?Me lo vas a publicar?

Desde Arist¨®teles nadie discute que el hombre, como animal pol¨ªtico, se distingue sobre todo por su capacidad para comunicarse. Vivimos en la polis porque nos relacionamos. En La ret¨®rica, el fil¨®sofo teoriz¨® principalmente sobre la persuasi¨®n. Ahora el mundo es m¨¢s complejo. Se ha vuelto m¨¢s funcional, menos ambicioso de noblezas.

Las masas ya no se rebelan (o casi nunca); muchos creen, incluso, que s¨®lo est¨¢n ah¨ª para recibir mensajes y obedecerlos. Ciudadanos de un mercadeo universal. El secreto est¨¢ en usar bien ante esa masa la ya t¨®pica sentencia del gran te¨®rico de la propaganda, Harold Lasswell: qui¨¦n dice qu¨¦ a qui¨¦n, mediante qu¨¦ canal y con qu¨¦ resultados. Para que exista comunicaci¨®n debe haber un emisor, un receptor, un mensaje y un canal a trav¨¦s del cual se enviar¨¢ ese mensaje.

Antes era sencillo. Llegaba Prot¨¢goras a Atenas, corr¨ªa la voz con emoci¨®n -"?Ha llegado Prot¨¢goras!"-, y la gente se amontonaba para regocijarse escuchando al gran sofista. Viv¨ªa de su fama y hasta Pericles le hac¨ªa encargos. Nada es hoy tan sencillo. Resulta idiota escribir que el trigo ya no se vende en el arca, ni siquiera en el mercado de abastos. Es m¨¢s f¨¢cil (y m¨¢s frecuente) vender una moto, como suele decirse, que una buena idea, a un candidato respetable o un buen producto.

Tampoco es sencillo saber estar. Hay hombres descorteses por exceso de cortes¨ªa, importunos por civilidad, o que por parecer graciosos terminan ejerciendo de bufones de palacio.

La comunicaci¨®n cambia al ritmo de la sociedad. Las exigencias de emitir y recibir informaci¨®n van parejas a una evoluci¨®n constante de t¨¦cnicas y tecnolog¨ªas. Hablamos de Internet, de la prensa digital, los blogs, la multiplicaci¨®n de los medios audiovisuales... Todo deber¨ªa ser hoy m¨¢s ¨¢gil y participativo. La informaci¨®n est¨¢ al alcance de quien quiera tomarla. Pero la abundancia es una complicaci¨®n. Lo sufren cada d¨ªa los gabinetes de comunicaci¨®n de todo tipo. Este manual de Miguel del R¨ªo Mart¨ªnez ofrece cientos de buenos consejos para relacionarse mejor con los periodistas: saber c¨®mo trabajan, d¨®nde encontrarlos, a qu¨¦ resortes obedecen mejor...

El t¨ªtulo del libro no hace honor a su contenido, porque parecer¨ªa que es un manual al uso, con m¨¢s teor¨ªa que documentaci¨®n. Todo lo contrario. Miguel del R¨ªo pone el acento, sobre todo, en c¨®mo mejorar la forma de comunicar, utilizando adecuadamente todas las t¨¦cnicas, y en c¨®mo usarlas en cada momento. El manual tiene muy ¨²tiles ¨ªndices, que se desarrollan en 640 p¨¢ginas y alrededor de 200 fotograf¨ªas, im¨¢genes y dibujos.

El primer bloque estudia la figura del jefe de prensa y su relaci¨®n con los medios: c¨®mo organizar un gabinete y c¨®mo hacerlo eficaz ante las agencias de noticias, los peri¨®dicos, las revistas, la radio, la televisi¨®n y ante Internet.

Un manual para comunicar bien no puede olvidar, adem¨¢s, las t¨¦cnicas del buen orador o c¨®mo cuidar la imagen de un hombre p¨²blico (pol¨ªtico, empresario, quien sea que quiera aparecer ante una masa de ciudadanos). Miguel del R¨ªo lleva dos d¨¦cadas al frente del protocolo del Parlamento de Cantabria y conoce o padece de primera mano ese campo. Ha escrito otros libros sobre el asunto.

El manual tambi¨¦n incluye detallados consejos para redactar comunicados correctamente, sobre c¨®mo hacer convocatorias de prensa -en qu¨¦ tipo de salas, con qu¨¦ iluminaci¨®n, etc¨¦tera-, sobre los medios gr¨¢ficos y televisivos; como prepararse para las fotos oficiales, o sobre la innovaci¨®n que supone las pantallas de plasma, los v¨ªdeos y los powerpoints. Incluso da buenos consejos sobre las famosas filtraciones, el off the record, el derecho de rectificaci¨®n y sobre c¨®mo actuar frente a las malas noticias.

Este Manual para comunicar bien da a conocer de forma pr¨¢ctica y gr¨¢fica todas estas reglas y t¨¦cnicas, con consejos, experiencias y dudas. Pero, al final de todo, queda siempre la pregunta al redactor jefe de turno: ?me vas a publicar lo que te he enviado?