La familia vuelve a ser el colch¨®n (para el que tiene)
Hay algo nuevo en esta crisis: los inmigrantes no disponen del refugio del paraguas familiar - El paro pondr¨¢ a prueba la fr¨¢gil protecci¨®n social
La evidencia se ha impuesto a golpe de dato y hoy la pregunta ya no es si hay o no crisis, sino c¨®mo encajar¨¢ el golpe la sociedad espa?ola. ?Podr¨¢n las familias hacer de colch¨®n como ha ocurrido hist¨®ricamente en Espa?a? ?Pasar¨¢ factura a los colectivos de inmigrantes menos protegidos, que no pueden refugiarse en su familia sino que la deben mantener? Porque, a diferencia de otras crisis (1993, finales de los setenta e inicios de los ochenta), unos cinco millones de inmigrantes viven en Espa?a con escasas posibilidades de depender de sus familias. Al contrario, son su soporte.
El drama de los emigrantes no s¨®lo es que no pueden buscar refugio en su entorno, situado a miles de kil¨®metros de distancia. Sino que ellos mismos se hab¨ªan convertido en el sustento de sus padres, hijos y hermanos, con la presi¨®n que ello supone. Y con las vacas flacas, adem¨¢s de quedarse desprotegidos, tampoco pueden aportar recursos a sus familias.
"Se endurecieron las ayudas al desempleo y se notar¨¢", indica un economista
El fen¨®meno de las 'viviendas patera' se agranda; hay que compartir casa
Los padres siguen siendo un recurso importante, pero con m¨¢s fisuras
El modelo espa?ol de bienestar es muy distinto del n¨®rdico o el centroeuropeo
El marfile?o Siaka Coulibaly ya no env¨ªa a su pa¨ªs 200 euros cada mes
La econom¨ªa abligar¨¢ a los hijos a a a abandonar el hogar m¨¢s tarde
Los espa?oles se indignan cuando un extranjero recibe un piso por sorteo
Algunos soci¨®logos piden campa?as de sensibilizaci¨®n para evitar brotes racistas
La crisis es "muy, muy, muy intensa", apunta Valeriano G¨®mez, miembro del comit¨¦ asesor de la Fundaci¨®n Ortega y Gasset y secretario general de Empleo la pasada legislatura, en el Gobierno de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. "Todo hace pensar que tiene caracter¨ªsticas mucho m¨¢s intensas que la de los a?os 1975-1981 y que la de 1993", comenta este economista.
Un ejemplo: el crecimiento por gasto de la prestaci¨®n por desempleo ha aumentado entre el 36% y el 37% de agosto a octubre de este a?o respecto a 2007. Ni en los peores momentos de la crisis de 1993 se lleg¨® a tasas similares. En marzo de 1992, por ejemplo, fue del 27%. Otro ejemplo. El ajuste de la construcci¨®n previsto ronda los 700.000 empleos, apunta el que fuera n¨²mero dos de Jes¨²s Caldera, y hasta el momento el incremento del paro en este sector ronda los 200.000, por lo que, al margen de los recortes en otras parcelas, "esto no ha hecho m¨¢s que empezar". De momento, ni siquiera se han perdido a¨²n los empleos en este sector que se cobr¨® la crisis de 1993 -que se extendi¨® entre el tercer trimestre de 1991 y el primero de 1994- y que llegaron a 281.000.
Si es tan grave la situaci¨®n y, como parece, queda mucha crisis por tragar, ?hay suficientes instrumentos para que la sociedad la metabolice despu¨¦s de tantos a?os de bonanza? "En las etapas de p¨¦rdida de empleo, la medida de protecci¨®n social por excelencia es la cobertura de paro", indica Amat S¨¢nchez, profesor de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Valencia. Y, a su juicio, en este terreno, los trabajadores est¨¢n m¨¢s desprotegidos que antes de la reforma de 1992 -encabezada por el Real Decreto Ley 1/1992, m¨¢s conocido como el decretazo-, que fue respondida por una huelga general. "Se endurecieron las condiciones para acceder a las ayudas y la extensi¨®n de la prestaci¨®n, y se notar¨¢".
Por un lado, se ampli¨® el periodo m¨ªnimo de cotizaci¨®n exigido para tener derecho a la prestaci¨®n, que pas¨® de seis a 12 meses. Adem¨¢s, la cuant¨ªa se redujo del 80% al 70% de la base de cotizaci¨®n los primeros seis meses y del 70% al 60% para el resto. Tambi¨¦n se alter¨® la relaci¨®n tiempo trabajado y cobertura. Por 12 meses trabajados hab¨ªa derecho a seis meses de prestaci¨®n contributiva (relaci¨®n de 2 a 1) y a partir de entonces pas¨® a cuatro (3 a 1).
