Regresi¨®n a la media
Aunque toda situaci¨®n es susceptible de empeorar, el da?o causado a los fondos de inversi¨®n libre por el caso Madoff ha sido de tal calibre que no ser¨ªa extra?o que vi¨¦semos desaparecer el nombre que los describe y verlos emerger con otro diferente. Al fin y al cabo, eso es algo bastante corriente en otros ¨¢mbitos de actividad, cuando el da?o a la reputaci¨®n es tan grande que quienes siguen con la empresa antigua deciden cambiarla de nombre. Los ejemplos van desde partidos pol¨ªticos que no se sienten capaces de mantener sus anteriores siglas hasta t¨¦cnicas financieras que no vuelven a mencionarse: despu¨¦s del crash de octubre de 1987, la expresi¨®n portfolio insurance, que fue moda hasta aquel momento, y que pasaba por ser la piedra de toque para evitar las p¨¦rdidas cuando los mercados cayeran de precio, apenas volvi¨® a escucharse por ning¨²n lado. La explicaci¨®n de que ocurriera algo as¨ª es doble: por una parte contribuy¨® a amplificar la ca¨ªda de las Bolsas y por otra no consigui¨® evitar las p¨¦rdidas.
No es la primera vez que los fondos de inversi¨®n libre se ven sometidos a un intenso varapalo
Eso no quiere decir, sin embargo, que las t¨¦cnicas de cobertura de carteras que esa expresi¨®n amparaba no reaparecieran despu¨¦s bajo diferentes nombres, pero el inicial qued¨® poco menos que proscrito.
No es la primera vez que los hedge funds se ven sometidos a un intenso varapalo. Lo que ocurre es que la anterior queda tan lejana que pr¨¢cticamente ha desaparecido del recuerdo (exceptuando el caso del LTCM). Adem¨¢s de que en aquella ocasi¨®n, 1965, su volumen global no hab¨ªa adquirido la importancia que lleg¨® a tener recientemente (cercano a los dos billones de d¨®lares), pues no pasaron de ser un reducto muy exclusivo. Situaci¨®n bien diferente, por tanto, de lo que habr¨ªa de llegar a ser en a?os recientes, sobre todo a trav¨¦s de los fondos de fondos.
Sin embargo, aunque ese aire de exclusividad extrema se hubiera perdido, entre las razones que llevaron a muchos hedge funds a subcontratar la gesti¨®n de parte de sus carteras con Bernard Madoff estaba ese sentimiento de pertenencia a algo especial que hace que, incluso a varios grados bajo cero, se forme una larga cola a las puertas de una discoteca de moda. Pero tambi¨¦n hab¨ªa razones psicol¨®gico-financieras. Una era la regularidad de las rentabilidades, que no levant¨® ninguna sospecha a pesar de que desafiaba una de las leyes estad¨ªsticas m¨¢s conocidas: la regresi¨®n a la media (la misma que hace que ni los hijos de parejas altas sean m¨¢s altos ni los de las bajas sean m¨¢s bajos). Y otra, no menos importante, la atribuci¨®n de la magia de Madoff a sus contactos privilegiados (un delito ¨¦ste, el de la informaci¨®n privilegiada, que no suscita muchos remordimientos y que m¨¢s bien se ve como una monoman¨ªa de las autoridades).
Seg¨²n el ¨ªndice Credit Suisse/Tremont, los fondos de inversi¨®n libre acumulaban a finales de noviembre p¨¦rdidas del 19,04%.
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