Despega el peque?o Barajas

En el DAS8Z300, a 20.000 pies del suelo, suena un aplauso a las 17.20. "Aplaudid mejor cuando aterricemos", dice un viajero. Risas. Es d¨ªa de fiesta en este peque?o aparato (52 plazas, todas ocupadas) y tambi¨¦n seis kil¨®metros m¨¢s abajo, en Ciudad Real, que estrena por fin el primer aeropuerto privado de Espa?a -el segundo de Castilla-La Mancha, con Albacete- en una ciudad con 70.000 habitantes. Han pasado 11 a?os desde que surgi¨® la propuesta entre un grupo de empresarios manchegos. Desde entonces, paralizaciones, falta de permisos o problemas medioambientales han retrasado la apertura de una infraestructura que lleva ya 410 millones de inversi¨®n. Pero ayer, 19 de diciembre, el vuelo IB 8649 de Air Nostrum llev¨® por primera vez a 50 pasajeros de Ciudad Real a Barcelona en una hora y 45 minutos.

El nuevo aer¨®dromo prev¨¦ tener 1,5 millones de viajeros

Horas antes de ese primer despegue, todo tiene que estar perfecto y Carmen Mart¨ªnez, la limpiadora de la zona de facturaci¨®n, vigila que el suelo no pierda el brillo. Junto al carro lleno de potingues, cuenta el sue?o que le va a facilitar el aeropuerto: viajar a Mauritania v¨ªa Gran Canaria -uno de los tres destinos directos, con Barcelona y Palma de Mallorca- para ver pronto a la ni?a saharaui que tiene acogida. "Tengo que llevarle medicamentos y dinero", dice antes de arrastrar trapo y potingues hacia otra parte. Al fondo de la sala, en el ¨²nico restaurante del aer¨®dromo, se han terminado las jud¨ªas con jam¨®n y el churrasco de ternera del men¨² a 11,75 euros a las dos y media. Un restaurante, una tienda de duty free, un banco, dos vuelos diarios y la aspiraci¨®n de alcanzar 1,5 millones de viajeros y 50.000 toneladas de mercanc¨ªas en cinco a?os. El aeropuerto, que pretendi¨® llamarse Madrid-Sur, est¨¢ a 200 kil¨®metros de la capital, pero a 50 minutos de AVE. La pasarela que lo comunica con la estaci¨®n estar¨¢ lista en seis meses.

Nada que ver con los 52 millones de viajeros de Barajas y las 325.000 toneladas de 2007. Todo a peque?a escala. Pero a Mois¨¦s Fern¨¢ndez, que apura el postre, le sobra con eso. A sus 70 a?os, ciego y con un ¨²nico vuelo a sus espaldas, este hombre de poco pelo canoso se ha convertido en un talism¨¢n para el aeropuerto. Es famoso porque enviaba cartas de apoyo a los promotores cuando nadie daba un duro por su apertura. Mois¨¦s ten¨ªa su sue?o: sobrevolar tierras manchegas como el primer pasajero del vuelo inaugural. Se celebr¨® una puja para vender ese billete y un empresario local se lo regal¨®. As¨ª que est¨¢ feliz. Vuela con su hermana Antonia. El protagonista repite una y otra vez la escena de la recogida de billetes en el mostrador para que le capten los periodistas.

Tambi¨¦n intenta facturar Luis Cano, que viaja con su mujer, sus hijas y sus dos nietos para ver acabada la Torre Agbar, que dej¨® a medio construir cuando se mud¨® de Barcelona, donde estuvo trabajando a?os, para volver a su Ciudad Real natal. En el mostrador siguiente, Sergio Campos -uno de los 300 empleados que genera el nuevo aeropuerto- cuenta que han estado dos meses de simulacros. "Unos hac¨ªamos de viajeros hasta con maletas, otros de trabajadores, hab¨ªa que ensayarlo todo bien".

A Campos le contrataron en octubre porque era entonces cuando estaba previsto el primer vuelo que llega dos meses despu¨¦s. Se cancel¨® el 24 de octubre, un d¨ªa antes de salir porque le faltaban permisos del Ministerio de Fomento. Y aquel vuelo, que abr¨ªa Mois¨¦s Fern¨¢ndez e iba a estar lleno de autoridades, se ha quedado en menos alharacas. Las autoridades comparecen a pie de pista donde reciben a los 13 pasajeros que han vivido el primer aterrizaje desde Barcelona. El primero en sacar la cabeza del avi¨®n es Jos¨¦ Montero, un vecino de Daimiel (a 33 kil¨®metros de Ciudad Real), que march¨® a Barcelona hace 28 a?os para trabajar en un instituto de investigaci¨®n. "Nos han acercado a nuestra tierra, esto es maravilloso". El piloto holand¨¦s Arnaud Gaakeer -tan alto, rubio y perfecto que casi parece un figurante- ha tra¨ªdo el avi¨®n un cuarto de hora antes de lo previsto. "Ha sido un vuelo perfecto, muy f¨¢cil porque hace un sol estupendo".

Casi una hora despu¨¦s vuelve a pilotar el mismo avi¨®n en sentido contrario, en ese vuelo en el que Mois¨¦s Fern¨¢ndez se acomoda con su bast¨®n y advierte que el avi¨®n vuela "sin moverse nada de nada", los nietos de Luis Cano juguetean con un avi¨®n de pl¨¢stico y se cuelan en la cabina del piloto, y una pareja de novios hace un viaje rom¨¢ntico en la pen¨²ltima fila de un vuelo plegado de c¨¢maras, micr¨®fonos y periodistas. "?C¨®mo se siente en un vuelo hist¨®rico?", pregunta uno. "Es una historia para cont¨¢rsela a los nietos", responde una se?ora con pinta de tener ya nietos. Y las azafatas sacan cava para brindar y jam¨®n, canap¨¦s, refrescos y pastelitos. Desde las ventanitas por donde se ve Castilla como una manta de retales se va apagando el sol. Ya ha oscurecido totalmente cuando se distingue la Sagrada Familia como una maquetita de madera. A las 18.55, cuando el primer avi¨®n que despeg¨® en Ciudad Real toca suelo, suena otro aplauso.