En todo caso, el subsidio se mantiene hasta dos a?os. A ello apela Valeriano G¨®mez -que destaca la solidez del sistema de protecci¨®n del desempleo, especialmente respecto a crisis anteriores- para indicar que los problemas aparecer¨ªan a partir de entonces: "Siempre que la crisis tenga una duraci¨®n de dos a?os entiendo que no deber¨ªa haber grandes dificultades". Seg¨²n estos c¨¢lculos, habr¨ªa que esperar hasta principios de 2010. "A partir de entonces, si no se invierte la tendencia las cosas podr¨ªan complicarse si la gente se va quedando fuera de los sistemas de protecci¨®n y no encuentra trabajo".
Ante esta eventualidad "habr¨ªa que hacer lo que ya se hizo en el pasado y es prolongar la duraci¨®n del subsidio". El Gobierno ya se ha mostrado partidario de adoptar medidas si fueran necesarias. De momento, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ha anunciado que "se mejorar¨¢ en lo posible" la prestaci¨®n por desempleo.
Otro punto de atenci¨®n, seg¨²n el ex secretario de Empleo, debe ser que ning¨²n parado que haya cotizado y tenga responsabilidades familiares se quede fuera de la red m¨ªnima de prestaci¨®n social. Pero sobre todo, limitar al m¨¢ximo el n¨²mero de hogares en los que todos los miembros activos est¨¢n desempleados. Seg¨²n la ¨²ltima Encuesta de Poblaci¨®n Activa, correspondiente al tercer trimestre de 2008, estas familias hab¨ªan aumentado respecto al trimestre anterior en 84.300 (son 258.800 m¨¢s en los ¨²ltimos 12 meses y 638.100 en total).
El seguimiento de esta cifra ser¨¢ especialmente relevante dado que la familia ha sido tradicionalmente uno de los principales colchones que ha servido para absorber el impacto de los periodos de despidos masivos en el pasado. Y es probable que lo siga haciendo en este caso, en un momento en el que las previsiones apuntan a una cifra de cuatro millones de parados para finales del a?o que viene y una tasa de paro de hasta el 14%, seg¨²n calcula Valeriano Gonz¨¢lez, que otros estudios elevan hasta el 17% e incluso el 18%. "La protecci¨®n familiar seguir¨¢ siendo muy importante", comenta, "a pesar de que la familia media est¨¢ m¨¢s endeudada que en las crisis anteriores, debido fundamentalmente a la burbuja inmobiliaria". Una circunstancia que se compensa con "una tasa de actividad m¨¢s alta que entonces, ya que es f¨¢cil encontrar a cabezas de familia de m¨¢s de 40 a?os trabajando los dos".
En la importancia de la familia coincide Juan Jes¨²s Gonz¨¢lez, profesor de Estructura Social de la UNED y coautor del libro Tres d¨¦cadas de cambio social en Espa?a. "La mayor¨ªa de los costes recaer¨¢ en la familia", circunstancia que se explica en una "predisposici¨®n cultural arraigada de manera secular" en la sociedad espa?ola.
"Nuestro modelo de familia y de Estado de Bienestar es muy diferente del de los pa¨ªses n¨®rdicos o centroeuropeos", apunta Francisco Lorenzo, secretario t¨¦cnico de la Fundaci¨®n Foessa (Fomento de Estudios Sociales y Sociolog¨ªa Aplicada). Ahora bien, ?tiene la familia la misma capacidad de proteger que antes?, se pregunta Lorenzo. "Sigue siendo un factor muy importante, pero con fisuras". Este miembro del Equipo de Estudios y An¨¢lisis de C¨¢ritas advierte de que la familia no puede ser una excusa que bloquee el desarrollo de instrumentos de protecci¨®n social por parte de las administraciones. Y tambi¨¦n avisa de que quien m¨¢s necesita de esta protecci¨®n son las personas excluidas, que, precisamente carecen de redes sociales o familiares.
Un claro ejemplo de este ¨²ltimo caso son los inmigrantes que se est¨¢n quedando en paro y que, sin la posibilidad de recurrir al amparo de familias, capean el temporal como pueden. "Muchos est¨¢n perdiendo sus pisos y buscan a compatriotas para vivir juntos en una misma casa. Se est¨¢ recrudeciendo el fen¨®meno de las viviendas patera", apunta Mimi Boughaleb, presidente de la asociaci¨®n de inmigrantes marroqu¨ªes de Valencia Al Amal. "Los inmigrantes son quienes pagan m¨¢s caro la crisis, carecen de cualquier apoyo familiar y se nota".
A trav¨¦s de la f¨®rmula de la reagrupaci¨®n familiar, desde 2004 han entrado en Espa?a 472.000 parientes directos de inmigrantes para vivir con ellos. La otra gran medida de apoyo familiar es el env¨ªo de remesas a sus hogares, una pr¨¢ctica muy extendida entre los trabajadores extranjeros, independientemente de su procedencia. El ¨²ltimo trimestre del a?o pasado se alcanz¨® el m¨¢ximo hist¨®rico de env¨ªos con 2.193 millones de euros.
