"Quien causa un da?o serio al Estado ruso debe ser exterminado"
La conversaci¨®n con el hombre al que Scotland Yard considera el sospechoso n¨²mero uno del asesinato con polonio radiactivo de Alexandr Litvinenko se produce en Aristokrat, un restaurante moscovita que Lugov¨®i dice haber comprado hace unos meses junto con Dmitri Kovtun, su amigo desde los tiempos en que estudiaron en la escuela militar del S¨®viet Supremo, y quien le acompa?¨® a la cita con Litvinenko el d¨ªa en que se cree que ¨¦ste fue envenenado. Tomamos caf¨¦ bajo una l¨¢mpara de l¨¢grimas, junto a una chimenea artificial y una pared imitando una le?era. Lugov¨®i es diputado, vicepresidente del Comit¨¦ de Seguridad de la C¨¢mara, miembro del Partido Liberal Democr¨¢tico de Vlad¨ªmir Zhirinovski, de tendencia populista, y tutela la regi¨®n del Lejano Oriente, la pen¨ªnsula de Kamchatka y Siberia Oriental. Al extranjero no se atreve a ir, aunque pasaportes no le faltan.
"A los brit¨¢nicos les resulta c¨®modo acusarme porque encajo perfectamente en una novela de espionaje"
"Desde mi punto de vista, Litvinenko fue un traidor. ?Y qu¨¦? ?Acaso hay que matar enseguida al traidor?"
Lugov¨®i afirma en la entrevista con EL PA?S que el ex agente de los servicios secretos rusos quiso organizarle una cita en Madrid con un agente espa?ol al que ayudaba a investigar las actividades de Zajar Kalashov, alias Shakr¨®, uno de los jefes del crimen organizado ruso. Incluso lleg¨® a telefonearle para insistirle desde el hospital londinense donde yac¨ªa moribundo. Lugov¨®i asegura que nunca lleg¨® a ir a Madrid y perfila una figura misteriosa, la de un alto cargo de los servicios de seguridad espa?oles, que manten¨ªa contactos con Litvinenko.
Pregunta. ?C¨®mo explica que Scotland Yard le considere el principal sospechoso de la muerte de Litvinenko por envenenamiento con polonio radiactivo?
Respuesta. Porque les resulta c¨®modo hacerlo. Estoy firmemente convencido de que los servicios secretos brit¨¢nicos tienen que ver en esta historia, y no me refiero a Scotland Yard, ni a la fiscal¨ªa, sino al espionaje y contraespionaje, que durante los ocho meses de mi estancia discontinua en el Reino Unido intentaron reclutarme de forma directa y a trav¨¦s de Litvinenko. Trataron de encargarme tareas de recogida de informaci¨®n sobre Rusia, incluido material comprometedor de funcionarios, ministros y tambi¨¦n del entorno pr¨®ximo de Putin y su familia.
P. ?Qu¨¦ informaci¨®n en concreto?
R. Eso es parte del secreto del sumario que llevan la fiscal¨ªa y el Servicio Federal de Seguridad (SFS). Por eso, como alrededor de esta historia estaban los servicios de seguridad, lo mejor era acusarme a m¨ª. Por haber sido funcionario del KGB y del Servicio Federal de Escolta (SFE), encajo perfectamente en una novela de espionaje. El argumento es que a m¨ª me encargaron exterminar a Litvinenko ya que durante los ¨²ltimos 10 meses antes de su muerte yo fui seguramente la persona procedente de Rusia con la que se reuni¨® m¨¢s a menudo.
P. ?C¨®mo explica el polonio que se encontr¨® en usted y en la ruta que usted sigui¨® en Londres?
R. El polonio deja huellas. Pero, a diferencia de las dactilares, no se puede identificar a qui¨¦n pertenecen. Kovtun y yo est¨¢bamos convencidos de que los servicios secretos brit¨¢nicos o gente vinculada con Litvinenko nos sometieron a los efectos del polonio. Muchos han inspeccionado los lugares donde estuve y donde se encontr¨® polonio, pero se olvidan de que hay lugares en el Reino Unido donde no estuve y donde se encontr¨® polonio de antes del 1 de noviembre
[d¨ªa en que se considera que Litvinenko fue envenenado]. Hay otros sitios en Londres que visit¨® Litvinenko donde encontraron rastros de ese elemento radiactivo, y todos decidieron que, como donde yo estuve hay huellas, tambi¨¦n las otras est¨¢n relacionadas conmigo. ?Por qu¨¦ esa injusticia? Puede que todo sea al rev¨¦s. Adem¨¢s, existe la firme opini¨®n de que se encontr¨® polonio en los aviones de British Airways en los que volamos, empezando el 25 de octubre, y todos olvidan el hecho, probado por la fiscal¨ªa rusa, de que el 16 de octubre volamos a Londres en Transaereo, y en nuestro avi¨®n no se encontraron huellas de polonio. Pero cuando regresamos s¨ª hab¨ªa unas huellas insignificantes en nuestras butacas del avi¨®n de Transaereo. La fiscal¨ªa requis¨® esas butacas, que ahora son pruebas del sumario. No me pregunten a m¨ª de d¨®nde sali¨® el polonio. Habr¨ªa que pregunt¨¢rselo a Litvinenko, que por desgracia ha muerto, y tambi¨¦n a Berezovski y a Zakay¨ªev, y a los servicios secretos brit¨¢nicos.
