Los costes del despido como ideolog¨ªa
A medida que la crisis econ¨®mica va agrav¨¢ndose y se incrementa el desempleo, distintos sectores de opini¨®n vienen reclamando como soluci¨®n m¨¢s moderaci¨®n salarial y la disminuci¨®n de los costes del despido. ?ltimamente ha sido la OCDE la que propone recetas liberales como las mencionadas. Antes lo hab¨ªan hecho en Espa?a, entre otros, el presidente de la CEOE, c¨ªrculos empresariales de car¨¢cter ultraliberal y varios diarios econ¨®micos. E incluso en diversas tertulias de radio o televisi¨®n algunos periodistas, a la vez que se lamentaban de que los sindicatos no est¨¦n convocando una huelga general contra el Gobierno, un¨ªan su voz reclamando el abaratamiento del despido como f¨®rmula para salir de la crisis. El Partido Popular no se atreve a decirlo de forma tan clara, pero las propuestas de Aznar y de FAES sobre reformas laborales indican que la rebaja del despido es tambi¨¦n uno de sus objetivos.
Abaratar el despido s¨®lo producir¨ªa m¨¢s parados y con menor poder adquisitivo
En Portugal, Polonia y Eslovenia el empleo fijo est¨¢ m¨¢s protegido que en Espa?a
Por el contrario, los sindicatos UGT y CC OO han rechazado aquella propuesta y el Gobierno por boca del propio Zapatero se ha manifestado igualmente contrario a apoyarla. Porque ninguna de las razones que se alegan para reclamar el abaratamiento del despido se sostiene.
Ante todo porque de la actual crisis ni son causantes ni tienen culpa directa o indirecta los trabajadores, v¨ªctimas ¨²ltimas de sus efectos y cuyos salarios en los ¨²ltimos a?os han tenido una evoluci¨®n manifiestamente moderada. Las causas son bien conocidas, por una parte la crisis financiera internacional derivada de la falta de regulaci¨®n del sistema, y por otra la espec¨ªfica burbuja inmobiliaria de nuestro pa¨ªs. En ambos casos la especulaci¨®n, el enriquecimiento sin l¨ªmite, el laisser faire. Los hechos vuelven a demostrar que el principio neoliberal de que la b¨²squeda de la mayor ganancia individual conlleva el mayor bienestar colectivo es falso.
Se sostiene que abaratar el despido mitigar¨ªa los efectos de la crisis para las empresas, pues facilitar¨ªa su ajuste al poder desembarazarse de sus trabajadores con menor coste. El argumento va contra el sentido com¨²n y tambi¨¦n contra el an¨¢lisis econ¨®mico, pues si el despido fuera m¨¢s barato, lo que ocurrir¨ªa es que habr¨ªa todav¨ªa m¨¢s despidos, increment¨¢ndose el paro en lugar del empleo. Adem¨¢s, al recibir una indemnizaci¨®n menor los trabajadores despedidos se encontrar¨ªan econ¨®micamente m¨¢s indefensos ante un previsible alargamiento de su situaci¨®n de parados. Recordemos que el despido por causas econ¨®micas tiene una indemnizaci¨®n de 20 d¨ªas/a?o, con l¨ªmite de una anualidad, y que en el caso de las Pymes el 40% de su coste lo paga el Fogasa.
Hay otros dos motivos que pretenden tener un mayor fun-damento aparente. Sus defensores entienden que la actual regulaci¨®n del despido constituye un factor que dificulta la competitividad de nuestras empresas en relaci¨®n con el resto de Europa; y tambi¨¦n que el coste del despido es un elemento disuasorio para que los empresarios contraten a nuevos trabajadores. Pero tales motivos tampoco se sostienen.
Frente a lo que a veces se afirma, en nuestro pa¨ªs el despido no es m¨¢s caro que en el resto de Europa. Ya en el a?o 1992, un grupo de expertos, los profesores Segura, Dur¨¢n, Toharia y Bentolila, realiz¨® un informe por encargo del Ministerio de Trabajo a fin de analizar los costes del despido en Espa?a en comparaci¨®n con los pa¨ªses europeos. En ¨¦l se afirmaba que "los costes de despido espa?oles se encuentran situados en la zona media del abanico comunitario (...), entre los de Italia, B¨¦lgica y Francia, que son los m¨¢s altos, y los de Reino Unido, Holanda y Dinamarca, los menores, encontr¨¢ndose en valores muy pr¨®ximos a los de Alemania".
