Exorcismos neoliberales
El pasado est¨¢ resultando ser un interesante campo de juego para el enfrentamiento interpartidista. Despu¨¦s del debate sobre la memoria de la Guerra Civil, que a¨²n sigue vivo, ahora le ha llegado el turno a Mayo del 68. De forma mucho m¨¢s modesta, claro. La andanada de cr¨ªticas que ha recibido su supuesto legado en un reciente acto promovido por las organizaciones juveniles del PP, apoyado por FAES y protagonizado por Esperanza Aguirre y representantes de la derecha espa?ola y francesa, merece cierta atenci¨®n. Sobre todo despu¨¦s de la nueva arremetida de Aznar contra "la explosi¨®n de irresponsabilidad de Par¨ªs" en una conferencia en Italia.
Ya Sarkozy aprovech¨® su anterior campa?a electoral para criticar los valores de las revueltas estudiantiles sesentayochistas. Dichos valores habr¨ªan propiciado la aparici¨®n de una "crisis moral" sustentada sobre los principios del "todo vale", "que no hay diferencia entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, entre lo bello y lo feo, que el alumno vale lo mismo que el profesor, que la v¨ªctima cuenta menos que el delincuente"; en definitiva, que "ya no hay valores, no hay m¨¢s jerarqu¨ªas".
Un movimiento de hace 40 a?os aparece ahora como el responsable de los males
El acto p¨²blico al que antes me he referido ha seguido este mismo gui¨®n. Libertad s¨ª, pero con autoridad, y defensa de los "aut¨¦nticos" valores y principios. ?Y qu¨¦ mejor forma de demostrarlo que crear un maniqueo al que poder zurrar y mediante el cual expresar la superioridad de su ideolog¨ªa del orden y la autoridad? El ataque, ya lo sabemos por la polemolog¨ªa, es la mejor forma de defensa. Exorcicemos, pues, los demonios de la izquierda, representados por el ya lejano 68, para no tener que dar explicaciones por el desastre al que ha conducido la irresponsable aplicaci¨®n de la ideolog¨ªa neoliberal en la globalizaci¨®n econ¨®mica. ?Qu¨¦ curioso, un movimiento de hace 40 a?os aparece ahora como el responsable de los males contempor¨¢neos y se oculta la verdadera fuente de la enfermedad! Recordemos que el discurso neoliberal llevaba a?os predicando las bondades de la desregularizaci¨®n, la flexibilizaci¨®n y la privatizaci¨®n. Muchos de quienes nos metieron en esta crisis -esos antes afamados "tiburones financieros"- se han ido de rositas, ?lo pretenden ahora tambi¨¦n sus inductores intelectuales?
Con todo, lo m¨¢s interesante de observar es que la derecha espa?ola no s¨®lo tiene un problema con el discurso emancipatorio de la izquierda, lo tiene con el propio liberalismo. Le gusta en su dimensi¨®n econ¨®mica, pero le da v¨¦rtigo el respeto que ¨¦ste tiene por las libres elecciones morales de cada cual. Es la curiosa contradicci¨®n del liberalismo conservador. Por un lado, excita las pasiones de la competitividad y la ilimitada promoci¨®n del propio inter¨¦s, que hay que maximizar a toda costa; pero, por otro, trata de domesticarlas apelando a los valores fuertes de familia, patria y religi¨®n. Fomentar la impulsividad ego¨ªsta y el individualismo econ¨®mico, s¨ª, siempre que haya un sistema de frenada inspirado en los valores tradicionales.
?sta es la hipocres¨ªa ante la que se rebelaron los hijos del 68. Lo que ¨¦stos propon¨ªan es que hab¨ªa que invertir los t¨¦rminos de la ecuaci¨®n. Es decir, fomentar la solidaridad social y la intervenci¨®n en las cuestiones econ¨®micas, pero liberar las elecciones individuales en cuestiones morales y formas de vida. Y su logro fue haber emancipado a las sociedades desarrolladas de la caspa y las r¨ªgidas estructuras de poder de la sociedad de posguerra. Una las principales consecuencias de Mayo del 68 fue, en efecto, la incorporaci¨®n directa a la vida pol¨ªtica de los j¨®venes y las mujeres a los que enseguida se unir¨ªan otros grupos hasta entonces marginales, integrados en "nuevos movimientos sociales". Lo que entonces parec¨ªa "imposible" result¨® no serlo, aunque muchos de sus elementos ut¨®picos se quedaron por el camino y, como saben muy bien los soci¨®logos, pronto se produjo una s¨ªntesis entre este discurso neoprogresista y el m¨¢s tradicional. Pero el genio ya hab¨ªa salido de la botella y el pluralismo de valores fue una realidad que no era f¨¢cil de conjurar apelando a los "aut¨¦nticos" valores.
Lo que la derecha parece ignorar, sin embargo, son las consecuencias de su propia revoluci¨®n, la "revoluci¨®n neoliberal" promovida por Thatcher y Reagan, con su desprestigio de lo colectivo y su entronizaci¨®n del privatismo egotista. Su efecto corrosivo sobre los mecanismos de integraci¨®n a partir de los valores c¨ªvicos compartidos, los ¨²nicos capaces de salvar la convivencia del nuevo pluralismo valorativo, pronto saltaron a la vista. M¨¢s que los sesentayochistas, el responsable del debilitamiento de la estabilidad y la cohesi¨®n social y de la proliferaci¨®n de esos "zombies n¨®madas de la sociedad del yo" (Sloterdijk) de los que ahora tanto abominan ha sido esa ideolog¨ªa que est¨¢ detr¨¢s del fomento de un individualismo desaforado y del hiperconsumo que requiere el nuevo sistema econ¨®mico. ?sa es la revoluci¨®n que m¨¢s ha marcado el presente.
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