P. Usted dijo que estar¨ªa de acuerdo en que su amigo Kovtun fuera al Reino Unido a testificar. ?C¨®mo reaccionaron los brit¨¢nicos a esta propuesta?
R.No han reaccionado a la oferta de Kovtun, y no nos han presentado ninguna acusaci¨®n. La ¨²nica prueba que tienen son las huellas de polonio.
P. Pero los brit¨¢nicos han pedido su extradici¨®n.
R.He visto la petici¨®n, aunque no me dejaron sacarla de la fiscal¨ªa. El investigador la escribi¨® a mano, sin a?adir documentos ni resultados de las investigaciones. Escribieron que consideran que Lugov¨®i mat¨® a Litvinenko porque ¨¦ste criticaba a Putin y al SFS.
P. Pero, desde el punto de vista del SFS, Litvinenko fue un traidor.
R. Y desde mi punto de vista tambi¨¦n. ?Y qu¨¦? ?Acaso hay que matar enseguida al traidor?
P. ?Cree usted que alguien pod¨ªa haber matado a Litvinenko a partir de los intereses del Estado ruso?
R. Si se parte de los intereses del Estado ruso, en el sentido m¨¢s alto del t¨¦rmino, yo mismo hubiera dado esa orden. No hablo de Litvinenko, sino que me refiero a cualquier persona que cause un perjuicio serio. Por ejemplo, de haber sido presidente, hubiera ordenado exterminar a Saakashvili.
P. Saakashvili no es ciudadano ruso, es presidente de la Rep¨²blica de Georgia...
R. Bueno, pues hay otro personaje como (el coronel del KGB) Oleg Gordievski, amigo de Litvinenko, que huy¨® al Reino Unido (en 1985) y fue condenado a muerte por el Tribunal Supremo de la URSS. Yo creo que esa pena debe ser cumplida. Si lo pillan, hay que traerlo aqu¨ª y que lo encierren de por vida. Y si se sabe de personajes que causaron un da?o serio al Estado ruso, deben ser exterminados. Es mi posici¨®n firme y la posici¨®n de cualquier ruso normal.
P. ?C¨®mo conoci¨® a Litvinenko?
R. Lo conoc¨ª en 1996-1997. Entonces yo ya no estaba en el SFE, sino que era jefe de seguridad del primer canal de la televisi¨®n rusa, del que Berezovski y Badri Patarkatsishvili eran accionistas. A menudo, iba a su oficina, por la que pasaba mucha gente. Y un d¨ªa alguien nos present¨®. Litvinenko estaba en el SFS. Despu¨¦s coincidimos all¨ª algunas veces y conversamos sobre temas insustanciales. Cuando por primera vez vol¨¦ a Londres, me top¨¦ con Litvinenko en la oficina de Berezovski.
P. Usted dijo que Litvinenko le propuso hacer informes sobre personajes rusos para entregarlos a sus socios en el Reino Unido.
R. No tuvimos ning¨²n negocio. Me lo propuso, pero no es que yo quisiera. En 2005 me llam¨® por tel¨¦fono y me pregunt¨® cu¨¢ndo planeaba ir a Londres y a qu¨¦ me dedicaba. Le dije que a seguridad y escolta, y me coment¨® que ten¨ªa clientes en el Reino Unido interesados en esos servicios. Era normal. En aquel momento ten¨ªamos ya clientes en muchos pa¨ªses. Ya en Londres me dijo que hab¨ªa dos compa?¨ªas que buscaban socios en Rusia para ayudar a los inversores occidentales a entrar en el mercado y recibir informaci¨®n que no siempre se puede obtener de forma abierta. Me pareci¨® interesante y normal. Nos hicieron algunas propuestas, pero despu¨¦s del primer encuentro plantearon que estar¨ªa bien vender informaci¨®n comprometedora sobre funcionarios. Cualquiera entender¨ªa que all¨ª hab¨ªa algo raro.
