Ya lo dijo Bernanke
El presidente de la Reserva Federal predijo tipos al 0% y medidas extraordinarias frente a la deflaci¨®n
Un magma de analistas, profesores, periodistas, estrategas, banqueros, t¨¦cnicos de la Administraci¨®n y un largo y habitualmente bien remunerado etc¨¦tera dedica su quehacer profesional a hacer previsiones sobre el futuro de todo lo que tiene que ver con la econom¨ªa y los mercados. Con suerte desigual. En realidad suelen equivocarse con frecuencia, como se ha demostrado con la crisis financiera. El cat¨¢logo de errores de los ¨²ltimos meses es inacabable. Nadie lo vio venir, nadie sabe qu¨¦ vendr¨¢ despu¨¦s, nadie se imaginaba qu¨¦ pasos iban a dar las autoridades.
?Nadie? Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal -el banco central de EE UU-, pronunci¨® hace seis a?os un discurso sobre las medidas de pol¨ªtica econ¨®mica que deben aplicarse en un periodo de turbulencias financieras que provoquen una ca¨ªda general del nivel de precios y una recesi¨®n profunda o una depresi¨®n. Es decir, exactamente lo que sucede ahora en EE UU. Como si se tratara de un or¨¢culo, Bernanke acert¨® de lleno. Aunque el m¨¦rito es discutible: ¨¦l mismo ha sido el encargado de poner en pr¨¢ctica sus propias teor¨ªas, que en su d¨ªa sonaban a econom¨ªa ficci¨®n.
Greenspan ha sido crucificado por la misma pol¨ªtica que adopta ahora la Fed
La tesis de Bernanke es sencilla. La deflaci¨®n es un problema que provoca escalofr¨ªos. Los episodios de ca¨ªda del nivel general de precios son demoledores: Jap¨®n lleva pr¨¢cticamente 10 a?os sumido en una recesi¨®n, y Estados Unidos tard¨® m¨¢s de una d¨¦cada en salir de la Gran Depresi¨®n. "Una deflaci¨®n sostenida es altamente destructiva para una econom¨ªa moderna", terci¨® Bernanke en noviembre de 2002. ?C¨®mo combatirla? Con todo lo que se tenga a mano: en primer lugar, con bajadas de impuestos y veloces recortes de los tipos de inter¨¦s. Y si el riesgo no remite, entonces con los tipos al 0% y con el banco central comprando bonos y titulizaciones y ampliando ese men¨² cuanto sea necesario. Incluso imprimiendo dinero si hace falta. Bernanke ha ido dando en los ¨²ltimos meses todos esos pasos, tal y como escribi¨® en su d¨ªa, para combatir el riesgo de deflaci¨®n.
Aunque tambi¨¦n cometi¨® errores. "En el futuro que se puede predecir, la probabilidad de que Estados Unidos entre en deflaci¨®n es extremadamente peque?a", dijo en Washington ante un selecto club de economistas. Algunas de sus frases palidecen con el tiempo: "La deflaci¨®n no puede ocurrir por la fortaleza y la estabilidad de la econom¨ªa estadounidense. Y un factor de protecci¨®n particularmente importante es la solidez de nuestro sistema financiero (...) y la excelente regulaci¨®n". En el ¨²ltimo a?o han quebrado una veintena de bancos en EE UU. S¨®lo los salvavidas del Gobierno han impedido que cayeran algunos de los gigantes financieros m¨¢s poderosos. La desregulaci¨®n, a juzgar por las opiniones de la propia Administraci¨®n Bush, ha jugado un papel fundamental en la debacle provocada por las hipotecas locas y la propagaci¨®n de la met¨¢stasis en el sistema financiero internacional.
El discurso de Bernanke tranquiliza porque otorga a las acciones de la Fed un gui¨®n que se ha seguido casi al pie de la letra. Pero a la vez produce escalofr¨ªos: el propio presidente de la Reserva Federal advierte de que cuando la deflaci¨®n se pone en marcha todas las medidas preventivas pueden quedarse en agua de borrajas. La pol¨ªtica monetaria -o sea, el recorte de tipos- pierde tracci¨®n, y el d¨®lar puede perder valor con rapidez. Eso ¨²ltimo est¨¢ ocurriendo ya, con dos sesiones de fuerte castigo para la divisa norteamericana. La deflaci¨®n provoca serios problemas financieros a los bancos -"incrementa la fragilidad del sistema y provoca quiebras y bancarrotas", seg¨²n Bernanke-, y a las empresas y particulares que han acumulado grandes deudas. Aunque los tipos para los bancos est¨¦n al 0%, los tipos reales son superiores.
Incluso si la cura funciona, con medidas como la impresi¨®n de dinero o la compra de activos, existe el riesgo de que la cosa se les vaya de las manos a los banqueros centrales y el pa¨ªs acabe sumido en una hiperinflaci¨®n.
Por supuesto, antes que Bernanke hubo otros or¨¢culos. Alan Greenspan sac¨® a EE UU de al menos un par de apuros serios durante su mandato. A trav¨¦s de recortes de tipos y otras medidas de pol¨ªtica monetaria consigui¨® ganarse a los mercados hasta el punto de que cualquiera de sus decisiones era saludada en Wall Street con cascabeles. Greenspan fue investido de una aureola de infalibilidad, como una suerte de profeta de la econom¨ªa moderna. Hoy es un mito ca¨ªdo: los economistas m¨¢s respetados abominan de su legado. Consideran que sus continuas y prolongadas bajadas del precio del dinero son el germen de la crisis actual. En estas llega Ben Bernanke y hace exactamente lo mismo, o incluso m¨¢s: una burbuja despu¨¦s de Greenspan -eso s¨ª, con la mayor crisis de los ¨²ltimos ochenta a?os- deja los tipos de inter¨¦s en los huesos. La historia suele dejar alguna paradoja rebosante de iron¨ªa.
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