Bocazas
Decir que quienes votan a la derecha son tontos de los cojones queda fatal. Son cosas que pueden pasarse por la cabeza pero nunca decirlas, porque quedas como un cochero. Lo mismo ocurrir¨ªa si dijeras que todos los que votan a la izquierda son unos rojos de mierda. Desde luego que esa idea est¨¢ en la mente de muchos pero, mientras que no salga de su boca, no pasa nada.
Entiendo que se trata de chaladuras pasajeras, porque nadie en su sano juicio puede creer que todo ser humano con pensamiento conservador es un tarado o que cualquiera que profesa un credo progresista es gilipollas. Saber contener esos excesos de la mente para no verbalizarlos es toda una virtud que permite a una persona pasar a la historia por sus reflexiones m¨¢s profundas y no por los exabruptos.
Es m¨¢s ¨²til que los pol¨ªticos gasten energ¨ªa en lo que les une que en lo que les separa
Quienes no terminan de lograrlo por su forma de ser o su car¨¢cter son conocidos popularmente como bocazas. No son peores ni mejores que los dem¨¢s, ni siquiera su talante es necesariamente m¨¢s radical que quienes contienen sus destemplanzas, simplemente les cuesta mucho sujetarlas. Le suele ocurrir a las personas m¨¢s extrovertidas, a las que hablan por los codos y desarrollan una confianza incluso excesiva en su propio discurso. Bajan la guardia y al menor calent¨®n les sale sin darse cuenta cualquier capullada de esas que la boca pare sin conectar con el cerebro.
Eso le pas¨® a Pedro Castro, el alcalde de Getafe, un tipo parlanch¨ªn donde los haya y que en un absceso de furor pol¨ªtico le sali¨® como si tal cosa aquello de que a¨²n no entend¨ªa porqu¨¦ hab¨ªa tanto tonto de los cojones que todav¨ªa vota a la derecha. Sin duda la cag¨®. Nadie debe decir eso y mucho menos ¨¦l que representa no s¨®lo a la Villa de Getafe, sino a todos los ayuntamientos de Espa?a. Es verdad que la frase la pronunci¨® en un encuentro con vecinos que ¨¦l dice considerar informal, pero, en cualquier caso, es un error y demasiado bien lo sabe el autor que enseguida pidi¨® perd¨®n reiter¨¢ndolo por activa y por pasiva casi hasta la humillaci¨®n.
Como tal error entiendo que el Partido Popular le metiera ca?a porque el PSOE hubiera hecho lo mismo si un alcalde popular llamara rojos de mierda a los que votan izquierda. Puedo entender incluso que pidieran su dimisi¨®n y que montaran bulla hasta que el se?or Castro arrastrara el culo por la FEMP. Eso entra dentro del toma y daca de la cosa pol¨ªtica. Creo, sin embargo, que algunos populares han llevado este asunto a un extremo realmente delirante. Ya me pareci¨® infumable que, en la recepci¨®n oficial que conmemora el 30 aniversario de la Constituci¨®n, los alcaldes del PP fueran con el cartelito exigiendo la dimisi¨®n de Castro.
Es una actitud indigna de quienes representan a todos y cada uno de los ciudadanos de sus respectivos municipios. Quiero pensar que quien organiz¨® el show ya estar¨¢ arrepentido y avergonzado por ello. Sobre este asunto, sin embargo, ning¨²n episodio me resulta tan rid¨ªculo como el protagonizado por Ignacio Garc¨ªa de Vinuesa, alcalde de Alcobendas. Por motivos que a¨²n se me escapan, este se?or se ha tomado la cagada de Pedro Castro como si le hubiera ca¨ªdo a ¨¦l solito en la cabeza. M¨¢s que insultar a los votantes de la derecha parece que le hayan mentado a su se?ora madre. S¨®lo el af¨¢n por llamar la atenci¨®n en su partido, donde anda escaso de cartel, y de pelotear a la presidenta pueden explicar los aspavientos de Garc¨ªa de Vinuesa contra el alcalde de Getafe. Lo cierto es que en el PP de Madrid no est¨¢n precisamente entusiasmados con el protagonismo exacerbado del biso?o regidor de Alcobendas. All¨ª recuerdan que les puso en evidencia cuando dijo que los socialistas eran biol¨®gicamente distintos y tambi¨¦n la co?a por su cabestrillo de Burberry. No parece el m¨¢s indicado para encabezar el linchamiento de Pedro Castro. Creo que el municipio de Alcobendas tiene problemas m¨¢s serios que la afrenta del se?or Castro a los votantes de derecha y, desde luego, retos bastante m¨¢s dignos que el de lograr que lo fusilen al amanecer.
Al margen de su color pol¨ªtico, la inmensa mayor¨ªa de los ayuntamientos viven una situaci¨®n econ¨®mica tremendamente delicada. Este es el peor de los momentos para montar una guerra civil en el seno de la Federaci¨®n de Municipios, que necesita hacer pi?a en la defensa de sus intereses. El abandono general de la FEMP con que amenazaban los populares hubiera sido un desastre, y Garc¨ªa de Vinuesa deber¨ªa volver por responsabilidad. Pedro Castro habr¨¢ sido un bocazas, pero siempre defendi¨® el municipalismo con u?as y dientes. Para los ciudadanos, es bastante m¨¢s ¨²til que los pol¨ªticos gasten energ¨ªa en lo que les une que en lo que les separa.
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