Desde entonces hasta hoy se han producido algunos hechos. Uno, el enorme incremento de contratos temporales, con despido a coste pr¨¢cticamente cero para millones de trabajadores. Pero sobre todo dos modificaciones legales que han abaratado el despido de los trabajadores fijos. La primera en el a?o 1997, resultado de un pacto con empresarios y sindicatos contra la precariedad, introduciendo un nuevo contrato indefinido con despido improcedente a 33 d¨ªas de salario por a?o de servicio con el l¨ªmite de 24 mensualidades, frente a la regla general de 45 d¨ªas/a?o y l¨ªmite de 42 mensualidades. La segunda, la eliminaci¨®n por el Partido Popular en el a?o 2002 de los salarios de tramitaci¨®n, a trav¨¦s del famoso Decretazo que dio lugar a una huelga general. Los efectos de esta ¨²ltima reforma, mucho m¨¢s importantes, se visualizan muy claramente si tenemos en cuenta que supuso, en el despido de un trabajador con un a?o de antig¨¹edad, un ahorro para el empresario de dos tercios de su anterior coste, y para un trabajador con una antig¨¹edad de dos a?os un ahorro de la mitad.
Estos datos son avalados por recientes estudios de organismos internacionales. En el a?o 2004 una investigaci¨®n del Banco Mundial sobre 83 pa¨ªses mostraba que entre los pa¨ªses industrializados
Espa?a es, tras Estados Unidos, Reino Unido y Canad¨¢, el pa¨ªs con menor protecci¨®n al empleo fijo, siendo muy superior en Italia, Francia, Suecia y Alemania, e incluso en Portugal, Polonia y Eslovenia. Igualmente un estudio de la propia OCDE del mismo a?o conclu¨ªa que "la protecci¨®n frente al despido de los trabajadores fijos en Espa?a est¨¢ situada en el entorno de la media de los pa¨ªses desarrollados".
El coste del despido, por tanto, no es elemento disuasorio para que los empresarios contraten a nuevos trabajadores, ni siquiera como fijos. En una encuesta a nivel europeo llevada a cabo por la Comisi¨®n Europea en el a?o 1999, antes de la eliminaci¨®n de los salarios de tramitaci¨®n, los empresarios espa?oles del sector servicios, el que mayor peso tiene en el empleo, se?alaron que los costes del despido no se encontraban entre sus motivaciones principales para la no realizaci¨®n de contratos indefinidos.
Y en la pr¨¢ctica los empresarios ratifican que los costes del despido no suponen ning¨²n inconveniente a la contrataci¨®n fija. Como he recordado, en el a?o 1997 se cre¨® un nuevo contrato indefinido con despido improcedente m¨¢s barato. Pues bien, los empresarios han hecho un uso muy limitado de esta posibilidad. M¨¢s del 60% de los contratos se han venido realizando con cl¨¢usulas indemnizatorias de 45 d¨ªas/a?o, cuando pod¨ªan haber utilizado la modalidad de 33 d¨ªas/a?o.
Un ¨²ltimo dato, definitivo, avala lo anterior. Con la actual normativa de contrataci¨®n, entre 2004 y 2007 se crearon en Espa?a tres millones de puestos de trabajo, m¨¢s que Alemania, Francia e Italia juntos. El coste del despido no fue factor disuasorio para crear empleo y contratar nuevos trabajadores.
Hay consenso en que la salida de la crisis debe conllevar un nuevo modelo productivo, con empleos de m¨¢s calidad. Pero algunos confunden calidad con salarios m¨¢s bajos y despidos m¨¢s baratos.
Entonces, cabe preguntarse, ?por qu¨¦ la OCDE, la patronal y la derecha pol¨ªtica y medi¨¢tica insisten en que hay que abaratar el despido para salir de la crisis? Podr¨ªa a?adirse que ?por qu¨¦ no hacen igual reivindicaci¨®n contra las millonarias indemnizaciones con las que se blindan los empresarios y grandes ejecutivos de las empresas? Mi opini¨®n es que se trata de una de esas propuestas en cuyo sustrato no est¨¢ tanto el an¨¢lisis como la ideolog¨ªa. El viejo Marx la defini¨® como falsa (err¨®nea) conciencia de la realidad, pero tambi¨¦n el liberal Raymond Aron hablaba de las ideolog¨ªas como "conjuntos intelectuales y emocionales en los que se organizan, de una manera m¨¢s o menos sistem¨¢tica, hechos, interpretaciones y valores". En el mito del coste del despido hay pocos hechos y demasiados valores e interpretaciones, y siempre contra los m¨¢s d¨¦biles, los trabajadores.
Manuel de la Rocha Rub¨ª es diputado socialista por Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.