Reinventando al Olentzero
El carbonero es recibido por 15.000 ni?os y adultos en su primera llegada a Bilbao en la v¨ªspera de Nochebuena
Mikel, de ocho a?os, es un ni?o de respuestas certeras. "Yo le voy a pedir unos guantes de boxeo", responde cuando un tipo raro con una libreta en la mano le pregunta qu¨¦ quiere que le traiga el Olentzero. "A los Reyes todav¨ªa no s¨¦ qu¨¦ les voy a pedir; ya me lo pensar¨¦". Que nadie le haga elegir entre el personaje del imaginario tradicional vasco y Melchor, Gaspar y Baltazar. Ser¨ªa como plantearle una disyuntiva entre pap¨¢ y mam¨¢. Minutos despu¨¦s, Mikel y otros miles de ni?os pudieron ver ayer un espect¨¢culo in¨¦dito que nace con vocaci¨®n de perdurar: la llegada del Olentzero y su amiga Mari Domingi a Bilbao para regalarle a la Villa un caballo gigante de madera. Unas 15.000 personas asistieron a la reci¨¦n nacida fiesta, seg¨²n precisaron fuentes municipales.
El Ayuntamiento adelanta el desfile para que no compita con el de cada barrio
"Quisimos hacer un espect¨¢culo atractivo para el entorno urbano, pero era dif¨ªcil mantener la est¨¦tica adecuada con una mitolog¨ªa tan rural. As¨ª que tuvimos que actualizar el personaje y su entorno, pero manteniendo las tradiciones importantes como el Hator, hator", explic¨® uno de los organizadores poco antes de que miles de inocentes voces, acompa?adas por las de sus padres, entonaran el tradicional villancico en la Plaza del Arriaga.
"Adelantamos la fiesta un d¨ªa precisamente para no competir con los olentzeros de los barrios. Por eso nos inventamos la historia de que el nuestro ten¨ªa que traer un enorme regalo a la Villa", a?adi¨®.
El m¨ªtico carbonero explic¨® d¨ªas atr¨¢s el dilema a la peculiar agencia de noticias Galtzagorri Press, nacida para esta ocasi¨®n: "He estado haciendo c¨¢lculos y si no voy para el martes, no me iba a dar tiempo el mi¨¦rcoles de llegar a los barrios de Bilbao y al resto de pueblos y ciudades de Euskal Herria". El desfile transcurri¨® desde el Palacio Foral hasta el Arriaga. Mientras, el Olentzero y Mari Domingi saludaban desde las alturas del caballo, los duendes que les escoltaban jugaban una y otra vez a encender bengalas. Bater¨ªa, acorde¨®n, trompeta, txalaparta, guitarras y flauta iban marcando el comp¨¢s de la fiesta. M¨¢s de un ni?o se asust¨® con semejante pirotecnia. De hecho, el humo de las bengalas lleg¨® a dificultar la visibilidad y era dif¨ªcil, en los tramos m¨¢s candentes del espect¨¢culo, ver m¨¢s all¨¢ de una decena de metros por delante.
"A m¨ª esto no me convence. El humo no debe de sentarle bien a los ni?os", resaltaba Jos¨¦ Bilbao, uno de los baserritarras que acompa?aba al par de bueyes que participaban en el desfile. Tiene 73 a?os, da firmes apretones de manos y lleva participando en eventos como ¨¦ste desde mediados de los ochenta: "Ma?ana me toca ir a Barakaldo; todos los a?os me llaman. Lo que hac¨ªan antes s¨ª que era la hostia; pod¨ªas ver a 10 o quince parejas de bueyes desfilando por la Gran V¨ªa", rememora.
En general, los padres consultados se mostraron encantados con la idea, que les permite compaginar la fiesta del barrio y del pueblo con una celebraci¨®n a lo grande en Bilbao. Y disfrutar as¨ª un d¨ªa m¨¢s de la mirada incr¨¦dula de sus hijos ante tanta fantas¨ªa.
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