Las 'conejitas' pierden jefa
Christine Hefner abandona la direcci¨®n de Playboy. Su paso atr¨¢s levanta dudas sobre el imperio er¨®tico fundado por su padre. Un conglomerado amenazado por el sexo en Internet
Hasta las torres m¨¢s altas pueden resquebrajarse, y parece que las mansiones llenas de champ¨¢n y conejitas tambi¨¦n. Christine Hefner, la principal ejecutiva del grupo Playboy, suelta las riendas del imperio en mitad de una grave crisis. Bajo la tutela de la hija mayor de Hugh Hefner -el fundador, famoso por haber conseguido que durante las ¨²ltimas d¨¦cadas le admitieran en cualquier sarao vestido con un bat¨ªn de seda- la marca ha alcanzado lo que parece su c¨¦nit: 24 ediciones en todo el mundo, venta de im¨¢genes er¨®ticas en Internet y por tel¨¦fono m¨®vil, lencer¨ªa, canales de televisi¨®n pornogr¨¢fica, perfumes... Pero la revista, el negocio fundamental, cada vez vende menos, y amenaza con arrastrar al resto del imperio.
La revista vend¨ªa siete millones de ejemplares en EE UU en los a?os setenta. Ahora se han reducido a tres millones
Christine Hefner anunci¨® esta semana que abandonar¨¢ el conglomerado Playboy Enterprises Inc. a principios de 2009. La emperatriz del erotismo, de 56 a?os, naci¨® del matrimonio de Hugh Hefner con Mildred Williams, una compa?era del instituto; su siguiente esposa fue la conejita del a?o 1972, Kimberley Conrad. A Hefner siempre le ha gustado repetir que su evoluci¨®n encarna el aut¨¦ntico sue?o americano.
La salida de Christine ha confirmado que los Hefner ya no se sienten c¨®modos en su reino. El patriarca, que tiene ahora 82 a?os, comenz¨® hace unos meses a vender entradas para sus exclusivas fiestas con la intenci¨®n de maquillar las p¨¦rdidas de la compa?¨ªa, seg¨²n comentaron numerosos medios de comunicaci¨®n. La raz¨®n de todos los males es que en el sector del erotismo y la pornograf¨ªa, la anarqu¨ªa con la que fluyen las im¨¢genes por Internet ha minado el inter¨¦s que presentaban los grandes medios de pago; eso y que la proliferaci¨®n de revistas masculinas ha convertido a Playboy en una m¨¢s.
La estrategia de la compa?¨ªa no parece que vaya a cambiar dr¨¢sticamente, puesto que Hugh Hefner continuar¨¢ controlando el paquete mayoritario de acciones. Pero quien reemplace a su hija deber¨¢ ser capaz de poner fin a la sangr¨ªa de beneficios. 24 horas despu¨¦s del anuncio de cambio en la presidencia, Linda Havard, la responsable financiera del grupo, anunci¨® que Playboy Enterprises planea continuar con su pol¨ªtica de "agresivo recorte de costos" despu¨¦s de haber despedido al 15% de sus trabajadores en 2008 y registrado unas p¨¦rdidas de 11 millones de euros. La empresa ha aprovechado que esta semana vuelve a los quioscos de Italia para anunciar a los cuatro vientos que dispone de 20 millones de lectores en el mundo. Pero los datos contrastados de venta en Estados Unidos indican que apenas rebasa los tres millones de ejemplares en ese pa¨ªs, frente a una circulaci¨®n de siete millones de ejemplares alcanzada en los a?os setenta.
Christine Hefner explica su adi¨®s recurriendo a razones personales. "Justo cuando este pa¨ªs se enfrenta a cambios en forma de un nuevo liderazgo, he decidido que tambi¨¦n es tiempo de hacer cambios en mi propia vida", ha explicado en un comunicado. No es simple palabrer¨ªa; la empresaria ha estado muy ligada a la campa?a de Barack Obama y a su apuesta por una renovaci¨®n del panorama sociopol¨ªtico de Estados Unidos. Conoci¨® al dem¨®crata en un encuentro de las Ladies Who Lunch (damas que almuerzan), un grupo de 19 potentadas de Chicago -sede de Playboy y cuna pol¨ªtica del presidente electo- que patrocinan actividades pol¨ªticas y culturales de signo liberal. Ella se convirti¨® en una de las hadas madrinas del candidato, poni¨¦ndole en contacto con lo m¨¢s granado de la industria de la comunicaci¨®n estadounidense. Puede que la victoria de Obama haya llevado a Christine Hefner a profundizar en nuevos proyectos.
