Una singular lectura de Juan Carlos Onetti
Ensayo. La actividad de Mario Vargas Llosa como cr¨ªtico literario, aunque ocasional, ha alcanzado una proyecci¨®n eminente. Desde su ensayo sobre Martorell y el "elemento a?adido" en Tirant lo Blanch -incluido como pr¨®logo en la edici¨®n de Mart¨ªn de Riquer de las cartas de batalla de Joanot Martorell (Barral Editores, 1967)- hasta este ¨²ltimo estudio sobre Juan Carlos Onetti, El viaje a la ficci¨®n, Vargas Llosa ha publicado no pocos textos claves para el conocimiento integral de escritores tan diversos como Flaubert, Garc¨ªa M¨¢rquez, Arguedas, Grosz, Borges o Victor Hugo. En todos ellos, el autor de La fiesta del Chivo ha dado muestras sobradas de dos notables atributos filol¨®gicos: la inteligencia del lector y la lucidez del investigador. Es muy posible que alguien descubra, aqu¨ª y all¨ª, ciertas naturales desavenencias de enfoque, pero nadie dejar¨¢ de reconocer que la obra cr¨ªtica de Vargas Llosa es en conjunto de una notoria singularidad.
El viaje a la ficci¨®n
Mario Vargas Llosa
Alfaguara. Madrid, 2008
232 p¨¢ginas. 16,80 euros
Con El viaje a la ficci¨®n, el novelista rinde tributo a otro novelista predilecto. Indagar en la obra de un escritor a trav¨¦s de una serie de soldaduras entre su vida y su literatura supone sin duda un ejercicio gustoso, pero tambi¨¦n un t¨¢cito homenaje. En el texto que prologa y da t¨ªtulo a este libro, el autor reflexiona primeramente sobre el car¨¢cter social y simb¨®lico de los antiguos contadores de historias, esa figura del "hablador" que subyug¨® a Vargas Llosa durante un viaje por la Amazon¨ªa de su pa¨ªs y us¨® como embri¨®n especulativo de una novela y de reclamo para alguna incursi¨®n en la teor¨ªa de la literatura.
Vargas Llosa vincula en este libro toda una serie de pesquisas biogr¨¢ficas sobre Onetti con la propia evoluci¨®n c¨ªclica de su obra. El m¨¦todo resulta de veras provechoso y responde a un impecable engranaje entre las calas filol¨®gicas y su canalizaci¨®n comunicativa, entre el an¨¢lisis textual y la eficiente manera de conducirlo. Vargas Llosa aborda as¨ª un an¨¢lisis esclarecedor y pormenorizado de cada una de las novelas de Onetti, demor¨¢ndose en muy distintas vertientes de esa mezcla de fascinaci¨®n y complejidad que fundamenta su universo narrativo. Afirma Vargas Llosa que Onetti, desde su primera novela, El pozo (1939), "abre las puertas de la modernidad a la narrativa en lengua espa?ola". Una aseveraci¨®n tal vez demasiado tajante, pero que no lo es si se atiende a la diversificaci¨®n del punto de vista y en la discontinuidad temporal f¨¢cilmente rastreables en la obra del autor de El astillero y oriundas, como bien se sabe, de la maestr¨ªa innovadora de Faulkner. Los nexos presuntos entre la m¨ªtica Santa Mar¨ªa y el faulkneriano condado de Yoknapatawpha han sido aceptados alguna vez por el propio Onetti.
Uno de los ascendientes literarios que Vargas Llosa atribuye a Onetti es el de Borges. Pues seg¨²n y c¨®mo, creo yo. El hecho de que puedan atisbarse -y as¨ª se razona en este libro- otros influjos de naturaleza propiamente est¨¦tica, el de Borges resulta m¨¢s bien debatible. Ni los aderezos de la prosa ni la sustancial po¨¦tica que la enaltece se asemejan en ning¨²n momento. Tampoco coinciden en nada la personalidad de ambos escritores. Pienso que una vaga impregnaci¨®n de rasgos literalmente fant¨¢sticos no basta en puridad para hablar de influencias.
La ficci¨®n entendida como "mundo alternativo" constituye uno de los ejes conceptuales de este estudio. La consabida idea de que la literatura en modo alguno es una transcripci¨®n, sino una sustituci¨®n, una versi¨®n exc¨¦ntrica de la realidad, funciona efectivamente como andamiaje te¨®rico de El viaje a la ficci¨®n. Y est¨¢ bien que as¨ª sea. Onetti resuelve la historia m¨¢s o menos acotada en cada una de sus novelas por medio de unos modales l¨¦xicos y sint¨¢cticos que encubren una alternancia impredecible de hermetismo y luminosidad. Los personajes de ficci¨®n valen aqu¨ª tanto como autorretratos fantasmales. Y esos espacios cerrados donde se estacionan los mismos seres err¨¢ticos, los mismos perdedores, bien pueden ser el trasunto de una experiencia personal e hist¨®rica desdichada. Es a esa par¨¢frasis "alternativa" a la que remiten estas novelas.
El ensimismamiento, el aislamiento, el escepticismo de Onetti aparecen pues transferidos de alg¨²n modo a su mundo narrativo. A un mundo narrativo que, desde?ando todos los regionalismos y naturalismos al uso, instaura un "antirrealismo", una po¨¦tica de los claroscuros que otorga el rango de maestro a quien la concibi¨®. En cualquier caso, Vargas Llosa logra probar con inteligente rigor que la obra de Onetti "quedar¨¢ como una de las m¨¢s valiosas que ha producido la literatura de nuestro tiempo". -
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