P. Pero ustedes aceptaron la propuesta de colaborar.
R. S¨ª, recibimos alg¨²n dinero y pagamos a Litvinenko, que pidi¨® el 20% de comisi¨®n.
P. ?Colabor¨® con los servicios de seguridad rusos en aquel trabajo?
R. No colabor¨¦ con el SFS en absoluto. Yo era un peque?o empresario.
P. No es incompatible.
R. Escuche. Yo acab¨¦ la ense?anza en una academia militar de ¨¦lite. Conmigo estudiaron 400 personas, de las que 150 siguen en el servicio. Entre ellos hayn el servicio. Entre ellos hay comandantes de divisi¨®n, vicejefes de distritos militares, altos cargos del SFS, del SFE, y de los guardafronteras. Todos mis amigos son militares o bien se encuentran en estas instituciones. Una de las personas que me son m¨¢s pr¨®ximas es el vicedirector del SFE, un general con enormes posibilidades y recursos. Pero no tengo ninguna relaci¨®n oficial con funcionarios del FSB; s¨®lo de amistad desde que nos graduamos de la academia. Cuando los agentes brit¨¢nicos comenzaron a acerc¨¢rseme, una de las primeras cosas que hice fue informar al FSB para que luego no me acusaran de traici¨®n o de espionaje. Pero comet¨ª un error. Cre¨ªa -al menos eso es lo que me ense?aron- que si la persona que quieres reclutar no est¨¢ preparada hay que apartarse de ella porque te puede poner en aprietos. Pero los ingleses continuaron presion¨¢ndome porque, o se hab¨ªan olvidado de c¨®mo trabajar, o bien trataban de provocarme o esperaban que yo comenzara un doble juego. Entonces decid¨ª no hacer negocios con quienes me present¨® Litvinenko; yo ya ten¨ªa mi negocio y mis socios en el Reino Unido. Pens¨¦ que era mejor hacer como si nada hubiera pasado, pero ellos continuaron y el resultado fue esa historia con el polonio. Claro que yo hubiera debido cortar todas las relaciones con ellos en primavera, medio a?o antes de la muerte de Litvinenko. Quer¨ªa hacerlo, pensaba que me dejar¨ªan tranquilo, pero empezaron a amenazarme y a chantajearme con el visado, que se me acababa.
P. En 2001 ayud¨® a organizar la fuga de Nikol¨¢i Glushkov, el vicedirector de Aeroflot [encarcelado por un esc¨¢ndalo econ¨®mico relacionado con Berezovski], pero pas¨® poco tiempo en prisi¨®n. ?Se debi¨® eso a que acept¨® trabajar para los servicios de seguridad rusos?
R. Aparte de m¨ª, participaron dos ayudantes de Glushkov y nos detuvieron a los tres. Me liberaron al cabo de un a?o y tres meses y si me hubieran reclutado hubiera salido en un mes.
P. Usted dijo que ten¨ªa intenci¨®n de ir a Espa?a, ?para qu¨¦?
R. Quer¨ªa ir a descansar cuatro d¨ªas con mi mujer a Madrid. Y en septiembre planeamos un viaje para noviembre. Ahora, la verdad es que ya me olvid¨¦, pero... ahora mirar¨¦ el pasaporte (tiene tres sobre la mesa). Ahora lo encontraremos (va pasando las p¨¢ginas de los pasaportes en busca de un visado). No s¨¦ si era un visado Schengen o si especialmente tom¨¦ un visado a trav¨¦s de Espa?a.
P. ?Va a menudo al extranjero?
R. No voy nunca.
P. Tal vez hay alg¨²n pa¨ªs adonde pueda viajar...
R. A ninguna parte. No me arriesgo...
P. ?Ni a la India a esquiar?
R. Esqu¨ªo en el norte del C¨¢ucaso. En el Elbr¨²s.
P. ?Pero cu¨¢ntos pasaportes tiene? ?Tres?
R. Son de diferentes a?os.
P. Toda una colecci¨®n.
R. No, no. Estaban en la caja fuerte y decid¨ª... Ten¨ªa dos pasaportes que se acabaron y luego otros dos. Y veo que no tengo aqu¨ª el m¨¢s importante. Bueno, pues mi mujer y yo plane¨¢bamos ir en noviembre, y cuando me encontr¨¦ con Litvinenko en octubre le coment¨¦ mis intenciones de ir a Madrid, y me dijo que iba a menudo a Espa?a y que colaboraba con los servicios secretos locales para desenmascarar a la mafia rusa en territorio de aquel pa¨ªs. Comenz¨® a hablarme de una compa?¨ªa inmobiliaria interesada en comprobar si sus clientes rusos ten¨ªan conexiones con la delincuencia y me cont¨® que ayud¨® a los servicios secretos rusos a investigar el asunto del bandido Shakr¨®, y delante de m¨ª llam¨® por tel¨¦fono a Madrid a una persona cuyo nombre no puedo revelar porque lo di a la fiscal¨ªa rusa.
