fe comunista- con un ingeniero chileno. Despu¨¦s vendr¨ªan los amores peronistas, incluido Juan Domingo, antecedentes de aventuras entre la progres¨ªa y la burgues¨ªa de Chile. Cada vez m¨¢s rubia y m¨¢s conservadora. Quiere luchar contra "los rojos", huir de Allende, refugiarse en la Espa?a de Franco. Termina sus d¨ªas protegida y admirada por Pinochet, en la isla de Robinson Crusoe. Olvidada de sus viejos compa?eros de viaje, vive su ¨²ltima huida hacia delante.
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