El primer trimestre de 2008, la cifra baj¨® un 17% y nadie duda de que lo seguir¨¢ haciendo. A ello contribuir¨¢n los nuevos parados, como Siaka Coulibaly, un marfile?o de 25 a?os que hasta el mes de septiembre pasado trabajaba como montador de placas solares en Valencia, hasta que la crisis se cobr¨® su empleo. "Cobraba 900 euros y enviaba a casa entre 100 y 200 al mes", explica. "Ahora ya no puedo, lo que m¨¢s me preocupa es mantenerme a m¨ª mismo". De momento, la pol¨ªtica de austeridad derivada de su nueva situaci¨®n ya se ha traducido en un cambio de casa. "Es m¨¢s barata, aunque peor. Antes ten¨ªa una habitaci¨®n s¨®lo para m¨ª, ahora la comparto con otra persona".
Otro de los efectos colaterales que la crisis tendr¨¢ en la familia ser¨¢ el previsible aumento de la edad de abandono del hogar, que en los ¨²ltimos a?os hab¨ªa bajado notablemente. La edad media de los j¨®venes (entre 15 y 29 a?os) independizados baj¨® de 21,3 a?os en 2004 a 20,8 a?os en 2008 seg¨²n un reciente estudio del Ministerio de Igualdad. De igual forma, la tasa de emancipaci¨®n ha pasado del 32% al 37% en el mismo periodo. Todo apunta a que esta tendencia ya se ha invertido por la crisis. "En los ¨²ltimos a?os, cumplidos los 22 la gente abandonaba la universidad, se pon¨ªa a trabajar y se iba de casa", se?ala Enrique Gil Calvo, profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense. El empleo f¨¢cil que hab¨ªa hasta hace menos de un a?o ha hecho que muchos alumnos hayan retomado los estudios
Soci¨®logos y economistas tambi¨¦n est¨¢n muy atentos a otras particularidades que presenta una crisis que tiene lugar en una Espa?a con un rostro muy distinto del de otras ¨¦pocas. Hay unos cinco millones de inmigrantes, de los que 3,5 son poblaci¨®n activa y 2,1 millones cotizan a la Seguridad Social. La gran mayor¨ªa de estos trabajadores han ocupado empleos desechados por los espa?oles por sus pobres condiciones laborales y de salarios. Sobre todo en determinados sectores -construcci¨®n, hosteler¨ªa, industria manufacturera, servicio dom¨¦stico-, donde tambi¨¦n hab¨ªa nacionales, pero en los mejores puestos de trabajo. Es lo que la profesora de Sociolog¨ªa de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares, Concha Carrasco, denomina "convivencia segmentada". Por ejemplo, en la parcela de empleadas del hogar, la aplastante mayor¨ªa de las internas son extranjeras.
A medida que escasee el empleo y los trabajadores espa?oles pierdan poder de negociaci¨®n, lo m¨¢s probable es que comiencen a acceder a puestos de trabajo que antes no ocupaban, como ha sucedido en ?beda. All¨ª, 2.000 inmigrantes que han acudido a la campa?a de la aceituna se han quedado sin trabajo porque las cuadrillas las han copado los vecinos de los pueblos cercanos, a quienes la crisis les ha arrojado a trabajar en el campo, algo que no suced¨ªa desde hace a?os. Carrasco advierte que los inmigrantes con peor formaci¨®n, reci¨¦n llegados o sin papeles ser¨¢n los que peor lo pasar¨¢n.
Pero no s¨®lo ha habido problemas en Ja¨¦n. En Guadalajara, en un reciente sorteo de vivienda protegida, cada vez que el agraciado era una persona inmigrante el resto de los asistentes respond¨ªa con silbidos y abucheos de tinte racista. "El espa?ol quiere o¨ªr que tiene preferencia por haber nacido aqu¨ª, y no es as¨ª. Tiene a tres millones de personas extranjeras que se han ganado el derecho de trabajar y estar en el pa¨ªs en sus mismas condiciones", apunta esta profesora de Sociolog¨ªa especializada en inmigraci¨®n.
Carrasco censura el discurso utilitarista que se emplea con la inmigraci¨®n. "Mientras nos sirven no hay problema, y cuando no hay empleo, ?que vuelvan a casa porque ya no nos sirven? No, la realidad es mucho m¨¢s complicada", sentencia. Y reclama campa?as de integraci¨®n y concienciaci¨®n para combatir los discursos y los prejuicios xen¨®fobos.
Victoriano G¨®mez apunta en la misma direcci¨®n "Espa?a ha necesitado y necesita mano de obra. Si se acepta esto, que pocos ponen en duda, habr¨¢ que dimensionar los servicios p¨²blicos adecuadamente para atender las necesidades de esta poblaci¨®n a nivel sanitario o educativo. No vienen s¨®lo a trabajar, forman parte de un todo y es necesario adaptar los servicios p¨²blicos a estas necesidades".
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