Ni Lem¨®niz ni Leizar¨¢n
No especulan quienes dicen que el asesinato de Ignacio Uria pretende aterrorizar al entramado humano relacionado con la construcci¨®n de la Y vasca de alta velocidad. Todo hace pensar que ETA busca dar batalla para parar esa obra, alimentando as¨ª su mitolog¨ªa ecologista (Lem¨®niz, 1981- Leizar¨¢n, 1992) y ofreciendo a su mundo una nueva bandera que aglutine fuerzas y ¨¢nimos en momentos dif¨ªciles.
He dudado sobre la conveniencia de plantear as¨ª de crudamente la situaci¨®n y alimentar con ello la estrategia de los terroristas. Pero hay dos razones que me han convencido de hacerlo.
La primera es que, quer¨¢moslo o no, el debate ya est¨¢ ah¨ª. En las tertulias, editoriales y en las especulaciones period¨ªsticas de un pa¨ªs afortunadamente libre, y en la experiencia de un pueblo que conoce muy bien la l¨®gica militarista de estos fan¨¢ticos. Para certificarlo, bastan las im¨¢genes de una manifestaci¨®n dominical en Durango contra el TAV [Tren de Alta Velocidad], en la que abiertamente se hac¨ªa orquestaci¨®n popular de la estrategia violenta con una pancarta en la que significativamente se le¨ªa: Geldituko dugu (Lo pararemos).
El Tren de Alta Velocidad es la obra m¨¢s importante para Euskadi. Nueve de cada diez vascos lo desean
La segunda es que debemos argumentar nuestra respuesta y asegurar la victoria de la democracia. Para ello, hagamos primero algunas precisiones. Lem¨®niz era una central nuclear, construida contra viento y marea, a finales de los setenta, por una empresa energ¨¦tica privada. Fue Iberduero, y no el Estado, quien renunci¨® finalmente a su construcci¨®n. Por la presi¨®n terrorista, s¨ª, pero tambi¨¦n porque una inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n se opon¨ªa a ella. En aquellos a?os, ETA era una organizaci¨®n terrorista desgraciadamente demasiado poderosa (casi 100 asesinatos por a?o en los a?os 79 y 80) y el Estado y sus Fuerzas de Seguridad luchaban solos, sin legitimaci¨®n pol¨ªtica y social en el Pa¨ªs Vasco y sin colaboraci¨®n internacional de Francia. ?Tiene eso algo que ver con la actualidad?
El Tren de Alta Velocidad es la obra m¨¢s importante de Euskadi para este siglo y nueve de cada diez vascos lo desea y lo necesita. Lo apoya el Gobierno Vasco y las instituciones forales y lo realizan conjuntamente el Gobierno de Espa?a y el de Euskadi.
De la banda terrorista en 2008, despu¨¦s de su ruptura de la tregua de 2006 y de la detenci¨®n consecutiva de su c¨²pula en un plazo de tres semanas, no hace falta decir m¨¢s. Su derrota pol¨ªtica es incuestionable e inexorable.
En cuanto a Leizar¨¢n, ETA no gan¨®. Sus corifeos de Batasuna brindaron con cava y vendieron una foto como un triunfo que no fue. Las instituciones pactaron un trazado ligeramente alternativo al mencionado valle, pero eso ocurre todos los d¨ªas en todas las obras p¨²blicas de impacto ecol¨®gico. La obra se hizo y la autopista funciona maravillosamente desde su inauguraci¨®n.
La conexi¨®n ferroviaria vasca ha pasado todos los filtros medioambientales, la quiere el pueblo vasco, la financia el Estado, la necesitan Espa?a y Francia, la legitima la democracia institucional vasca, espa?ola y europea y nada ni nadie puede quebrar esa voluntad soberana y ese ejercicio de autoridad pol¨ªtica de un sistema pol¨ªtico ordenado y de un Estado serio.
?C¨®mo vencer la presi¨®n terrorista? El ¨²nico modo es desarticular a la banda y detener a sus comandos, como se est¨¢ haciendo. En el camino, el Gobierno Vasco y el Estado no van a fallar y las empresas y los trabajadores afectados tampoco. A todos nos toca asumir un ejercicio de valor y de militancia democr¨¢tica, y al pueblo vasco en particular, una tarea de imposici¨®n democr¨¢tica a una minor¨ªa totalitaria que ahoga su libertad y su progreso.
No es posible dar un paso atr¨¢s. A quienes les toque el riesgo, deben asumirlo, y la sociedad vasca, apoyarlos y defenderlos. Y si no lo hacen, tambi¨¦n la sociedad y sus instituciones deben ejercer su leg¨ªtimo reproche y sanci¨®n.
Este reto llama a la puerta de todos: empresas, ayuntamientos, partidos, medios de comunicaci¨®n, asociaciones de empresarios, sindicatos... y ciudadanos.
Los vascos, todos y cada uno de nosotros, nos jugamos el ser o no ser como pa¨ªs digno, como sociedad libre, como ciudadanos con derechos. El Gobierno Vasco tambi¨¦n se la juega. Y los partidos vascos, desunidos y en abierta tensi¨®n, tenemos la responsabilidad de la unidad y del liderazgo sobre esta sociedad vasca harta y con evidentes riesgos de desistimiento.
Tambi¨¦n a quienes se oponen sin violencia a esta obra les corresponder¨¢ tomar partido porque, quieran o no, deber¨¢n asumir que otros matan en su nombre.
Todos estamos concernidos, porque si el terror impone su voluntad, la mafia impone su ley. Al fin y al cabo, hace ya demasiado tiempo que en Euskadi la lucha contra ETA es la lucha por la democracia y el derecho, por la ciudadan¨ªa y la libertad. Como dijo Cicer¨®n: "Cedant arma togae (Que las armas se sometan a las togas)".
Ram¨®n J¨¢uregui Atondo es secretario general del Grupo Parlamentario Socialista.
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