Pir¨¢mides
Se acaba el primer a?o de la crisis sin que nos quepa el consuelo de que el pr¨®ximo ser¨¢ mejor. Al rev¨¦s, todas las agencias especializadas auguran que ser¨¢ todav¨ªa peor. Si este a?o se van a perder en Espa?a casi un mill¨®n de empleos, ?cu¨¢ntos se perder¨¢n el que viene? Las casandras econ¨®micas se temen que otro mill¨®n adicional. Pero de creer al incorregible Zapatero, no hay para tanto, pues en el debate presupuestario del pasado jueves anunci¨® que el empleo se recuperar¨ªa a partir de la primavera pr¨®xima. ?C¨®mo se permite tama?a frivolidad, jugando con el futuro de los desempleados? Quiz¨¢ crey¨® que al paro le pasa como a la inflaci¨®n, que al medirse respecto al a?o precedente, ha logrado caer del 5% al 2%, y el a?o que viene se encamina hacia la deflaci¨®n, dada la ca¨ªda en picado de la demanda agregada. O quiz¨¢ estaba bajo los efectos de la euforia pol¨ªtica, pues ese mismo d¨ªa lograba que las Cortes aprobasen unos Presupuestos para el a?o pr¨®ximo tan inveros¨ªmiles como virtuales, dada su evidente falacia contable.
Lo m¨¢s escandaloso del 'caso Madoff' es que constituye la met¨¢fora perfecta de la crisis global
Pero para final de a?o p¨¦simo, el que nos est¨¢ dando la crisis financiera global. Esta semana saltaron dos noticias alarmantes: la ca¨ªda a cero grados del tipo de inter¨¦s del d¨®lar (temperatura de congelaci¨®n de la econom¨ªa mundial) y el esc¨¢ndalo Madoff (la mayor estafa de la historia reciente). Respecto a la depreciaci¨®n del d¨®lar, parece un regalo de navidad envenenado, por cuanto tiene de golpe de efecto proteccionista que encubre una devaluaci¨®n competitiva. Por una parte encarece en t¨¦rminos relativos al euro y al yuan, los dos grandes rivales comerciales de EE UU. Pero adem¨¢s anula el estabilizador de la pol¨ªtica monetaria, que pasa a centrarse en la expansi¨®n cuantitativa del dinero en circulaci¨®n con la consiguiente devaluaci¨®n del d¨®lar: es una pol¨ªtica preventiva de inflaci¨®n antideflacionaria que anuncia e incentiva la formaci¨®n de futuras burbujas especulativas.
En cuanto al descubrimiento de la estafa piramidal de Madoff, no hay mucho que a?adir al coro un¨¢nime de protestas que se han elevado a escala planetaria contra los reguladores estadounidenses. El verdadero esc¨¢ndalo no es que Madoff haya estafado a todos los multimillonarios fondos privados que se han dejado engatusar con su timo de la estampita, sino el que las autoridades bancarias y burs¨¢tiles le hayan dejado hacerlo durante 15 a?os, comport¨¢ndose por omisi¨®n como colaboradoras necesarias o c¨®mplices encubridoras. Pero por condenable que sea esto, lo m¨¢s escandaloso de la pir¨¢mide de Madoff es que constituye la met¨¢fora perfecta de la crisis global.
En efecto, cada una de las sucesivas burbujas especulativas que al encadenarse han ido conformando la crisis financiera actual (tecnol¨®gica, crediticia, inmobiliaria y de apalancamiento), todas han cursado como una estafa piramidal, en la que unos promotores avispados seducen a crecientes enjambres de incautos atra¨ªdos por la fragancia de la miel. As¨ª ocurre con todas las fiebres del oro desde aquella primera de los tulipanes desatada en la primera Bolsa que se fund¨®: la de Amsterdam. Y este paralelo con las pir¨¢mides se acent¨²a en el caso de las burbujas fraudulentas, como sucede con la especulaci¨®n inmobiliaria fundada en la corrupci¨®n pol¨ªtica. Pero con fraude o sin ¨¦l, todas las burbujas especulativas que en el mundo han sido cursaron, cursan y cursar¨¢n como una estafa piramidal, en la que se reparten beneficios mientras siga ampli¨¢ndose el n¨²mero de participantes, pero s¨®lo hasta que se llega a un punto de no retorno en que las tornas se invierten. Es el momento de la verdad, cuando la burbuja estalla y se derrumba la pir¨¢mide, lo que sucede sin remedio en cuanto los participantes que abandonan el juego superan en n¨²mero a los que todav¨ªa ingresan o permanecen dentro. Y esto no s¨®lo con cada una de las burbujas sino con la entera crisis financiera: una aut¨¦ntica pir¨¢mide global.
Se dice que el motor de las burbujas y de las pir¨¢mides es la codicia. Pero esto es como culpar al sol, pues la codicia es la base de la naturaleza humana, entendida como c¨¢lculo del propio inter¨¦s racional. No, el problema no es la codicia, el problema es la credulidad. Pero no tanto la credulidad de cada uno sino la credulidad de los otros: cuando ves que todos los dem¨¢s se dejan convencer por una burbuja o un juego piramidal, te parece que ser¨ªa de tontos no unirte a ellos, y as¨ª es como unos tras otros todos terminamos por caer en la tentaci¨®n de participar en el juego. Y lo mismo ocurre cuando se cruza el turning point o umbral de saturaci¨®n, cuando las salidas del juego empiezan a superar a los ingresos, pues entonces tambi¨¦n el derrumbe de la pir¨¢mide depende de la credulidad: de la creencia en lo que creer¨¢n y har¨¢n los otros. Pues cuando los dem¨¢s se dejan ganar por el p¨¢nico, lo ¨²nico racional es sumarse tambi¨¦n a la estampida general.
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