D¨ªas de whisky y excusas
La literatura irlandesa siempre ha bebido en exceso y esta pieza de Conor McPherson (Dubl¨ªn, 1971) que nos ocupa no es una excepci¨®n. Ligado al desabrido clima y al catolicismo, como apunta el propio autor en la entrevista que se reproduce en el programa de mano, el alcoholismo marca a muchos de sus protagonistas. Es el caso de John Plunkett, el encargado de una funeraria que vive instalado en la resaca permanente, como es el caso tambi¨¦n de otros personajes urdidos por McPherson en obras anteriores (Rum & vodka) o posteriores (The seafarer). Dublin Carol (2000) o Villancico en Dubl¨ªn viene a ser el mon¨®logo interior de John, un discurso de emociones y ofuscaciones que se sirve de otros dos personajes para no caer en el a menudo inaccesible flujo de la conciencia, ese discurso exento de orden gramatical y sint¨¢ctico que precede a toda organizaci¨®n l¨®gica propio de otro irland¨¦s como es Joyce. Mark primero, un joven ayudante nuevo en el negocio, y Mary despu¨¦s, su hija, a la que hace a?os que no ve, son los que dan pie a su obsesiva y repetitiva verborrea asegurando, de paso, la coherencia.
DUBLIN CAROL
De Conor McPherson. Traducci¨®n: Llu¨ªs Miquel Benn¨¤ssar. Direcci¨®n: Manel Dueso. Int¨¦rpretes: Manel Dueso, ?urea M¨¢rquez, Bernat Quintana. Sala Beckett. Barcelona, 11 de diciembre.
Convincente Dueso
Vigilia de Navidad en el despacho de la funeraria que lleva John: un contexto deprimente incluso sin los pobres adornos navide?os que lo llenan. D¨ªas de comilonas, regalos y alegr¨ªa para quienes gozan de salud, dinero y amor. John, sin embargo, est¨¢ solo. As¨ª es que ¨¦stos van a ser para ¨¦l d¨ªas de whisky y m¨¢s whisky del barato. Y excusas. Las tiene para todo, lleva a?os construy¨¦ndose como fracasado profesional. Mark y Mary se dan cuenta y le disculpan: el primero, por pena; la segunda, por amor filial. Borracho protot¨ªpico, todo lo que pueda decirse de ¨¦l cabe en un manual, infancia dif¨ªcil incluida. Y como no hay acci¨®n, la gracia de Dublin Carol recae en la interpretaci¨®n que se haga del personaje. Manel Dueso, director y protagonista del montaje, asume a John con convicci¨®n y con un curioso acento; sabe darle los rodeos y titubeos que caracterizan el habla del que, embriagado, se va por las ramas; farfulla y tropieza sin pasarse; construye un John estupendo, vamos.
Bernat Quintana y ?urea M¨¢rquez saben, a su vez, acompa?arle con eficacia.
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