La cotizada piedra madrile?a
Las canteras de la regi¨®n exportan al a?o 100.000 toneladas, al tiempo que aumenta el comercio ilegal de roca de musgo para decoraci¨®n de chal¨¦s
Madrid es testigo de un comercio ilegal de rocas de musgo. Las autoridades medioambientales persiguen infructuosamente el corte de piedra que alimenta este tr¨¢fico oculto en los parques regionales protegidos, que deriva hacia la construcci¨®n de chal¨¦s, donde las piedras forradas por su singular verdor adquieren una cotizaci¨®n astron¨®mica. Su potencial decorativo es muy elevado. El expolio se realiza con nocturnidad en tapiales de prados, casas en ruinas, torreones y molinos abandonados, incluso en iglesias y cementerios, casi siempre orientados al norte, donde el musgo se agarra a las rocas.
Algunos expoliadores no escatiman herramientas para extraer su codiciado bot¨ªn. Un pal¨¦ de un metro cuadrado de piedra poblada de musgo puede llegar a costar 30 euros. "Las leyes de protecci¨®n medioambiental son insuficientes para frenar ese comercio", explica Javier Garc¨ªa Guinea, ge¨®logo del Museo Nacional de Ciencias Naturales y petr¨®logo investigador del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas.
Un metro cuadrado de roca cubierta de musgo puede valer hasta 30 euros
China y Jap¨®n son algunos de los importadores del granito de Madrid
"Las riberas de r¨ªos como el Guadarrama se ven sometidas a extracciones ilegales de arenas, pese a que las leyes hidrogr¨¢ficas impiden esta pr¨¢ctica al menos hasta los 17 metros en cada margen fluvial", a?ade Garc¨ªa Guinea. Estos hechos son manifestaciones del valor que la piedra cobra en Madrid, verdadera superpotencia en materiales como la sepiolita- la mayor mina del mundo se encuentra entre Vallecas y Vic¨¢lvaro- y otros m¨¢s propiamente p¨¦treos de distinta naturaleza.
"Han pasado cinco siglos y a¨²n viven en El Escorial familias con apellidos pontevedreses", explica el ge¨®logo madrile?o. "Fueron sus ancestros los que labraron la piedra del monasterio jer¨®nimo de San Lorenzo". Aunque la pizarra de sus techados proced¨ªa de Bernardos, en Segovia, los sillares de su f¨¢brica se extra¨ªan de las canteras a cielo abierto de Las Machotas, camino de Zarzalejo.
Hacia el oeste de la villa escurialense, Cenicientos y San Mart¨ªn de Valdeiglesias siguen siendo dos de los principales enclaves de donde se extrae piedra en la regi¨®n de Madrid. Una de las que m¨¢s obtiene, concretamente granito, es la cantera denominada El Venero, en Cadalso de los Vidrios, que produce 80.000 toneladas al a?o. De Colmenar Viejo, al noreste de la regi¨®n, proced¨ªan los adoquines de diabasa -p¨®rfido verde oscuro- que pavimentaron las calles de Madrid a partir del siglo XVI. Muchos de ellos, tal vez millones, permanecen bajo el asfalto y afloran cuando surgen socavones u obras.
Una cantera ubicada en la zona de La Bastiana, junto al r¨ªo Manzanares, fue cerrada tiempo atr¨¢s por el alcalde colmenare?o: motoristas adolescentes saltaban sobre sus paredes diagonales y afilados tajos con sus ciclomotores; aquel arriesgado juego caus¨® varios accidentes mortales.
Madrid puede ser considerada una superpotencia en piedra: exporta anualmente m¨¢s de 100.000 toneladas. "La exportaci¨®n permite hallar bloques de granito blanco de Bustarviejo, de hasta 40 toneladas, en latitudes tan lejanas como Jap¨®n", dice el gem¨®logo y joyero de Colmenar Mart¨ªn Fern¨¢ndez.
De las 120 canteras existentes en la regi¨®n, 55 son de arena-grava y fueron empleadas durante la Edad Media y hasta el siglo XVI para levantar murallas; las de granito, que son 28 canteras, erigieron grandes edificios; las de caliza son 20, empleadas en arte suntuario; 15, de yeso, para fines ornamentales; cinco son de arcilla, utilizada para erigir el castillo de Fuentidue?a y las murallas de Torrelaguna y Talamanca, entre otros monumentos; cuatro de s¨ªlex, para mampuestos de muros; tres de feldespato y una de cantos rodados. Estas piedras fluviales decoran los muros del claustro viejo del monasterio de El Paular.
Madrid se surti¨® de sus propias canteras gran¨ªticas hasta el despliegue del ferrocarril a partir del segundo tercio del siglo XIX. Fue entonces cuando comenzaron a comercializarse piedras m¨¢s baratas procedentes de localidades como Novelda, en Alicante, Baides, en Guadalajara, o Calatorao, en Zaragoza. Muchas canteras madrile?as se hab¨ªan agotado, otras desaparecieron en el proceso de urbanizaci¨®n y el resto perdura hasta hoy.
En el mundo ornamental, la piedra m¨¢s abundante, resistente, tenaz, pulimentable y labrable es el granito, de grano fino o grueso. La regi¨®n madrile?a cuenta con 28 canteras de piedra de ambos tipos actualmente en explotaci¨®n, que se hallan dispersas en un arco que abarca desde Cadalso de los Vidrios, con siete canteras, en el extremo suroeste del territorio, hasta Colmenar. En Cadalso abunda la variedad conocida como monzogranito de grano grueso, de tonos ros¨¢ceos. Hay importantes hitos en San Mart¨ªn de Valdeiglesias, con monzogranitos de grano medio, y en Chapiner¨ªa, El Escorial, Galapagar-Torrelodones, Guadarrama, Collado Mediano, Alpedrete, Zarzalejo, Moralzarzal, donde el granito recibe el nombre de piedra berroque?a; y en Navalagamella, Sieteiglesias, El Berrueco, El Boalo, Bustarviejo, Valdemanco y La Cabrera, entre otros enclaves, numerosas otras variedades. Hasta finales del siglo XIX era costumbre enraizada en Madrid la de muchos particulares de salir al monte a caballo y hacerse con piedras para la autoconstrucci¨®n de casas. La ¨²nica condici¨®n era la de avisar al Ayuntamiento m¨¢s cercano.
Tambi¨¦n de las canteras madrile?as derivaba la construcci¨®n de enlosados, pretiles, bordillos y adoquinados, adem¨¢s de granjas, pajares, casas y palacios de cuyas ruinas se abastecen los comerciantes ilegales de roca de musgo. El castillo de Manzanares el Real muestra una piedra gran¨ªtica clara, llamada as¨ª como palacioleucogranito, que puede adquirir un tono dorado.
"Durante siglos, los canteros emplearon t¨¦cnicas manuales para tratar la piedra", explica Luis Garrido, cantero pontevedr¨¦s de 38 a?os. "Nuevas t¨¦cnicas incorporaron ya hace m¨¢s de una centuria las voladuras en masa del macizo rocoso con explosivos de p¨®lvora, dinamita o gelatina explosiva", a?ade. "El barreno, que a¨²n se emplea hoy, consist¨ªa en abrir una cavidad cil¨ªndrica en la roca con mazas". Una vez abiertos los huecos, "se distribu¨ªan las cargas y se interconectaban; se provocaba su ignici¨®n por inflamaci¨®n el¨¦ctrica". Hoy, para el corte de la piedra se aplica hilo de diamante, disco met¨¢lico, chorro de agua, l¨¢ser, haces de electrones y reactivos, plasma o cementos expansivos.
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