Sorpresas y derechos en los aeropuertos
Viajar en avi¨®n es fuente de sorpresas: encontrar para cualquier ciudad europea un billete mucho m¨¢s barato que para Espa?a, que la compa?¨ªa a¨¦rea haya desaparecido y te deje en tierra... Pero especialmente emocionante es viajar con equipaje de mano. Las situaciones en esos controles a los que nos hemos adaptado sin rechistar son frecuentemente grotescas y en ocasiones hasta una clara vulneraci¨®n de derechos humanos.
El ataque contra las Torres Gemelas del 11-S gener¨® psicosis. Fue tambi¨¦n la ocasi¨®n para que, desde planteamientos neoconservadores reaccionarios, se pretendiese implantar el todo vale. Entre ello, las restricciones arbitrarias de libertades fundamentales, y no s¨®lo de los presuntamente "malos" sino de las de todos. Y as¨ª si portas un ordenador al viajar en avi¨®n, adem¨¢s de ponerlo separadamente para el control de rayos (apenas tienes manos para tanta caja de pl¨¢stico), te piden en ocasiones que introduzcas tu clave de seguridad y lo enciendas. Si preguntas por qu¨¦, la mirada puede fulminarte. Una vez que comprueban que, en efecto, s¨®lo es un ordenador, nada sucede.
Nos hemos habituado a humillaciones y vulneraciones de derechos en los controles de seguridad
Y si el viaje es a Estados Unidos, puede haber a¨²n m¨¢s emoci¨®n. All¨ª, al aterrizar en el pa¨ªs en el que se ubica la Estatua de la Libertad, la polic¨ªa aeroportuaria puede no s¨®lo inspeccionar cuanto hay grabado en tu ordenador, tal y como es posible desde hace meses, sino incluso algo todav¨ªa m¨¢s surrealista: hacer una copia de ello. Da igual que bajo el icono de Mis documentos se lleve informaci¨®n sobre el trabajo o la vida privada. La polic¨ªa no s¨®lo puede leer cuanto guardas escrito o en im¨¢genes, sino tambi¨¦n apropiarse de ello. Y no hace falta el menor indicio de que el pasajero pudiera ser sospechoso; es s¨®lo por si acaso. Resulta dif¨ªcil salvarse si caes en manos de un polic¨ªa que te ha mirado mal o al que no le han gustado tus ojos, tu piel o tu vestimenta.
Aunque sigamos viajando a ese pa¨ªs, admirable en muchos aspectos, a much¨ªsimos europeos nos resultan muy vejatorios los sistemas de control de entrada a su territorio. Como recibimiento no te acogen con un collar hawaiano, sino que directamente te hacen una foto y te toman la huella dactilar. Eso es as¨ª siempre. Lo emocionante es si te miran mal y llevas ordenador...
Los europeos, sin embargo, no podemos dar muchas lecciones. Los hechos terroristas de julio de 2005 en Londres produjeron que en nuestro continente se activaran tambi¨¦n severas medidas de control. Los atentados entonces fueron en el metro. Pero, con el aliento desde el otro lado del Atl¨¢ntico, se impusieron importantes medidas para los viajes a¨¦reos. Se aprob¨® sin reparos una normativa que endureci¨® severamente los controles. En Heathrow son intensos. S¨®lo puedes portar un bulto de mano. No puedes llevar adem¨¢s el ordenador o una peque?a bolsa. Pero no s¨®lo all¨ª. En todos los aeropuertos pueden revelarse peligrosos e indescifrables para las nuevas tecnolog¨ªas de rayos no s¨®lo un reloj (y no el de 007) sino tambi¨¦n todos los cinturones, muchos zapatos o cualquier objeto. A veces se producen situaciones surrealistas y vejatorias. A nadie le gusta pero pocos son tan temerarios como para preguntar d¨®nde ha sido aprobado todo aquello.
Hasta que un d¨ªa un ciudadano austriaco tuvo un problema: sus raquetas. Quer¨ªa viajar pero llevando como equipaje de mano estos objetos. Los controladores del aeropuerto de Viena consideraron que tal artefacto deportivo pod¨ªa ser peligroso. Ignoro si los agentes se imaginaban al pasajero yendo desde su fila dando golpes de izquierda a derecha para, finalmente, dejar noqueados a los pilotos con un smash y provocar un atentado. El pasajero insisti¨® en querer conocer d¨®nde estaba expresado que una raqueta fuese un objeto tan peligroso que impidiese viajar con ella. Logr¨® incluso superar el control y entrar en la aeronave, pero el personal de seguridad termin¨® por hacerle desembarcar. Impugnar¨ªa aquella decisi¨®n ante los tribunales.
El asunto lleg¨® al Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas. El Informe del Abogado General, emitido el pasado mayo, supuso un gran raquetazo a los gobiernos nacionales que aprobaron dicha normativa. En ella figuraba un anexo donde se relacionaban los objetos potencialmente peligrosos. Adem¨¢s, se inclu¨ªa una cl¨¢usula donde se dejaba un margen de apreciaci¨®n discrecional al controlador. Pero ese Anexo no estaba publicado en ning¨²n bolet¨ªn oficial. Se hab¨ªa guardado total opacidad sobre ello.
El Abogado General, en su informe ante el Tribunal de Luxemburgo, consider¨® que la seguridad jur¨ªdica y la interdicci¨®n de la arbitrariedad de los poderes p¨²blicos supone que no pueda exigirse a los ciudadanos el cumplimiento de una parte importante de una norma (y un Anexo lo es) que no ha sido publicitado oficialmente y no es conocida. Ante la sentencia en este sentido, la Comisi¨®n prefiri¨® evitar la condena y en agosto public¨® el Reglamento.
Es ¨¦ste un peque?o pero significativo avance. El fin del pretendido car¨¢cter secreto de los objetos prohibidos debe celebrarse. Pero ahora la Comisi¨®n estudia instalar esc¨¢neres que desnudan completamente a los pasajeros. Tras una evidente involuci¨®n en materia de derechos humanos -la Directiva de retorno de inmigrantes es otra muestra-, deben seguir alz¨¢ndose las voces de una conciencia cr¨ªtica.
Jes¨²s L¨®pez-Medel es abogado del Estado y ex presidente de la Comisi¨®n de Democracia y Derechos Humanos de la Asamblea de la OSCE.
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