P. ?Un espa?ol?
R. S¨ª, un espa?ol que trabajaba en los ¨®rganos de seguridad. Le dijo que iba a ir un ruso que pod¨ªa ayudar a encontrar a los delincuentes que intentaban lavar dinero en inmobiliarias en Espa?a.
P. ?Y ese funcionario hablaba ruso?
R. S¨ª. A mediados de noviembre, Litvinenko me llam¨® ya desde la cl¨ªnica, me pregunt¨® cu¨¢ndo iba a Madrid y me dijo que, cuando se curara, ¨¦l tambi¨¦n ir¨ªa. Le contest¨¦ que a finales de noviembre. Yo quer¨ªa pasear por Madrid y evitar aquel encuentro (con el funcionario espa?ol). No llegu¨¦ a ir porque comenz¨® el revuelo y me acusaron de envenenar a Litvinenko.
P. ?En qu¨¦ asunto concreto ayud¨® Litvinenko a los servicios secretos espa?oles?
R. No s¨¦ en qu¨¦ pod¨ªa ayudar porque hac¨ªa tiempo que no sab¨ªa lo que pasaba en el pa¨ªs. A mediados de los noventa, trabajaba en una unidad especial del FSB contra el crimen organizado, pero desde entonces muchas cosas han cambiado.
P. ?Fue ¨¦l quien contact¨® a los servicios espa?oles o al rev¨¦s?
R. Creo que fueron los brit¨¢nicos los que lo pusieron en contacto con los espa?oles. Litvinenko era un emigrante pol¨ªtico y deb¨ªa observar las leyes brit¨¢nicas si no quer¨ªa perder ese estatus, as¨ª que no creo que por s¨ª mismo se hubiera atrevido a colaborar.
P. El ex jefe del Gobierno ruso Yegor Gaidar dijo que hab¨ªan intentado envenenarlo en Irlanda mientras desayunaba. ?Cree usted que eso era posible?
R. No puede excluirse nada. Me parece que desde que Putin comenz¨® su segundo mandato diversas fuerzas en Occidente han planeado desacreditar a Rusia y, concretamente, a Putin con el apoyo de nuestros oligarcas en el exilio. Hicieron lo posible para desacreditarlo, las revoluciones en Ucrania y Georgia, el conflicto en Osetia del Sur y Abjazia. Podr¨ªan haber emprendido algo contra Gaidar, que fue el autor de la reforma de 1992 y es un s¨ªmbolo de la libertad econ¨®mica. En lo que a Georgia se refiere, este pa¨ªs comprendi¨® que no se puede bromear con nosotros. Conozco Georgia porque viv¨ª all¨ª en los a?os setenta, y a principios de esta d¨¦cada iba una vez al mes a ver a Badri. Habr¨ªa que haber llevado los tanques hasta Tbilisi, nombrar a nuestro representante y colgar a Saakashvili como los norteamericanos colgaron a Sadam Husein [en realidad, ejecutado por iraqu¨ªes].
El caso del ex esp¨ªa ruso envenenado
Una taza de t¨¦. Alexandr Litvinenko, ex esp¨ªa ruso exiliado en el Reino Unido que ten¨ªa contactos con el servicio secreto espa?ol, toma un t¨¦ en Londres con dos hombres de negocios de su pa¨ªs, Andr¨¦i Lugov¨®i y Dmitri Kovtun, el 1 de noviembre de 2006. El t¨¦ resulta presuntamente letal para el antiguo agente.
Muerte del ex esp¨ªa. Litvinenko muere el 23 de noviembre de 2006 tras declarar por televisi¨®n que hab¨ªa sido envenenado. Las investigaciones determinan que el polonio-210 fue el elemento causante de la intoxicaci¨®n.
Principal sospechoso. En mayo de 2007, la fiscal¨ªa brit¨¢nica reclama a Rusia la extradici¨®n de Andr¨¦i Lugov¨®i como principal sospechoso del asesinato de Litvinenko. Vlad¨ªmir Putin se opone a la solicitud de Londres.
Situaci¨®n actual. El caso permanece bloqueado. Las pruebas obtenidas por Scotland Yard no se han hecho p¨²blicas. Lugov¨®i, el hombre reclamado por la fiscal¨ªa brit¨¢nica, es diputado de la Duma y las autoridades rusas alegan que el Reino Unido no tiene jurisdicci¨®n sobre ¨¦l para procesarle.
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