Consecuencia de su necesidad gen¨¦tica de defender la libertad de expresi¨®n y enfrentarse al puritanismo, Playboy siempre fue un refugio para los liberales. Escondidos entre los pliegues m¨¢s ¨ªntimos de las playmates -las misses de cada mes-, la revista ha acogido relatos de autores tan controvertidos en c¨ªrculos conservadores como Margaret Atwood o Vlad¨ªmir Nabokov. Fidel Castro, Malcom X, Jean Paul Sartre y Yasir Arafat son algunos de sus entrevistados m¨¢s radicalmente enfrentados al establishment. La buena sociedad americana a¨²n tiembla despu¨¦s de las escandalosamente sinceras declaraciones del entonces candidato a la Presidencia Jimmy Carter en noviembre de 1976: "He cometido adulterio en mi coraz¨®n muchas veces".
Diciembre de 1953. El primer n¨²mero de la revista, que Hefner prepar¨® en la cocina de su casa, no llevaba fecha porque le parec¨ªa poco probable que viera la luz el segundo. Pero la idea fue un ¨¦xito absoluto. En la portada aparec¨ªa Marilyn Monroe, a quien el editor nunca conoci¨® personalmente; a¨²n as¨ª hace unos a?os pag¨® una fortuna para asegurarse de que ser¨¢ enterrado cerca de su musa empresarial, en un mausoleo en el Pierce Bros Westwood Memorial Park de Los ?ngeles.
La publicaci¨®n se convirti¨® en estandarte de la liberaci¨®n sexual, aunque pronto Hefner comenz¨® a recibir cr¨ªticas por intentar aprovecharse del empuje feminista para vender sexo banalizado y una mujer instrumentalizada. Hugh Hefner disfruta provocando. Le gusta recordar que es el hijo mayor de una pareja muy conservadora, descendiente de un linaje de reconocidos puritanos de Massachusetts. Siempre ha tenido a gala que en muchos pa¨ªses Playboy est¨¦ prohibido o sufra censuras; lo considera un ejemplo de que act¨²a en adalid de la libertad de expresi¨®n. Le hace re¨ªr que le recuerden que durante muchos a?os su revista se vendi¨® en Estados Unidos cubierta por una bolsa de papel.
La vida glamurosa del magnate ha sido parte de la imagen de marca de la compa?¨ªa, junto al conejo con pajarita que acopl¨® a partir del segundo n¨²mero por "su humor¨ªstica connotaci¨®n sexual". Hefner aparece siempre rodeado de chicas de pelo platino y per¨ªmetro pectoral estratosf¨¦rico, muchas de las cuales se jacta de haber paseado por su cama. Desde que se separ¨® de su segunda mujer, ha convertido el canto a la Viagra en una constante. Su excentricidad y el placer que demuestra actuando como anfitri¨®n de las mayores estrellas del mundo en su mansi¨®n de Hollywood, pase¨¢ndolas por su jard¨ªn lleno de flamencos y sirvi¨¦ndoles champ¨¢n en la gruta en la que se re¨²ne con las playmates, lo han convertido en un personaje clave en la cultura popular. Incluso lleg¨® a presentar un par de programas de televisi¨®n de ¨¦xito: El ¨¢tico de la casa Playboy y Playboy despu¨¦s del anochecer.
Despu¨¦s del esplendor de los setenta, la competici¨®n de revistas er¨®ticas de m¨¢s voltaje como Hustler o Penthouse comenz¨® a menoscabar el ¨¦xito de la f¨®rmula Playboy. El grupo apost¨® entonces por un p¨²blico m¨¢s joven, y los grandes entrevistados de la pol¨ªtica y las artes comenzaron a convivir con estrellas del hip hop. Progresivamente, la publicaci¨®n se convirti¨® en uno de los estandartes del modelo de mujer neum¨¢tica, elevando a icono a Pamela Anderson. Pasaban a la historia las curvas naturales de la sueca Lenna Sjooblom, que luc¨ªa las marcas blancas del biquini en su cargo de playmate de noviembre de 1972, el n¨²mero m¨¢s difundido de la historia.
Ahora la marcha de la heredera deja los cimientos del imperio al descubierto. Hugh Hefner est¨¢ obligado a encontrar una nueva f¨®rmula m¨¢gica, de lo contrario queda esperar a ver si las conejitas de su gruta seguir¨¢n queri¨¦ndole en caso de que su famoso jacuzzi se quede sin burbujas.
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