Unos vuelos de bajo coste
La investigaci¨®n pol¨ªtica y judicial muestra que Aznar, Piqu¨¦ y Trillo aprobaron las escalas hacia Guant¨¢namo
"Lo que era moralmente inaceptable en materia de sexo se ha convertido en f¨ªsicamente inalcanzable", conclu¨ªan Les Luthiers -unos maduros con clase- una de sus m¨¢s memorables actuaciones. Retorciendo la frase de los humoristas argentinos, pr¨¢cticamente inalcanzable se encuentra para el Derecho Penal el ex presidente Aznar por la autorizaci¨®n otorgada a su amigo George Bush para que sobrevolaran o hicieran escala en Espa?a vuelos militares que trasladaban prisioneros talibanes o de Al Qaeda a Guant¨¢namo, aunque su actuaci¨®n sea moralmente inaceptable, sobre todo tras conocer que la base americana se convirti¨® en un limbo jur¨ªdico, un centro de detenci¨®n ilegal y torturas para prisioneros de guerra a los que se priv¨® de todos los derechos que les otorga la Convenci¨®n de Ginebra.
Fuentes jur¨ªdicas consideran "remota" la implicaci¨®n penal de Aznar
El ex ministro de Exteriores Josep Piqu¨¦, que presumiblemente particip¨® en la decisi¨®n de permitir escalas en las bases de Mor¨®n y Rota de los vuelos a Guant¨¢namo, dijo la semana pasada, acosado por estudiantes de la Universidad Complutense, que no tiene "ning¨²n problema moral" por las decisiones que adopt¨®, porque en 2002 nadie era tan clarividente como para saber en qu¨¦ iba a convertirse Guant¨¢namo despu¨¦s. Es cierto que si invitas a un amigo a cenar no le inspeccionas los bolsillos, y que si le prestas el coche no le pides la fotocopia del carn¨¦ de conducir, aunque se espera del amigo que se comporte como es debido, que respete las normas de tr¨¢fico y que si no lo hace se haga cargo de las multas.
Y aunque Piqu¨¦ diga ahora que no pod¨ªa saber qu¨¦ iba a pasar en Guant¨¢namo, s¨ª pod¨ªa sospechar que la operaci¨®n no era limpia, como han puesto de manifiesto los documentos revelados por EL PA?S. De entrada, se busc¨® el aer¨®dromo "m¨¢s discreto", y el vicealmirante Manuel Calvo, presidente del Comit¨¦ Permanente Hispano-Norteamericano, en una nota informativa del 11 de enero de 2002, advert¨ªa de que habr¨ªa que "sopesar las consecuencias legales", por si alg¨²n trasladado fuera europeo. Adem¨¢s, el director general de Pol¨ªtica Exterior para Am¨¦rica del Norte, Miguel Aguirre de C¨¢rcer -autor del primer informe "muy secreto" dirigido al ministro Piqu¨¦ sobre la autorizaci¨®n de los vuelos y que est¨¢ citado a declarar en la Audiencia Nacional- tendr¨¢ que explicar, si todo era tan claro y legal, por qu¨¦ en un mensaje dirigido al secretario general de Pol¨ªtica de Defensa, Javier Jim¨¦nez-Ugarte, propon¨ªa una "l¨ªnea de informaci¨®n p¨²blica" para enmascarar la realidad en el caso de que los periodistas descubrieran el pastel. La propuesta consist¨ªa en asegurar que no estaban previstas escalas en esos vuelos pero que se autorizar¨ªan en caso de emergencia, como si la autorizaci¨®n de esas escalas no fuera una decisi¨®n pol¨ªtica y se pudiera prohibir un aterrizaje de emergencia.
El caso es que el mismo 11 de enero de 2002 se produjo el primer traslado de prisioneros desde Kandahar (Afganist¨¢n) hasta Guant¨¢namo. Iban 23 detenidos, entre los que se encontraba el brit¨¢nico Feroz Ali Abbasi, que permaneci¨® tres a?os en la base americana en condiciones inhumanas y que finalmente fue liberado sin cargos ni juicio.
El Parlamento europeo ha condenado las vulneraciones de los derechos humanos por parte de los norteamericanos y la colaboraci¨®n de los Gobiernos europeos, pero el Derecho Internacional no dispone de mecanismos coercitivos suficientes para obligar a los Estados a cumplir las normas. Ni la ONU ni la Uni¨®n Europea han conseguido parar a Bush. ?nicamente la llamada movilizaci¨®n de la verg¨¹enza, la presi¨®n moral que supone la mala publicidad de una condena p¨²blica internacional, est¨¢ consiguiendo, aunque muy lentamente, que los estadounidenses cierren Guant¨¢namo.
Mientras tanto, el proceso penal en la Audiencia contin¨²a adelante y parece tener un largo recorrido, aunque fuentes del ¨®rgano judicial consideran "remota" una eventual implicaci¨®n de Aznar.
Sin embargo, ahora que los poco clarividentes Piqu¨¦, Aznar y el ex ministro de Defensa Federico Trillo ya saben qu¨¦ pas¨® -y que es moralmente inaceptable- deber¨ªan pedir perd¨®n. Perd¨®n por haber colaborado en una atrocidad, a sabiendas o no.
No creo que lo vayan a hacer. No est¨¢ en la naturaleza del espa?ol pedir perd¨®n, como no lo ha hecho la Iglesia espa?ola por mirar hacia otro lado durante los cr¨ªmenes del franquismo, pero para variar, estar¨ªa bien.
Adem¨¢s, el caso no s¨®lo alcanza al Ejecutivo de Aznar. Como bien recuerda Piqu¨¦, el mayor n¨²mero de vuelos pas¨® por Espa?a con el primer Gobierno socialista, que ha dicho que en ning¨²n momento se cometi¨® ninguna irregularidad. Seguro que los norteamericanos se fiaban menos de Zapatero que de Aznar, porque les hab¨ªa dejado tirados en la guerra de Irak, por lo que si hubo transportes ilegales es muy probable que los ocultasen. No obstante, el Gobierno y el Parlamento, aprovechando que se cumplen 60 a?os de la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos, deber¨ªan condenar las violaciones cometidas en esos vuelos y en Guant¨¢namo, y adoptar las medidas de control para evitarlas en el futuro.
Lo dicho, pedir perd¨®n es un coste escaso para tanto perjuicio.
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